Una risa torcida salió del hermoso labio color rosa de mi hermano seguida de sus palabras- ¡Claro! Anda... Ve participa, compite, de seguro no duraras ni una noche metida en la mansión de Selestine, que es donde los prueban.
-¡Claro que sí!- dije media aturdida- Si competiré, además míranos Erick estamos muy mal, ya ni comemos bien, no nos vestimos bien, ¿y sabes por qué? Por dinero, no tenemos nada para hacer trueques y así alimentarnos, la leña que vendes no da basto Erick... Con este puesto de seguro que me pagaran bien.
Clavo sus ojos color azul en los míos. Me sentí pequeña, débil al ver ese gran hombre mirándome tan lleno de rabia. Erick era un chico hermoso, es uno de los más hermosos de pueblo, su gran tamaño, sus músculos que había sacado gracias a cortar y agarrar en peso la leña, su nariz era perfecta, definida, era simplemente hermosa, y ni hablar de su cabello ¡Valla que era hermoso! Ese cabello rebelde color negro, negro intenso. Cuando estábamos pequeños nos llamaban "Pequeños muñecos de porcelana" Siempre nos traían regalos, muchas personas del pueblo alagaban a mi madre por nuestra belleza, mientras que también habían muchos que nos odiaban.
-No necesitas competir en ese puesto por dinero Sujei-Dijo la voz gruesa de Erick.- ¿acaso no es suficiente lo que yo hago a diario para comer?
-No, sabes que no lo es Erick, apenas podemos comer.
A pesar de lo que nuestro tío nos traía de comer no era suficiente. Estaba segura que si competía en ese puesto por lo menos me tenían que pagar con unas cuantas monedas, y eso nos ayudara en algo.
Seguimos caminando el largo camino construido por árboles. El ambiente esta frio, lleno de tinieblas.
-Toma, abrígate-Dice Erick mientras se sacaba su manta color marrón.
-No, no es necesario. Ya vamos a llegar a la casa y la chimenea debería estar aún encendida, allí me calentare. Gracias.
Fue un largo camino, no recordaba que fuera tan largo, supongo que fue porque Erick estaba algo molesto porque le dije que competiría.
-¿Enserio lo quieres hacer Sujei?-Añade Erick deteniéndose de pronto.
-¿Hacer que?-Añadí temerosa.
-Competir para el puesto de los Cazadores.
Un gran escalofrió viajo por todo mi cuerpo haciendo que los pequeños bellos que tengo en la nuca se erizaran.
-No, por supuesto que no lo are-Añadí mirando el suelo que estaba lleno de nieve.
En todo el camino no me dijo ni una sola palabra. Mientras caminábamos y poco a poco salíamos de ese horrible camino, casi cuando ya salíamos una mujer se acercaba cada des más hacia mí. Esta mujer estaba vestida de negro, a medida que se acercaba cada vez más podía verle su cabello canoso, llevaba velo color negro lleno de agujeros en su cabeza. Me di cuenta que era una anciana, era horrible, tenía tantas arrugas que abría los ojos con dificultad pero eso bastaba para verle los ojos verde, un verde claro, un verde color manzana, valla que tenía los ojos preciosos.
Cuando la viejita se acercó lo suficiente hacia mí, la mano de Erick se posó en mis delineadas curvas que tenía, en modo de protección, sentía su cuerpo rígido.
La viejita tenía una cruz de madera fina en su pecho. Pensé que nos iba a pedir de comer o algo así pero no, sí que estaba equivocada porque fue todo lo contrario.
Llevo su blanca y arrugada mano a su pecho y se sacó la cruz, su cadena que sostenía la pesada cruz era larga, así que saco sin problemas casi poniéndomelas en las narices.
Mi cuerpo por una extraña razón lo sentí pesado, mis ojos se cerraban, pero luchaba para mantenerlos abiertos, no aguantaba el estar de pies. Me sentía horrible. Sentía como mis pies poco a poco se retorcían, mis manos poco a poco igual lo hacían. No podía ver a Erick porque estaba detrás de mí, pero si sentía que a él le ocurría lo mismos. Solté un grito que salió de lo más profundo de mi alma, como si hubiesen tomado un filoso cuchillo y la pasaran por mi espalda desgarrando toda mi carne. Cuando ya no podía estar más de pies la anciana que no podía dejar de mirarnos a Erick y a mí, aun con su gran cruz frente a mí y nos gritó:
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En busca de mi alma.
FantasíaDespués de mucho tiempo al fin pude contar mi historia. Mi nombre es Zujei. Siempre pensé que Satanás no existía o que solo eran mitos... Estaba equivocada, créeme nunca juegues con el, nunca trates de hablar con el, a mi hermano Erick y a mi nos q...