Harry y James Potter

8

Hogwarts, quinto año

—... la verdad creí que estaba haciendo lo correcto, pero he visto que no. Y me duele creer que es así. No solo me está dañanando a mi, también a ti.

Draco estaba de brazos cruzados, viendo fijamente a Cho. Se habían quedado los dos al último para poder hablar con el rubio. Por un segundo sus ojos viajaron a Harry, quien no mostraba ni una pizca de broma a aquella locura, volvió a Cho, quien parecía a punto de llorar.

—Sí tanto lo extrañas me hubieras dicho y ya, Chang. No inventar esta idiotez.

Harry llevo sus dedos a su nariz, antes de que Cho lo viera antes de negar con la cabeza.

—Te estoy diciendo la verdad.

—¿Y cómo se que no mienten?

—Harry. ¿Puedes esperar en la entrada?

Potter, quien estaba ahí para proteger a ambos, vio a Cho a los ojos antes de negar con la cabeza y abrir la boca.

—Por favor. No vamos a pelear, lo juro.

Harry vio a Draco, quien no tenía sentimientos en su mirada, sólo veía a Cho completamente serio y de brazos cruzados. Se obligó a ir a la puerta, quedándose ahí.

—¿Por qué lo alejaste?

—Porque sé no que me crees. Pero algo dentro de ti sabe que es verdad.

—¿Por qué debería creerte?

—Porque... lamentablemente, me di cuenta tarde a quien debía darle mi corazón. Y sé que te quiere, aunque no diga nada. No pienso interferir, solo deseo que sea feliz. Es más por él que por ti.

—Claro que lo hace. Soy Draco Malfoy, todos me quieren. Por favor ya no hagas esfuerzos, Cho.

—Más que amigos. —Explicó. —Solo que no se ha dado cuenta, es Potter al final de cuentas. Me di cuenta yo, porque es bastante obvio. Eres feliz a su lado y él al tuyo, no quiero estar en una relación de más. No de nuevo.

—Eso debiste decirlo antes de hacerlo.

—Él me buscaba y yo me ilusionaba. Por eso le mandé una carta, diciendo que no quería estar a su lado más tiempo, ni verlo, ni nada.

—Haz mentido toda tu vida. ¿Por qué te creería ahora?

—Porque vi cuanto le importas a Harry. Durante dos semanas traté de fingir como si nada, insiste mucho.

Draco no pudo evitar la sonrisa.

—Sí, se como es.

—Al menos si se trata de ti.

—¿Qué?

—Insistió mucho conmigo para que lo dijera porque te dañan a ti. Conmigo hubo momentos donde me ignoraba.

—No hay pruebas de que haga lo que dices.

—Te puedo dar pruebas. En la sala común están las cartas y...