VI

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Otro día en la oficina, Yuta no podía prestar atención a los papeles que tenía que leer y firmar, porque había una mujer que veía a través de la ventana y lo distraía de sus deberes. Cada vez que dirigía sus ojos hacia ella, ella sonreía coqueta y lo saludaba.

Está tan buena.

—¿La abstinencia te está matando verdad?

Mark hace que desvíe su mirada y se asusta ante su repentina entrada.

—Puta, me asustaste— el menor río.

—¿Los firmaste, pervertido?

—Todavía no—él responde y Mark se acerca a la ventana para cerrar la persiana y bloquear la vista.

—Apúrate, los necesito para hoy.

Yuta suspira y comienza a leer los papeles tan importantes que su amigo necesitaba.

—¿Donde está Yurina?— Mark habia notado que no estaba con él y preguntó por ella.

—Se llevó a Aren a la casa de su hermana.

Él asiente estando sentado, esperando y viendo cómo el tipo frente a él firmaba de mala gana.

—He estado pensando en preguntarle por una cita—Yuta para de leer y lo mira—. Es una buena mujer y nos llevamos bastante...

—Es mi secretaria— el lo interrumpe con molestia, sin pensarlo, el comentario había salido automáticamente.

—¿Y? ¿Qué tiene de malo que sea tu secretaria y quiera salir con ella?

Quedó callado. Él no sabía porque había dicho lo que dijo. ¿Había algún problema? No, no debería haberlo, porque ellos no tienen nada más que una relación laboral.

¿Verdad?

Recordó que hace un par de noches la había besado, y que no se arrepentía de aquello. No le contó nada a Mark, no era relevante. Además, ¿por qué él querría saber?

¿Por qué él la estaba reclamando como su secretaria?

—Nada—le dijo—. Házlo. No coger con nadie me está volviendo loco y digo incoherencias.

—Buena suerte entonces—Mark toma la carpeta y se la lleva.

—Igualmente—murmura.

Tal como le había dicho a Yuta, Yurina estaba en la casa de su hermana porque su sobrino había invitado a Aren a jugar, se habían vuelto amigos en la escuela, y aprovechó para verla y hablar un poco con ella.

—Sabes que todo esto es innecesario, ¿verdad?

Yurina frunció el ceño escuchando a su hermana, que miraba seriamente a los niños que jugaban en la sala de estar con los juguetes desparramados en el piso.

—¿Que quieres decir?

—Te involucraste demasiado— la mujer deja de mirarlos para mirarla a ella, directamente a los ojos—. Tu eres su secretaria y ahora estás desempeñando el rol de niñera.

—El es mi jefe—no quería discutir y trató de evitar su mirada para no enfrentarla y explotar—. Yo soy su secretaria y es mí trabajo ayudarlo con todo

—Yurina—la llamó para que la viera—. Ambas sabemos que eso no es así.

Algo dentro de Yurina le decía que era verdad lo que ella estaba diciendo, pero de alguna manera se negaba a aceptarlo. No le había contado a nadie acerca del beso que Yuta le dio la otra noche, se sintió tan raro. No le disgustaba, solo que no pensó que un hombre como él se interesaría en ella. Él era todo lo opuesto a lo que describiría como un hombre ideal.

¡Sorpresa! » nytDonde viven las historias. Descúbrelo ahora