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Londres.

Abrí mis ojos, bajé mis pies de encima del escritorio, sujeté el arma y levanté la vista; todo en cuestión de segundos.

- He londres, tranquila que soy yo - Denver siguió acercándose y yo suspiré aliviada. No tenía otro recuerdo de mis sueños que no fuera un fondo completamente negro pero por alguna razón siempre me levantaba exaltada como si no me entrara oxígeno, y surgió desde que empezó el atraco - es tú turno de ir con los tiburones, yo estoy cansado -

Sonreí levantándome de la silla.

- No se diga más, descansa todo lo que puedas -

- Ah, no necesito que me lo digas dos veces - suspirando se sentó en la silla acolchonada de cuero marrón y echándole un último vistazo cerré la puerta detrás de mi.

Fui al salón principal, giré a la izquierda para ir al elevador cubierto del banco pero no había llegado ni al recibidor cuando Palermo hablaba con Nairobi teniendo a Helsinski como testigo.

- ¿Helsin? ¿Soy yo o le estás hablando desde tu mochilita de sentimientos? - Nairobi se quedó callada enseguida - ¿Vos crees que puedes ser la mujer de Helsinski? Te explico una cosa querida, vos amas al gordo, él me ama a mi y yo simplemente no amo a nadie, así es como es, así es el amor - se encogio de hombros indiferente a las emociones de los otros, había sentido lo mismo que Nairobi mucho años atrás y Palermo también, la diferencia estaba en que él lo decidió ignorar y yo lo enfrente.

- Si tú no amas a nadie pero ¿Sabes por qué? Porque no tienes pantalones para decirlo, se necesita valentía para enamorarse de alguien y se lo digo ahora - ella se giró a Helsinski, sus ojos brillaban de tristeza - Te amo Helsinski y contigo tendría una familia entera - volvió con Palermo - ¿Lo ves? Lo siento y lo digo, se lo digo porque tengo los putos pantalones para aceptarlo pero tú... Tú nunca has tenido los huevos ni para eso -

Estaba mal entrometerse en pláticas ajenas pero cuando Palermo hablo del amor era hora de esa charla pendiente.

- Es una mentira - los tres se giraron a verme, empecé a avanzar - Palermo si ama a alguien. Nairobi ama a Helsinski, él te ama a tí, tu amas a Berlín y Berlín ama a... - me plante justo enfrente de él - Bueno, a estás alturas ya no se quién chingados le gusta pero no eres tú y es que así es el amor ¿No? Injusto -

- ¿Y a vos quien la invitó? -

- Tú, cuando le dijiste mentiras a Tokio. Desde ese día decidiste echarle más leña al fuego y ahora puedes hablar conmigo como siempre se tuvo que haber hecho o seguir ignorando al gigantesco elefante en la habitación -

Se mantuvo callado unos segundos pero poco a poco una mueca extraña se formó en su rostro hasta acabar en una suave sonrisa.

- Hablemos si tanto querés hacerlo, querida, pero no te aseguro que vas a salir ilesa de toda la mierda que tengo para decir -

Asentí y miré a ambos seres inocentes.

- ¿Pueden encargarse? No tardaremos mucho -

- Si, si, vale -

Palermo se adelantó y me tocó seguirlo hasta la segunda planta; me llevo a una oficina vacía y una vez ahí, con las puertas cerradas, las ventanas cubiertas y estando casi seguros que nadie vendría, el lanzamiento de dagas empezó.

Palermo se recargó en el frente del escritorio y se cruzó de brazos.

- Cuando vos dijiste sobre quien amaba a quien y esas pelotudeces ¿Qué ibas a decir cuando mencionaste a Berlín? ¿Ibas a decir que vos sos el amor jurado de Berlín, eso ibas a decir? - me encogi de hombros ,sabía lo que pretendía.

Un nuevo castigo [Berlín]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora