Robado (1/2)

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—Bien, dentro de una semana podrás regresar al combate, pero por ahora estarás en reposo. — sus manos ayudaron a su paciente para sostenerlo, evitando algún decaimiento.

El hombre quien llevaba una venda en casi todo el brazo se levantó gracias a la ayuda de la chica. —Muchas gracias enfermera. — le dedicó una sonrisa y sus pasos continuaron hacia la salida, cerrando la puerta tras del clon.

Alisann bajó sus hombros, relajada. Las fuertes gotas impactaban contra la gran ventana de la habitación, era típico del lugar, el clima en Kamino siempre parecía estar entre las aguas, el cielo carecía de resplandor porque las nubes casi nunca se despejaban, dominando los cielos de la ciudadela flotante. Alisann vivía ahí, desde que los Kaminoanos vieron sus capacidades con la medicina, le dieron una oportunidad. Ali no tenía donde ir, convirtiéndose el lugar de los clones, su hogar.

Y al principio fue algo nuevo y raro para ella, ya que no estaba acostumbrada a ver hombres con las mismas facciones, voces, siempre los había visto bajo esos cascos de guerra, cambiando drásticamente su perspectiva, pero con el tiempo pudo aprender a adaptarse y recibir el hospedaje con los soldados. Y parecía increíble como la mayoría de los clones preferían ser atendidos por la chica que otro auxiliar. Alisann era hermosa, con rasgos que a cualquiera lo dejarían hipnotizado, una mujer entre todo un pelotón de hombres viendo la misma cara. Necesitaban ver algo de civilización en vez de Kaminoanos o droides.

La puerta se deslizó, avisándole a la chica que un nuevo paciente había llegado.

—Un momento. — le aviso de espaldas porque estaba ocupada guardando frascos en un estante. Al terminar, ella se giró con una sonrisa, pero esta se borró por la sorpresa. Y su corazón comenzó a latir desesperadamente. —Hunter. — sus labios se curvearon al decir ese especial nombre.

Al escuchar como su designación salía por esa angelical voz, el hombre le devolvió una carismática sonrisa.

Puede que los clones sean iguales, pero en el fondo eran personas completamente distintas, cada uno de ellos tenía algo que lo hacía especial, eso pensaba Alisann. Creados solo para un propósito, luchar o morir, sin tener derechos a algo más, muchos subordinados veían a los clones como objetos para la guerra, peones para la victoria, pero los ojos de Alisann veían todo lo contrario.

Todos esos soldados poseían corazón, razón, opinión. La chica pensaba en todas esas historias, deseos que algunos clones les contaba cada vez que llegaban a su bahía médica y se abrían ante ella, una vida que esperaban al terminar esta guerra.

Y ahí entraba Hunter.

Desde aquel día en que el sargento del Lote Malo había llegado en estado de gravedad, desde el momento en donde sus miradas se encontraron, Alisann supo que algo pasó, esa pequeña chispa dentro de ella se había encendido y Hunter no se quedaba atrás, cada vez que iba a dormir pensaba en la chica, la enfermera que salvó su miserable vida. Recordaba sus rasgos hasta que sus párpados se cerrasen, esperando para volver a verla otra vez.

—En que te puedo ayudar. — Ella se acercó, juntando ambas manos sobre la pequeña pantalla táctil sobre su pecho.

Hunter carraspeo. —Bueno, tengo un leve dolor en el cuello. — dijo mientras se acariciaba la nuca y movía la cabeza en forma circular. Y claro, con una expresión dolorosa en su rostro.

Alisann se cruzó de brazos, procurando no soltar la pantalla. —Mentiroso. — y no pudo evitarlo, pero sus mejillas se encendieron al pensarlo. Alisann miró a otro lado. Hunter siempre hacia esto, cuando tenía la oportunidad, el clon mentía sobre su salud solo para llegar a ella. Era un completo idiota.

Pero su mentón se tenso cuando las manos de Hunter sujetaron con tanta delicadeza su mejilla colorada, obligándola a enfrentar su vergüenza. Al principio Hunter era tan distante, un hombre reservado para los desconocidos, y en su tiempo, ella estaba incluida en esa categoría, pero cuando sus pensamientos se sumergieron ante el encanto de la chica, Hunter no podía resistir, sacando ese lado afectuoso hacia ella, pero solo ella.

De todos los clones, él era especial.

Su pulgar acarició la suave piel de la chica hasta llegar a su mentón, ambos no decían nada, no se movían, guardaban silencio, disfrutando de la compañía del otro. Hunter paso a mirar sus labios mientras los acariciaba, apreciando el suave rosa que dominaba el terreno carnoso. Ali por reacción abrió un poco sus labios, logrando que los latidos de Hunter se dispararan.

Estaba tan concentrado, su respiración era profunda, sintiendo en anhelo, esa fuerte necesidad. Hunter se iba acercando, hasta que sus ojos parpadearon al percatarse de algo inusual.

Era algo en los labios de Alisann, había algo en su aspecto que Hunter notó. Estos estaban más colorados de lo normal y analizándolo con más detalle, el clon frunció el seño al notar una pequeña marca en la comisura de los labios.

Alguien la había besado.

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Sus pasos se oían como droides pesados, Hunter había salido tan rápido de la sala médica mientras tiraba humo por las orejas, los clones lo veían de reojo por los pasillos, preguntándose en sus adentros la razón por aquella actitud tan malhumorada, pero no se entrometieron, siguiendo con lo suyo.

La puerta frente a él se abrió de golpe, entrando con desesperación a la habitación.

—¿Quién fue el maldito que besó a Alisann? — la puerta chocó contra el marco después de la alzada voz del clon.

Hunter estaba parado frente a la entrada de la habitación del Lote Malo, esperando entre el enfado contra las miradas confundidas de sus compañeros e hermanos quienes habían detenido sus acciones de golpe. Echo y Tech se miraron entre sí, mientras Wrecker sostenía a su pequeño peluche de felpa y alzaba sus cejas entre la extraña y abrupta pregunta.

Pero el silencio interrogador fue sellado por una corta risa.

 —Yo lo hice. — Crosshair se levantó de su puesto. —¿Y que vas a hacer al respecto? — se acercó al sargento a paso lento, jugueteando ante la amenaza mientras tomaba el palillo de su boca y lo lanzaba como si nada, hasta quedar frente a Hunter. —Nada.

Los demás estaban expectantes ante la fuerte declaración, pero también fuera de sí, perdiéndose en muchos detalles. Mientras que los tres hombres restantes se escondían bajo la incómoda tela del silencio entre sus miradas, la tensión que emanaba el otro lado del lugar era venenosa. Los puños de Hunter estaban apretados, sintiendo sus venas arder de la rabia, pero por fuera solo frunció el seño, arrugando sus facciones entre su tatuaje. Crosshair estaba igual, con la mirada más amenazante que poseía y su postura erguida, enfrentándole, sin tener algún tipo de vergüenza en sus palabras dichas.

Solo recordaba el momento exacto, los ojos desprevenidos de la chica, entre el sostener de sus brazos y cintura, mezclándose contra esa placentera sensación de sus labios chocando entre sí. Hasta que el empujón por parte de ella lo había terminado.

Entre los gritos y lamentos, el corazón de Alisann se había dividido, sufriendo el robo de la otra mitad por culpa del francotirador.

Crosshair no pudo ocultar la pequeña sonrisa que apareció en su rostro, presionando el gatillo que Hunter estaba esperando.

—Eres un sucio. — los puños finalmente saltaron contra su hermano. Hunter se abalanzó, olvidando todos sus principios como líder. Y Crosshair ni siquiera titubeó, devolviendo puñetazos que entre los impulsos y forcejeos, chocaban contra las mesas y espacios llenos de máquinas y munición.

Hunter estaba cabreado, pero no por la actitud irritante de Crosshair, era porque le robaron la oportunidad de ser el primero en besar a la chica de sus sueños.

Ni siquiera notó cuando sus compañeros ya los habían separado, estaba tan cegado por la rabia, hasta que volvió a la razón al sentir el leve dolor en su rostro y la sangre emerger de su labio. Ahora si tenia razones para ir a la sala médica.

Pero no olvidaría que su hermano había cruzado la línea.

Hunter | One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora