『⸙』

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𝙼𝚒𝚎́𝚛𝚌𝚘𝚕𝚎𝚜 4 𝚍𝚎 𝙰𝚐𝚘𝚜𝚝𝚘

4:00 𝚙.𝚖.

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Al terminar de limpiar los estantes, bajé las cortinas y cerré la floristeria con llave.

Esta vez, Ino-san había tenido que ausentarse y me ofrecí para atender el negocio por mí sola. Claro, soy de total confianza para ella, por eso mismo me lo permitió.

Llevo trabajando aquí tres años y me encanta —además de que se me da un buen pago—. Claro, no solo pienso en el dinero. Estar con las flores me hace derrochar alegría.
Me hace sentir bien cuando llega un cliente ordenando un ramo de flores para sus personas especiales. Me da esa sensación cálida y llena de amor con las que ellos vienen.

Es mi sensación favorita.

Siendo sinceros, mi intuición me advierte que algo va a pasar.

Pero nunca he sido certera y confiada con mis "intuiciones", así que las lanzo a otra parte bastante alejada como para ignorarla por completo.

Tomo un camino más largo para mi casa. Las calles por donde pasó están llenas de puestos de comida como aperitivos y de otras pertenencias.

Hay veces que me gusta hacer esto como pasatiempo: indagar en los objetos expuestos de un puesto y de vez en cuando, comprar algún accesorio. Ya sea para mi o para usarlo de decoración en alguna parte de la casa.

Al final, mi antojo fue saciado por un taiyaki de chocolate. Compre cuatro de ellos. Claro, los guardaría para otro momento.

Decido tomar el camino de vuelta. Mi hogar está a unos quince minutos de aquí y en el trayecto hay muchos más establecimientos.

Cuando pasó por la tienda de mascotas y recuerdo lo que me dijo Boruto. Así que mi vista se concentra ahí.

Puede sonar una escena cliché, de película. Pero juro que fue tan especial como ello.

De mi paraguas resbalaba el agua de la lluvia que aún prevalecía. El sol aún no se ocultaba por completo pero aún así, la tienda ya estaba totalmente iluminada.

Me detuve frente a ella. Tenían un ventanal grande dando a la calle, donde todos podían ver a los cachorros que ahí tenían.

Y ahí estaba él. Tan esponjoso y pequeño. Me miraba expectante mientras movía su cola con aparente alegría. Sus ojos y los míos parecieron conectar en un segundo, al verlo pude deducir que tenían el mismo azul cielo que los míos.

¡Dios, era bastante tierno!.

Recuerdo que Boruto sugirió un gato. La verdad, no me gustaría tenerlo como mascota. Me gustan más lo perros; en especial, siempre he adorado los Husky.

Y este era uno de ellos. Su pelaje era mayormente blanco y tenía una que otra mancha en negro. Era totalmente perfecto.

No dudé ni un solo segundo para entrar. Una señora algo mayor era quien atendía.

– Bienvenida – saludó – ¿Buscas algo en particular?.

Realmente, nunca había pensado pasarme por aquí ni una sola vez.

– Bueno, como decirlo – indago – Quiero llevarme el Husky que tiene allá.

Señaló al pequeño cachorro que nos observa.

Ella asiente y enseguida, saca al perro del lugar.

Ella me lo ofrece para que lo tome y accedo, alzándolo. Él se vuelve un poco inquieto y busca lamerme en la cara. No lo dejo, en cambio lo acarició con ternura.

Hasta que siento algo filoso en mis manos. Me está mordiendo. No es como de esas mordeduras fuertes de un perro rabioso, esta es una que lo hace intencional pero solo para jugar.

– Vaya, tienes los dientes filosos – me río.

– Es normal – asegura la mujer – Hace poco comenzaron a salirle.

La mujer me da a elegir varios diseños de collares y correas. El azul sería el más indicado para un macho, así que no dudo en tomarlo.

– Tiene que llevar una placa con los datos de usted, su dueña. Y el nombre del perro – me dice – Si quiere puede traerla cuando decida su nombre.

Lo pienso un poco. Creo que tengo el adecuado.

– Se llamará "dentado" – le afirmo – Si, ese será.

Ella sonrió y comenzó a grabar la placa de metal.

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Miro el reloj, son casi las seis de la tarde.

Ha parado de llover, solo un momento. Seguramente se pasará toda la noche lloviendo.

Dentado jala con fuerza. A pesar de estar tan pequeño si que tiene bastante.

Me da ternura. Tal parece que le gusta mojarse las patas en los charcos que encuentra.

– ¡Ey!, no seas tan enérgico – no pude evitar reírme ante la forma de actuar de Dentado.

Iba tan ensimismada que no noté que el chico de frente nos estaba observando detalladamente.

Lo ignore y seguí con la energía del cachorro.

Al entrar a la casa, pongo el estofado en la estufa y comienzo a ver las cosas que compré para Dentado: croquetas, dos tazones y una gran cama —ya que, crecerá bastante—.

Él parece gustoso y yo también lo estoy.



















★彡Chyio67🌻

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐘 𝐈𝐍 𝐅𝐑𝐎𝐍𝐓・ᵏᵃʷᵃʰⁱᵐᵃ || ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora