En todo el fin de semana, Yuta no supo nada de su secretaria. Yurina estuvo ocupada pensando en qué hacer, y después de tomarse dos días de descanso, había hecho una decisión, que le dolería, pero era lo mejor que podía hacer.
El lunes a la mañana, se presentó en la compañía, vestida con ropa casual, decidida a retirar todas sus cosas para renunciar y no volver nunca más a ese lugar.
Cuando le dijo a su hermana que todo esto iba a parar, nunca pensó que sería de esta manera, estaba pasando, sí, pero en su cabeza creía que conservaría su trabajo y seguiría viendo a Aren. Creía que podía cambiar a su jefe, hasta que se dio cuenta que él no tenía remedio, y que si se quedaba, probablemente él seguiría teniendo su vida de soltero mientras que ella se encargaba de su hijo.
Yurina era una secretaria, no era su pareja, ni su niñera. A ella le pagaban para arreglar sus horarios y ayudarlo con su trabajo.
Su trabajo.
Se llevó los dibujos de Aren, los primeros que hizo cuando recién había llegado. Las lágrimas se acumularon al recordar cómo él le explicó que la cucaracha era Yuta, empezaron a salir de sus ojos al encontrar uno en el que estaba ella, él y Yuta agarrados de la mano, Aren ya había dejado de ilustrarlo como un insecto.
¿Por qué esto es tan difícil?
Ahora que se reveló la verdad, no le importaba lo que hiciera Yuta. Si se quedaba con él o lo daba en adopción ya no era de su incumbencia. Solo esperaba que a ambos le fuera bien, y que el niño no sufriera.
Dejó el edificio antes que su ex jefe llegara para trabajar.
Mark se había enterado de todo, y entendia su desición de renunciar, aunque no quería que se fuera. Él le ofreció ser su secretaria en su lugar, puesto que agradeció y amablemente rechazó. Aceptarlo implicaría ver todos los días a Yuta y lo que más necesitaba ahora era borrarlo de su vida.
El japonés se estaba arrancando los pelos del estrés, todo le estaba yendo mal. Recogía tarde a Aren, no tenía tiempo para ayudarlo con su tarea, llegaba a deshora a sus reuniones porque se olvidaba de anotarlas en algún lado.
Y para colmo, su amigo no le hablaba a no ser que fuese una emergencia.
—¿Cuando vas a dirigirme la palabra?— pregunta el mayor, desesperado por entablar una conversación con Mark.
—Eres un idiota—él murmuró en respuesta.
—¿Perdón?
Mark suspiró, azotando los papeles contra el escritorio.
—Lo que le hiciste a Yurina fue de completo idiota. La engañaste y todo porque querías mojar tu pito— hace una pausa para tomar aire y sigue hablando. —Nunca te dije nada acerca de tus relaciones porque es tu vida privada pero esto se fue de las manos, no puedes vivir haciendo todo lo que quieres cuando quieres, y menos siendo padre.
Cuando llegó a su casa, por primera vez en mucho tiempo, Yuta lloró. Por cansancio, por estrés, porque ella no estaba. Así que ¿así se sentía cuando sus padres se estresaban y él y sus hermanas estaban presentes?
Por un momento, pensó en llamar a una de sus hermanas, pero descartó esa opción y se puso a pensar mientras ayudaba a Aren a hacer su tarea.
Hace dos semanas que estaba viviendo con su hijo. Lo bañaba, le hacía el desayuno, lo llevaba a la escuela, hasta incluso había dejado de maldecir tanto frente a él. Su presencia no lo molestaba, se había rendido de encontrar a su familia, y Aren había admitido que le gustaba tenerlo como papá.
No puedo arrebatarle lo único que tiene ahora.
Y Yurina. Reflexionar hizo que Yuta también se diera cuenta que se había enamorado de su dedicación hacia él, hacía Aren, cuando en realidad no tendría que haberlo hecho. Le gustaba cuando ella jugaba con el niño, como su tono de voz cambiaba a uno mucho más dulce cuando hablaba con él, las veces en las que la veía en la cocina cocinando no solo para Aren, si no que para él también.
—¿Que tal si visitamos a Yurina?— pregunta mirando a Aren, era obvio que él iba a aceptar.
—¿No es un poco tarde?—responde devuelta, Yuta niega con su cabeza.
—A ella le encantará vernos.
Nueve de la noche, Yurina ya habia cenado y estaba a punto de irse a dormir luego de mirar un par de películas para distraerse sin embargo, unos toques en la puerta hacen que se confunda, no esperaba a nadie y tampoco había pedido nada.
¿Quien podía ser a esta hora?
Abrió y y no encontró a nadie. Unos carraspeos hicieron bajar su mirada y encontrar a Aren.
—¡Aren!—dijo sorprendida, agachándose a su altura.—¿Que estás haciendo aquí? Es muy tarde para ti— él rodeó su cuello con sus brazos para abrazarla.
—Queríamos visitarte.
—¿Queríamos?
—Si—una voz grave responde su pregunta. Yuta apareció en su campo de visión, se encontraba relajado, con sus manos en los bolsillos. La chica estaba punto de hablar y echarlo cuando se adelanta y empieza a decir todo lo que pensó mientras conducía hasta su hogar. —He sido un idiota, lo sé, y créeme que me duele al igual que a ti. Me di cuenta que sin ti soy un desastre, te extraño en la oficina, te extraño en mi casa, Aren te extraña también.
Su ojos se estaban volviendo brillosos a medida que él seguía emitiendo sus palabras.
—Vine aquí para disculparme frente a frente, como lo hace una persona valiente, porque no quiero perderte, dejaré mí anterior vida, dejaré de ser promiscuo como muchos me llaman, moveré cielo y tierra para que mí hijo tenga todo lo que yo tuve y más, y definitivamente, te quiero a ti en mí día a día, porque no me imagino una vida sin ti siendo parte de ella.
—Papi, dijiste que estaría feliz de vernos, ¿por qué está llorando?—Aren dice limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas de manera torpe. Ella rio al escucharlo y le dio un abrazo.
—Lo siento, Yurina, realmente lo siento.
Se acercó a Yuta con Aren en sus brazos y le dió un beso.
—Te perdono, pero por favor, no hagas que me vaya otra vez.
—Créeme no lo haré—él responde apoyando su frente contra la suya.
—Yo también quiero un beso, Yurina.
ESTÁS LEYENDO
¡Sorpresa! » nyt
FanficYuta es todo un hombre de negocios que no tiene planes de casarse ni formar una familia, sin embargo todo esto cambia cuando alguien le deja un curioso regalo en su oficina y hace que todos sus deseos cambien. LIBRO #1