Cap 13: Últimas piezas

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Ian recogió del trabajo a Olivia y se fueron andando hasta su apartamento. 

-Benjamin está con su amigo y César está de congreso. 

-Y yo tengo una increíble cena y un exótico vino. 

Entraron en el apartamento de Ian, cenaron y empezaron a besarse. Luego ambos entraron en el dormitorio: 

Los favores sexuales que me pedía siempre procuraba complacerlos. A fin de cuentas, yo era tan consentida como él y entendía lo feliz que era sentirse complacido. Después de todo, él nunca me había pedido cosas que yo no quisiera hacer. Eso era lo raro de nuestra química, que sus fantasías, sus propuestas indecentes, sin saberlo, eran las mismas que las mías. Y yo, aunque no las exteriorizaba a menudo, terminaba disfrutándolas. \\Y entonces, durante ese diálogo carnal, mientras su miembro trascendía mi derrière masajeándome lentamente por dentro, mi cabello suelto caía encima de su rostro; mis caderas, subían y bajaban a su propio ritmo, mi cuerpo se abalanzaba sobre el suyo acercándome a su cuello. Sus brazos extendidos por encima de su cabeza se rendían ante los míos. Sus manos, inmovilizadas por las mías.

Fue entonces cuando haciéndome sentirme suya, mencionó mi apellido. Yo el suyo. Y ahí vino la frase <<me encanta que me complazcas>>. Sonreí. Interrumpí ese instante:

-¿Si yo te pidiera que me complazcas en algo, lo harías?

- Preguntó Olivia. 

-Claro-Contestó en medio de una sonrisa y observando a Olivia. 

-¿Puedo pedir lo que quiera? 

-¡Sí!-Respondió con seguridad Ian. 

-¿Lo que quiera? ¿Seguro? 

-Que sí, que sí... 

Esperé a que se acabara el acto. Entonces, cuando ambos jadeantes y henchidos de placer reposábamos uno al lado del otro sobre la cama, me alcé poniendo una mano sobre su pecho y, mirándolo a los ojos, dije: Te tengo una propuesta. Largó carcajadas de su boca... No te rías. Es una propuesta indecente. Bajo ese nombre todo resultaba más atractivo, pero esa vez no lo hice por venderle la idea, sino porque realmente el nombre 'propuesta indecente' describía mi solicitud. Esperé unos segundos, que me resultaron eternos, para tomar coraje y pronuncié:

-Quiero que seas el padre de Benjamin. 

Ian se quedó perplejo. Aquellas palabras le habían llegado tan profundas que necesitó reponerse. Se levantó, encendió un cigarro y se echó una copa de vino. 

-¿Has pensado lo que has dicho? 

-¿Tú crees que en caso contrario lo habría hecho? 

-Sabes cómo soy, Olivia... Ya os fallé. 

-Y mira dónde nos ha llevado eso...

* * * * *

Martha llegó a ceremonia de despedida de Rolando y se sentó lo más cerca que pudo del alcalde de Chile. Una vez acabado el homenaje fueron a un catering, donde Martha se acercó al alcalde. 

-Buenas noches. Mi más sentido pésame. 

-Muchas gracias, aunque ahora no es momento para contestar nada a la policía. 

-¿Policía?, para nada. Hoy vengo como una asistente más a este evento. 

-De acuerdo, ¿puedo invitarle a una copa? 

Martha, y Mendoza junto a su guardaespaldas, se fueron a la zona más retirada de la sala y pidieron varios mojitos. 

-¿Y qué te trae por aquí? 

El espantapájarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora