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Jaemin se coloca el fino saco de Saint Laurent para finalizar con su perfecto atuendo. Oh, espera. Casi olvida su reloj rolex, y bueno, no es la primera vez que se le olvida algo. Últimamente así era, desde que volvió de aquél encuentro con Jisung, nada pudo quitar esos espantosos temblores en su corazón y el color rojo de sus mejillas.

— Joder, faltan veinte minutos. — exclama el empresario con enfado, se apura en terminar de vestirse y toma las llaves de su deportivo favorito. A pesar de que es el dueño de la empresa, no tolera la impuntualidad y hace de todo para llegar a tiempo. — Carajo, ¿por qué me sudan tanto las manos?

Jaemin limpió sus manos con el húmedo pañuelo y después recargó su cabeza un momento en el volante. Todo un desastre, ¿qué demonios le pasaba? ¡Él era un maldito magnate! Tenía absolutamente cada cosa cara, no hay nada que él deseara. Entonces, ¿por qué no podía sacarse el rostro de Jisung de su mente? Era una asquerosidad cursi, de ninguna manera él caería ante sus pies. Quiere pegarse mil veces por las tonterías que dijo en ese encuentro con el chiquillo de ojos chocolate, incluso también por haber pensado que podrían ser algo más. Eso no sucedería nunca.

Jaemin amaba el orden, Jisung era un descontrol total.

Jaemin adora la obediencia, Jisung le dice jódete.

Era un choque total de carácter, Jaemin prefiere comer tierra antes de estar en una relación con él y ser el perrito faldero como su hermano Jaeyoon. Por si no fuera poco, a el empresario le desagradan las personas y en verdad era un milagro que Jisung lograra mover sus cimientos duros de aquél pequeño pero existente corazón dorado del billonario Jaemin.

— ¡Jefe, ha llegado justo a tiempo! — una voz masculina lo saca de sus pensamientos, nota que ha llegado, ¿de verdad se quedó pensando tanto en una sola cosa?

— Eso creo... Bien, Yukhei sabes que hacer con mi deportivo, no quiero ni un solo rasguño. — responde él tranquilamente aunque en sus palabras se esconde una mínima amenaza sobre dañar a su coche favorito.

— ¡Aigoo, Jefe! No se preocupe, yo cuido de su bebé.

Yukhei muestra su encantadora sonrisa y recarga su brazo en el bonito automóvil color rojizo de Jaemin, de inmediato lo retira cuando puede sentir la mirada asesina de su jefe sobre él.

— Bien, la confianza es sólida así que en un rato te veo.

— ¡Claro, jefecito! Vaya tranquilo que su bebé está a salvo conmigo. — exclama con entusiasmo, Jaemin le dedica una mirada demasiado intimidante y después se da la vuelta emprendiendo camino hacia las instalaciones.

El pelinegro suspira frustrado y niega decidido en no pensar en Jisung hoy, sigue caminando a su oficina y es saludado por varios de sus empleados.

— ¡Tenga un buen día, jefe!

— ¡Hoy está muy guapo!

— ¡Ese saco lo hace ver más delgado!

Jaemin cierra la puerta de su oficina para tener un poco de paz, maldición, tiene cinco minutos en la empresa y ya tiene una jaqueca del demonio.

— Si que tienes empleados que te lamen el culo, hermanito. — comenta Jaeyoon riéndose con ganas, trae puesta una camiseta blanca que dice: kiss me and buy me tacos. Al igual que lo acompaña con unos pantalones oscuros y unos botines negros, Jaemin piensa que es la peor combinación y que su hermano no tiene sentido de la moda.

— ¿Qué haces aquí, Jaeyoon? No estoy de humor para soportar tus tonterías. — responde él arrugando el entrecejo con desagrado, se entretiene revisando los papeles de su escritorio para evitar ponerle atención.

— ¡He venido para saludar!

— Hola, Jaeyoon. — le dice Jaemin con una sonrisa de entusiasmo muy falsa, el rosáceo menor arruga su nariz y esboza pucheros por la actitud de su hermano mayor. — Adiós, Jaeyoon. ¿Ves? Ya te saludé.

— ¡Yah! Eres un amargado. ¡Venía a contarte algo importante!

— Estoy trabajando, ¿tus tonterías no pueden esperar?

— Quiero consejos acerca del amor, hermanito. — finalmente dice Jaeyoon con las mejillas sonrojadas, se acomoda el cabello hacia un lado de manera nerviosa mientras se acerca al escritorio. — Podría ser que... t-tú tuvieras un cuñado.

— ¿Consejos de amor? ¿Me viste cara de idiota cursi? — cuestionó Jaemin tajante en voz alta, su expresión cambia de pronto cuando analiza bien las palabras de su hermano, parece muy confuso ya que según Jaeyoon era el trillizo que estaba más idiota por Jisung. ¿Lo olvidó así como así? — ¿Qué cuñado? Mierda, Jaeyoon. ¿Has estado bebiendo de nuevo?

El rosáceo abre su boca con indignación y niega eufórico, le resulta una ofensa la poca confianza en su rehabilitación.

— ¡Claro que no! Es sólo que...yo..yo..besé a Sunggie en la boquita.

— Oh, hablas de Jisung. — Jaemin menciona forzoso como si fuera algo prohibido de hablar, empuja su lengua dentro de su mejilla mientras observa los papeles de su escritorio con dedicación.

— Sí, hablo de él. — asiente el rosáceo con sus ojos brillando de emoción, se toca los labios con sus dedos y sonríe de sólo recordarlo. — ¡Aunque sólo fue un piquito chiquito!

— ¿Jisung te besó a ti? Vaya, que interesante.

— En realidad lo besé yo pero su carita estaba roja, ¡estoy seguro de que le gusto!

— Enhorabuena, Jaeyoon. — le felicita Jaemin, su hermano Jaeyoon parece extrañado pero sólo le sonríe y le abraza. El pelinegro se apura en separarse del abrazo y devuelve su atención a los papeles. — Si eso fue todo, ya puedes irte. Estoy muy ocupado.

— Eso era todo, te veo en casa, Min.

Jaemin suspira derrotado cuando su hermano menor finalmente se va, se masajea la sien con frustración y piensa en lo que dijo Jaeyoon. ¿Por qué se siente de esa forma? No debería sentirse así, a él no le gusta Jisung, no siente nada por ese niño.

Por dios, es Sung Jaemin. Lo único que debería gustarle es su bonito deportivo.

Y ojalá fuera así.

Trillizos┊JaesungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora