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El día siguiente…

El sol golpeaba directo en su rostro y podía sentir como una pequeña y traviesa mano delineaba delicadamente cada forma de su torso.

Moría de ganas por abrir los ojos y atrapar a la miko traviesa que con sus caricias lo había despertado. Pero haciendo uso de toda su fuerza de voluntad logro controlarse, quería seguir sintiendo esas tiernas caricias, dejar que ella fuera libre de recorrer su cuerpo a su total antojo y tal vez purgar así la culpa que lo sobrecogía.

Era una bestia la había tomado, prácticamente sin su consentimiento y totalmente dominado por su lado younkai.

Como alguien tan dulce y pura como ella, podían aun después de lo que le hizo, regalarle tan dulces caricias ¿Cómo podía siquiera mirarlo y no sentir asco?

La noche anterior después de haberle preguntado, si la había lastimado ella prácticamente callo desmayada del agotamiento.

¡Por Kami!

La había tomado como un animal en celo y ella es apenas solo una frágil humana. Bueno mucho más resistente y valiente que cualquier otra.

Pero una humana al fin.

–Inuyasha… sé que estas despierto.

–Grr… no lo estoy. –Frunció el ceño presionando sus parpados, tratando de verse dormido aunque sabía que su actitud era de lo más, infantil.

–Jajaja. Entonces como estas dormido, puedo seguir aprovechándome de ti.

Susurro mientas sus manos y labios se encargaban de atormentarlo.

Sus labios atormentaban su cuello, mientras sus manos descendían por su camino feliz, incendiando y despertando cada nervio de su de por sí ya sobre excitado cuerpo…

Inuyasha trato de estarce lo más quieto posible, casi convocando todo su auto control para no ceder ante las tiernas pero a la vez eróticas caricias de su miko, los labios de Kagome como suaves pétalos iban dejando tiernas caricias por donde se pasaran, elevando más y más la temperatura corporal de Inu-hanyou.

–¿Vas a seguir haciéndote el dormido?

–Grrr. –fue la única respuesta que recibió.

–Bueno si solo quieres gruñir…..

Yo. Te. Haré. Gruñir. Mucho.

Esa era la declaración de guerra, más deliciosa que había escuchado en todo su maldita y nada corta existencia…

Y por dios, que lo colgaran si estas no eran las más dulces palabras que cualquier hombre o mejor dicho hanyou podría haber escuchado.

Un ronroneo como de cachorro mimado se escapó de la garganta de Inu, la miko estuvo a punto, de echarse a reír, pero sabiendo lo tímido de su inu….

Se controló.

O bueno hiso su mejor intento, pues una sonrisa llena de satisfacción femenina se instaló en su rostro.

Inuyasha dejó escapar otro ronroneo, que sonó como música para los oídos de la miko que lo tomó como una invitación para continuar con la dulce tortura…

como seducir a una miko del futuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora