Capítulo 22

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AIMEÉ

Léon: Acabamos de salir del aeropuerto, llegaremos en quince minutos ;)

Sacudió las manos con emoción, y se dio una última mirada al espejo, asegurándose de verse lo mejor posible. El día finalmente había llegado. Catorce de febrero. Era su cumpleaños.

Lo cierto era que no la entusiasmaba tanto. No le encontraba nada especial a tan solo ser un poco más vieja. Aunque si le gustaba celebrar su cumpleaños. A Monet le agradaba ser la encargada de organizar una celebración distinta cada año, y Aimeé la dejaba porque a su mejor amiga parecía complacerla más que a ella. Sin embargo, lo que siempre la animaba en sus cumpleaños, y la razón por la que siempre se moría esperando que llegaran, era que aquella fecha era una de las pocas ocasiones en las que podía ver a los mejores amigos con los que había crecido: Odette y Corbin.

Odette y Corbin habían sido sus amigos más cercanos cuando vivía en Castelnou, y una de las pocas personas que se habían mantenido a su lado luego del accidente. De hecho, de no ser por Corbin, jamás habría logrado mudarse a Paris. La única razón por la que había podido permitírselo, era porque le había conseguido un lugar en el mismo departamento que su prima: Monet Roux, que estaba buscando una compañera de piso en el momento.

Se había acostumbrado a la distancia, mas eso no quitaba que no se muriera de nervios cada vez que estaba por verlos. Léon y Monet se habían ofrecido a pasar a buscarlos por el aeropuerto e ir los cuatro juntos a su departamento. Aimeé deseaba que el tiempo pasara más rápido, que con tan solo parpadear, ya se encontraran detrás de la puerta.

El timbre sonó.

Oh, los había invocado.

Tomando sus llaves, se apresuró a bajar por las escaleras dando pequeño saltos entre los escalones. Cuando llegó a la puerta, siquiera se molestó en ver por la mirilla, la abrió de golpe.

Y se arrepintió enseguida.

Frente a sus narices no se encontraban sus mejores amigos de toda la vida, esperando para celebrar su cumpleaños con ella. No. Se encontraba la última persona en la que quería estar pensando en ese momento, la última persona en la que debería estar pensando. Gabriel.

Odió la reacción que tuve su cuerpo ante su presencia, la manera en que se le revolvió el estómago y se aceleró su corazón.

No quería hablar con él. No tenía por qué hacerlo. Era su cumpleaños, él no iba a amargárselo con su veneno.

Así que le cerró la puerta en la cara.

O lo intentó, por lo menos. Gabriel colocó el pie antes de que pudiera hacerlo.

—Espera —pidió, volviendo a entreabrir la puerta—. ¿Podemos hablar?

Aimeé no lo dejó pasar el umbral.

No sabía cómo sentirse después de dos semanas de silencio de su parte. Sabía que en parte era su culpa, después de todo, ella lo había bloqueado. Quizá porque esperaba que hiciera algo más que tan solo disculparse por teléfono. Había perdido la esperanza de que hiciera algo, cualquier cosa, al décimo día. Durante la última mitad de la semana, se había estado diciendo a si misma que Gabriel no pensaba volver a hablarle, aparentemente.

Y ahora estaba frente a ella.

—No quiero.

Él apretó los labios, sin apartar sus ojos de los suyos. La pelinegra sentía la necesidad de huir de su mirada. Se había olvidado lo intensa que se sentía tenerla sobre ella.

El arte de amarte (DAS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora