Capítulo III

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Notas de la Autora:

Bienvenidas sean todas las queridas personas amantes de Detective Conan y la ¡versión yaoi, yey!

Sé que me tardé con la publicación de este capítulo y sepan ustedes dispensarme. Espero que valga la pena la espera, ya que éste trae escenas subidas de tono, muajaja, ¡disfruten!

Ah, ¡y muchísimas gracias a todas por tus comentarios! ¡Son poquitos pero muy valiosos para mi! ¡MIL GRACIAS!

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Existe un brevísimo espacio de tiempo en que ellos se miran a los ojos y saltan chispas. Mismo en el que Shinichi pone en duda sus propias palabras.

"¿Lo dije en voz alta, verdad?"

—Bésame ya —repite, sonando autoritario, casi desesperado; la ansiedad carcomiendo lentamente sus vísceras.

Comparten una mirada llena de confusión y deseo en ese instante, puesto que estando tan cerca no pueden evitar no sentirlo. Pero no se mueven. No se atreven.

Hattori, en un principio, no cree haber escuchado bien. La inesperada petición le ha sacado de su extraño mutismo al mirarle los labios, deseando besarlos, pero le ha costado aún más poder procesar la orden -porque él, sin lugar a dudas, le ha ordenado- y reunir la valentía de llevarla a cabo.

Aunque termina por no ser necesaria.

En ese instante es Kudo quien le toma de la nuca con más fuerza de la requerida y le arrastra hacia sí, chocando sus dientes en el proceso de tan ardiente beso; uno que dura poco ante la rudeza que ha aplicado.

—Ahora quién no se la pone fácil a quién... —susurra Hattori, medio quejándose por el dolor que le ha causado el golpe; siente el ligero sabor metálico de la sangre que le brota del labio, pero la ignora cuando sus ojos siguen la trayectoria de la lengua contraria.

Shinichi se está relamiendo sus propios labios adoloridos, hinchados, y Heiji no puede evitar sentir un tirón en la entrepierna ante la imagen.

Masculla una maldición ronca antes de apegarse a su cuerpo y asaltar su boca nuevamente, con más necesidad. Él le corresponde de inmediato, a la vez que se retuerce ansioso debajo de Heiji.

Ambos casi pueden sentir que la sangre se les sube al rostro con velocidad, enrojeciéndolos mientras se besan, la respiración haciéndose cada vez más dificultosa.

Shinichi siente que de pronto las manos le fallan, torpes y temblorosas, cuando las desliza por los hombros de Heiji. Necesita aferrarse a algo mientras se le agota el aire, mientras siente que la ansiedad le muerde la piel y la deja de gallina. Siente que no tiene suficiente control como para detener cualquier acción consciente. No sabe realmente si quiere tenerla.

Emite un gemido cuando el roce constante de sus cuerpos vestidos comienza a hacerse intenso, acumulando un calor insoportable y prácticamente desconocido. Heiji le responde con un sonido similar dentro de su boca y todo vibra, desde su paladar hasta el vientre, que se le aprieta con una sensación indescriptible.

La noche más larga de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora