Once.

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—¿Preguntas?

Apenas nos habían traído una cesta de panes con ajo como entrada, ella se había negado a tomar alguno por pura intriga a lo que tenía por preguntarle. Yo sinceramente no tenía hambre.

—Si, preguntas.

—¿Cuáles?

Habladora y preguntona, de paso.

Miré con impaciencia el mostrador, madrina ya no estaba ahí. De seguro paseaba por la cocina pero se debe de estar comiendo las uñas por el chisme que según ella tengo que contarle.

Cuando el mesero dejó dos vasos de agua, me enderecé en la silla.

—¿Cuántos años tienes?

—21—dijo tomando un sorbo del líquido.—: ¿Y usted? 

«¿Y tres trabajos?»

—Tu carpeta dice becada, cumpliendo pasantías..—ignoré la segunda pregunta, ella asintió dejando el vaso en la mesa—: ¿Qué estudias?

—Administración.

—¿En qué momento si su horario comienza muy temprano y termina tarde?—ella arqueó las cejas.

—Los fines de semana,—se removió incómoda—: Señor Beaumont, no entiendo porque...

Alcé la mano, interrumpiendola.

—Espere, ¿No dijo la otra noche que también hacia otro trabajo los fines de semana?—exclamé confundido.

«¿Qué tantas cosas hacia está mujer?»

—Paseo perros, los de mis vecinos.—respondió rápidamente—: Señor Beaumont, ¿Me puede decir por favor por qué este interrogatorio? No estoy haciendo nada para perjudicar el trabajo, mucho menos su edificio y..

—No es nada de eso,—apoyé los codos en la mesa—: Tenía los 700$ en la cuenta para darlos por una camisa, eso.—hice referencia a la camisa—: ¿Es la suma de esos tres trabajos?

Asintió dudosa.

—No entiendo.

—¿Cuánto te pide tu hermano?—mi pregunta la descolocó.

—¡No es mi hermano!—abrió los ojos con sorpresa.

—Es hijo de la señora Kennedy, ¿No?

—Si, pero...

—Es su hermano,—corté—: ¿Esa es la cantidad que le pide?

—Señor Beaumont...

«No me va a cortar la conversación.»

—Sólo responda.—apreté los dientes, gesto que notó.

—Le doy menos, pero con lo que quedó después de la camisa se lo di a la señora Kennedy para sus medicamentos y lo que le sobrará le dije que lo gastara en la casa.—alzó los hombros—: Le debo más que eso, así que no me importa pero su hijo cuando no le di ni una moneda para que nos dejara en paz,—me miró con algo de vergüenza—: Ya sabe.

Tomé el vaso de agua y dando unos cuantos tragos, me aclaré la garganta.

—Si te pasas los días ocupada hasta muy tarde, ¿Las comidas quien las hace en su casa?—intenté qué fuera una pregunta casual.

Grace alzó las cejas.

—Ella, pero hay veces que no da tiempo o no alcanza para una que otra cosa y está bien, lo entiendo.—se sonrojó—: De todas formas no es algo que..—se detuvo y me miró antes de voltear y ver el mostrador—: Le deba reclamar,—me volvió a ver con algo distinto en los ojos—: Es por eso, ¿Verdad?

DIVORCED - heroscotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora