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Michael solo tenía 2 días de fallecido, por lo cual no hubo problema al momento de sacarlo de su tumba para hacerle la autopsia.

Me encontraba en la sala de espera. Estaba sudando descontroladamente por los nervios. Al ver que se abría la puerta de cirugía, me puse de pie automáticamente; el doctor me miro con cara de tristeza, este gesto me hizo entenderlo todo sin necesidad de que el me explicara los resultados.

- Señorita King, su esposo murió por sobre dosis por opiáceos. Estos medicamentos solamente son utilizados en casos extremos, como: personas con cáncer terminal, después de una cirugía, huesos fracturados o cuando se sufre un accidente atroz como el de su esposo.

La función de estos medicamentos es dar sueño, quitarles el dolor a dichos pacientes. El consumo es limitado debido a su adicción, por ello son reservados para tratamientos de corta duración. En el caso de su esposo, se le inyecto una dosis muy alta, la cual le provocó una sobredosis, causa de su muerte.

- ¿Cree usted que alguna enfermera se confundió y le inyecto más de lo indicado?

- No, estos medicamentos, al ser tan fuertes, se les tienen un control sobre ello. Por esto, es muy poco probable, pero al ocurrir este acontecimiento, abriré una investigación. Si encuentro alguna información, se lo haré saber.

- Muchas gracias, doctor.

Al llegar a casa me dispongo a recoger todos los cristales rotos que se encuentran en mi habitación. Ya cansada me tumbo en la cama; estoy muy agotada, frustrada, dolida y enojada. Tuve demasiadas emociones por un solo día. Mientras pienso en todo lo que he descubierto en un solo día, mis parpados empiezan a cerrarse poco a poco hasta caer en un profundo sueño.

"Ring, ring", me despierta un sonido, miro el reloj en mi mesita de noche... ¡Las 3 de la madrugada!

"Ring, ring", es mi celular, ¿quién es tan anormal para llamarme a esta hora? Es un número desconocido.

- Hello. –Respondo sin ganas.

- ¿Jane King?

- Si, ¿con quién tengo la osadía de hablar a esta hora de la madrugada?

- Soy un viejo amigo de Michael y tengo para decirte que tus sospechas son ciertas, tu esposo fue asesinado.

Hubo un silencio, tanto que hasta podía escuchar mis latidos; fuertes y rápidos.

- ¿Tú cómo sabes eso? –Pregunto tan rápido y espontaneo que ni siquiera pude procesar bien la pregunta.

- No te puedo contar por teléfono; estaré en tu casa en unos minutos, nadie más debe ni puede estar en tu casa, a menos que no quieras que te cuente lo sucedido.

Cortó la llamada antes de que pudiera responder algo.

- ¡Un desconocido viene a mi casa y quiere que esté sola! –Grito, mientras al fin mi cerebro empieza a funcionar y absorber todo lo que estoy viviendo.

¿Y si es una trampa para matarme? ¿Será verdad que mataron a mi esposo? Bueno eso ya lo estaba sospechando. Tal vez el desconocido tiene alguna información valiosa o quizás él sepa quiénes son los de la foto.

De repente escucho el timbre. "¡¿Sera él?!", pienso en seguida.

Busco entre las gavetas donde se encontraban las pertenencias de Michael.

- ¡Ha já! –Digo, encontrando un arma de fuego que tenía mi esposo, guardada.

Me coloco el arma en la espalda, sujeta con el pantalón. No puedo estar desarmada ante un desconocido que dice saber quién mato a mi esposo, y para el colmo, estoy sola.

Me cambio de blusa por una más holgada, para que no se note el bulto de la pistola en mi espalda.

"Ring, ring", suena nuevamente el timbre. Bajo a toda prisa las escaleras. Antes de abrir la puerta, me quedo mirando por unos segundos la manija. ¿Debería dejar pasar a tal desconocido a mi casa? Me cuestiono por última vez. Con una respiración honda, abro la puerta.

Casi me desmayo ante lo que vi, ¡era mi esposo! 









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Verdades que matanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora