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✿ — sanzu haruchiyo
—¡Papi, adivina lo que pasó hoy!
Su hija entró corriendo a la casa contigo siguiéndola detrás, cargando algunas bolsas de la compra mientras Sanzu apoyaba los codos en la mesa de la isla.
—¿Hm princesa? ¿Qué pasó hoy? ¿Te hiciste cargo del patio de recreo como te pedí?
Ella negó con la cabeza para declinar, todavía radiante por lo que está a punto de admitir.
—No, no hoy, pero ¡pero! ¡Estoy enamorada de un chico muy guapo!
Juraste que viste su ojo temblar, te reíste de la vista pero miraste detrás de él y le preguntaste a tu hija con la esperanza de burlarse más de tu esposo.
—¿Y qué te dio el niño hoy?
— ¡Oh, oh, me dio un poco de chocolate! ¡estaba muy rico!
Sanzu resopla, mirando a su hija como su peor enemiga.— Pensé que habías dicho que no te enamorarás de un chico hasta que tengas treinta años.
—Cambié de opinión.— Ella se rió, y pronto chilló cuando Sanzu se apresuró a levantarla y sacude la cabeza con decepción— Ese chico te ha cambiado, tienes que darme su nombre ahora.
—¡Haru!
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✿ — manjiro sano
Mikey estaba esperando en un parque cercano a la escuela en la que estaba inscrita su hija. Así que mientras él estaba en los columpios, tú fuiste a buscar a su hija, lo cual no tomó mucho tiempo porque ya escuchó la risa familiar que hizo que su pecho se apretara con calidez.
Su hija corrió hacia él, colocando sus manos en sus rodillas mientras le sonreía.
—¡Papi, papi! ¡Tengo un secreto que contarte pero no puedes contárselo a nadie! solo mamá lo sabe y me lo prometió, así que es tu turno.
