17. 140 horas

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La palabra de Nairobi se convirtió en ley, a diferencia de lo que creí Berlín no opuso resistencia y me dejó seguir con mi trabajo mientras él seguía a la nueva jefa hasta girar el pasillo a la izquierda.

Cuando estaba lo suficientemente lejos y lo perdí de vista miré a Palermo molesta.

- Una palabra mas acerca de lo de la niñera y te aparto de los demás - él sonrió con burla.

- Vos no tenes el poder para hacerlo, tenes que preguntar a los altos mandos, anda ve con Nairobi. Yo te espero -

Dios, no tenía tiempo para eso. Estaba por acercarme un poco más para callarlo de una forma menos amable de lo usual pero el brazo de Helsinski se interpuso. Levanté la vista y lo miré a los ojos.

- Para, no hacer mas peleas -

- Ya toma partida el gordo, perfecto. Cualquier queja que tengas, cariño, directo a Helsinski que me lo hará saber cuanto antes -

Lo miré de reojo, seguía con esa sonrisa de victoria, pero me contuve de hacer algo de lo que me arrepentiría, respiré hondo y me alejé.

Durante el resto del día seguí dando las pequeñas rondas entre las líneas de los rehenes, cuando cayó la noche intercambiamos lugares con Bogotá y Tokio, Helsinski, ya fuera por temor a que pudiera seguir discutiendo con el argentino molesto, se ofreció a ayudarme; lo llevamos hasta una oficina, lo amarre de nuevo de pies y manos e ignorando los insultos que tenía para decirme después de no dejar que Berlín lo cuidara, cerré la puerta detrás de mi y fui a la habitación continua dejándolo hablar solo.

Abrí la puerta y la gran figura imponente de Helsinski me hizo levantar la mirada, bajé el arma y le miré mucho más calmada que antes.

- Sabes que no mataría a nadie, ni si quiera a Palermo - él sonrió y nos colocamos a un lado de la puerta, sentados en el suelo y recargando la espalda en la pared.

- No hacerlo por ti, hacer eso para calmar a Palermo. Ver a Berlín lo hizo alterarse -

- Ya que estamos aquí juntos y solos, hablamos del elefante en la habitación. No sé de que querías hablar antes pero es inevitable ver que Palermo te gusta - sonrió y desvió la vista.

- Si, me gusta pero él no quiere nada conmigo. Solo Pum,pum chao ¿sabes? - no pude evitar soltar una carcajada, Helsinski me miraba entre confundido y un poco molesto, intenté aclarar el asunto enseguida.

- No, lo siento, es que esa frase es... Dios, ya la había escuchado un tiempo atrás y es una farsa incluso para él - lo miré, no lo estaba entendiendo - mira, la cosa es así. Desde que lo conozco siempre estuvo enamorado de Berlín y eso del "pum,pum chao" es una absurda regla que inventó para no enamorarse de alguien más, para asegurarse de que no necesitaba de nadie, en un desesperado intento para olvidar el amor que le tenía a Berlín pero... el amor no se olvida así de fácil - pasé mi mano por su hombro con firmeza y cariño - pero es no significa que debas rendirte, puedes ser honesto y decirle toda la verdad y si él decide seguir envenenándose en su mundo de maravillas pues tendrás que olvidarlo -

- Palermo ser un hombre muy difícil -

- Es miedo, temor a enamorarse. Pero si te dice que no, puedes seguir de rumba con Nairobi, ella te quiere a pesar de todo, incluso pueden hacer un pacto; si nadie consigue pareja en una cantidad especifica de años se juntan en sagrado matrimonio - él se soltó a reír.

- No ser una mala idea -

- Estas enamorado de un loco ¿lo sabías? -

- Tú también estar enamorado de un loco, estas enamorada de Berlín - mi sonrisa se apago de apoco, miré el suelo por unos segundos dándome cuenta que dolía un poco menos, pero estaba segura que se debía a nuestro reciente acercamiento.

Un nuevo castigo [Berlín]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora