Rato más tarde, al templo de Zen Oh Sama llegaron el Saiyajin, el Supremo Kaiosama, el señor Bills, Whis y la rosa prendida a sus vestimentas. Daishinkan le había pedido que por favor la trajera ante él.
Daishinkan guió a los invitados frente a los reyes del todo, Whis le entregó la rosa a su padre y este prefirió quedarse en aquellos pasillos oscuros de columnas flotantes que el piso iluminaba.
Ella sabía delante de quién estaba, imposible no notarlo. Podía olerlo, ella distinguía a las personas por sus aromas, cada quien tenía uno diferente, exepto Whis y Daishinkan, ellos compartían el aroma por una extraña razón que no entendía.
-Itami -la nombró Daishinkan. Ella se apartó de él y flotando delante suyo, tomó forma de joven.
-¿Itami? hace cuánto tiempo que no escuchaba decir mi nombre en boca de alguien -comentó la muchacha al abrir los ojos y mirar a Daishinkan fijamente- Me han dicho que tiene hijos -comentó con una pizca de alegría en su mirada.
De todos los comentarios, de todas las frases que ella podía decirle, escuchar de su boca que tenía hijos en su ausencia, no fue agradable. No es que despreciara a sus hijos, al contrario, a ellos les guardaba el mayor afecto que poseía en su corazón, pero conflictos le causaba una idea que él comentario le causó. Un recuerdo viejo de ideas que tuvo hace ya más tiempo que muchas eras.
-La prole necesaria -se encogió de hombros- Cada universo posee a un ángel a su guía.
-¿Su prole fué concebida con aquella ángel que se le dió como candidata a esposa? -cuestionó. Ella conocía detalles de él que ni siquiera sus hijos conocían. Entre ellos había cierta confianza.
-En efecto, la única candidata que en un principio consideré acta -contestó con el temple serio- Pero me interesa más saber algo, pensé que se había marchitado. El pasar del tiempo debió pasar factura a su naturaleza.
-Del tiempo en reposo me mantuvo con vida. No mostraba mi forma física hasta el momento en que su hijo me encontró... -sus palabras fueron perdiéndose, un recuerdo amargo la invadió. Era lo que acaba de decir, era el comentario de Daishinkan. El pasado aunque atrás, seguía allí.
-Itami, lo que ocurrió la última vez que nos vimos, fue un accidente. No tuve intención de... Estaba... -murmuró, no sabía que palabras formular, sabía que era lo que pasaba por la mente de la muchacha.
-Usted me dejó sola al ver que no podía cumplir con el rol que pretendía ocupara -lo interrumpió ella.
Una mezcla de sentimientos la invadieron, batallando por poseer el control, tanto nuevos comí viejos, pero ninguno estaban de acuerdo en dejarla saber que sentía.
Daishinkan tenía las manos tras la espalda, sacó una y la extendió al aire para ofrecerla a Itami. Ella lo miró un segundo antes de replicar.
-Por esto es que sucedió aquel incidente -miraba a esa mano antes de mirarlo a él a ese par de ojos color lila.
Daishinkan la miró fijamente y alzó una ceja, Itami al ver esa reacción, quiso retroceder su flote, pero él en un momento rápido, al darse cuenta ya la tenía sujeta de la muñeca.
-No fue por esto -le dijo Daishinkan- Los motivos fueron externos, ajenos a nosotros -la jaló a penas un poco más cerca a él, pero no constaba con la fuerza que usó en el apretón con el que la sujetaba.
-Daishinkan, me lastima... -murmuró, no se había dado cuenta de la fuerza (aunque poca) que usó, suficiente para que se quejara.
De inmediato la soltó, de veras su acción fué inconsciente, nunca habría querido dañarla.
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Espinas
FanficÉl la creó para amarla, pero con lo que no contaba era que otro se ganaría su corazón. El amor inocente es peligroso, más cuando padre e hijo disputan por el primer lugar en el corazón de la misma mujer.