Ian salió de la casa cojeando y se dirigió a su coche, buscó en la guantera y cogió el revólver auxiliar que tenía para las emergencias. Seguía diluviando con fuerza y descubrió que en el suelo había algunas pisadas en el barro. Después de cinco minutos siguiéndolas llegó a un puente donde se perdía el rastro.
-¡Aquí me tienes! Soy yo al que quieres.
Ian siguió avanzando por el puente hasta que un sonido de disparo y un fuerte dolor en el hombro le hicieron caer contra el suelo. Se intentó incorporar cuando vio una silueta que poco a poco se acercaba.
-Pudiendo salvar tu vida... ¿prefieres perderla por Olivia y su hijo, que no son ni siquiera tu familia?
-Es que ya sé que pasa, Adolfo, sé por qué te culpas. Siempre has estado muy equivocado: no fue ella... no era tu madre la que no te quería.... sino tu padre.... Para él hubiera sido más fácil si no hubieras nacido, pero, ¿sabes lo mejor?
-¿Qué?
Ian empezó a reírse a carcajada limpia mientras el agua empezaba a calarle en la ropa. Adolfo siguió avanzando mientras apuntaba la cabeza del inspector.
-Que en esta partida de ajedrez siempre has ido por delante. Sabías las jugadas que íbamos a hacer... pero al final del juego el azar se ha adueñado de tu partida. Y aquí... yo te doy ¡Jaque mate!-Gritó mientras sacaba el revólver de su bolsillo y asestaba un impacto certero en la cabeza de Adolfo, quién cayó de rodillas y finalmente estampó su cara contra la mojada madera.
Ian respiró profundo y se tumbó sobre el frío suelo. Comenzó a llorar desconsoladamente cuando a lo lejos empezó a escuchar las sirenas de policía. Lo había conseguido: el espantapájaros había caído y él había salvado la vida de las dos personas más importantes de su vida.
Unos minutos después, que para Ian fueron eternos, llegaron dos agentes de policía que lo ayudaron a llegar a la ambulancia, mientras otros acordonaban la casa y los forenses recogían el cuerpo sin vida de Adolfo. Benjamin junto a Olivia se encontraban dentro de otra ambulancia recogidos de la lluvia y el frío. Tras el cristal Olivia le mandó un pequeño gracias a Ian.
Unos días después
-Buenas tardes, ¿Ian Torres?
-Buenas, se encuentra en la planta tercera, habitación ciento cuarenta y cinco.
-Muchas gracias.
Olivia y Benjamin entraron a la habitación del hospital donde se encontraba Ian Torres.
-¡Ian!-Gritó Benjamin mientras se abalanzaba a los brazos del inspector.
-Cuidado, Benjamin, ¿qué tal estáis?
-Bien, nos encontramos recuperándonos de aquel día.
Tras una hora de hablar, Olivia mandó a Benjamin a por dos cafés con leche y aprovechó para hablar con Ian.
-Ian, tengo que contarte una cosa.
-Algo me dice que no son buenas noticias.
-Agradezco todo lo que has hecho, incluso estaré eternamente en deuda contigo, pero...
-Ya sabes que cuando hay un "pero", lo anterior dicho no tiene valor.
-Nos vamos a ir a Buenos Aires. Creo que es lo mejor para Benjamin.
Ian sonrió mientras cogió la mano de Olivia y susurró.
-Adelante, yo estaré bien. Necesitáis volver a empezar, pero prométeme que Benjamin será siempre el primero en tu lista de prioridades.
Olivia asintió y se juntaron en un cálido abrazo. Cuando Benjamin entró Olivia se secó las lágrimas de la cara y dejó sitio para Benjamin.
-¿Cuándo te dan el alta, papi?-Preguntó Benjamin.
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El espantapájaros
Misterio / SuspensoNovela policiaca, negra y roja. Un joven detective de Chile con problemas de drogas y adicción, se ve inmerso en la búsqueda de un asesino que mata a mujeres cuya conducta desaprueba. Durante el transcurso de los hechos, hará frente a su oscuro pasa...