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Plan en marcha.

El sol se ocultaba al horizonte en la ciudad de Tokio, un inu-hanyou veía atento como los colores del atardecer se tornaban rosados y los últimos rayos del sol se difuminaban, dejando una estela naranja a su paso.

Inuyasha trataba de concentrar su mente en olvidar los traumáticos sucesos a los que fue sometido, gracias a la "ayuda" de su futura suegra.

/Flashback/

Después de que la madre de Kagome traumatizara al joven hanyou con su supuesto "sobrepeso", unas "simpáticas" vendedoras se acercaron ofreciendo "amablemente su ayuda", mientras que en sus ojos se gestaba un extraño brillo, que tal vez paso desapercibido por el inocente hanyou, pero no para la madre de la azabache, que mejor oportunidad para poner a prueba su futuro yerno.

Una de las "amables" vendedoras se acercó al inu-hanyou moviendo sus caderas se forma exagerada y mordiendo sus labios pintados de un rojo escandaloso.

-Hola muñeco, porque no dejas que te ayude a quitarte ese pantalón, para que te pruebes este. -Dijo señalando unos jeans negros y con la parte de las rodillas rasgadas.

El inu-hanyou le dio a la mujer una mirada cargada de repulsión, pues cuando esta se acercó su fino olfato pudo percibir el desagradable olor a celo que la mujer expedía por cada uno de sus poros. La vendedora hiso caso omiso a la velada advertencia del hanyou y con una sugerente mirada toco su brazo de forma insinuante.

-Grrr. -Gruño Inuyasha y con un movimiento brusco se libró del frágil agarre.

La madre de la azabache escondió la insipiente sonrisa que nacía en sus labios al ver lo esquivo que el joven hanyou era con el resto de mujeres, llenándola de seguridad con respecto a los sentimientos que éste guardaba por su querida hija, mas decidió esperar un poco más y seguir observando el comportamiento de su futuro yerno.

El resto vendedoras al ver fracasar rotundamente a la de insinuantes movimientos de cadera y vulgar lápiz labial rojo, decidieron probar suerte ellas también creyéndose capaz de atraer la atención del esquivo joven de cabellos plateados y ojos dorados con cuerpo de pecado que se veía como sexo crudo envasado y para llevar.

Las vendedoras avanzaron confiadas de sí mismas y de su supuesta belleza, una de cabellos rojos de raíces negras obvia señal de que su color era el producto de un tinte barato y la otra una peli negra de cabellos cortos de bonita figura, pero con la lujuria impregnada en la mirada.

Se acercaron al inu-hanyou ofreciendo su ayuda, opinión y si deseaba su compañía.

Otra vez el intenso olor de hembras en celo golpeo el delicado olfato del hanyou, logrando que tambaleara, y que el estómago se le revuelva, pues a diferencia del dulce y picante aroma de su azabache, este era desagradable y tenía en él, el mismo efecto que las bombas de humo de los exterminadores. Lo dejaban asqueado y aturdido.

La pelinegra se aprovechó del aturdimiento de Inuyasha y lo empujo, dentro de uno de los vestidores de la tienda y con una inocente mirada, intento ayudarlo a quitarse la camisa de franela azul, y de un rápido movimiento que hubiera hecho parecer a Koga lento, desabotonó los primeros botones de la camisa, dejando expuesto algo de los marcados pectorales de Inuyasha.

El hanyou algo cohibido por el inesperado "ataque" de la vendedora, pego su espalda a la pared tratando de esquivar las traviesas manos de ésta que intentaban a toda costa colarse dentro de la camisa de franela azul del hanyou e intento buscar la ruta de escape más rápida, pero justo cuando había encontrado una pequeña abertura en la defensa de la vendedora de cortos cabellos negros, la pelirroja hizo acto de aparición y como si fuera el mismísimo Naraku, en el momento menos apropiado y cuando Inuyasha tenía menos posibilidades de sobrevivir.

como seducir a una miko del futuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora