10. Tadashi Yamaguchi.

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Él, era él, no había duda.

Tenía muchas más cosas que amaba de Yamaguchi, tantas, que estaba seguro de que no cabrían en ese cuaderno: su nariz, su voz, su risa, su carácter, sus bromas, sus manos...

La mejor manera de resumir todo lo que le gustaba de su amigo era así: él. Tadashi Yamaguchi. Era todo lo que quería, por fin había podido dejar sus principios de un lado y darse cuenta de una buena vez de todas las sensaciones que Yamaguchi le producía con una simple mirada.

Pero aquí la pregunta: ¿Qué iba a hacer al respecto?

Nada.

Aunque Tsukishima fuera altanero, orgulloso y un poco -muy- egocéntrico, no dejaba de tener inseguridades, y la de que Yamaguchi no saldría con alguien como él era muy grande.

No podía arriesgarse a que por unos estúpidos sentimientos Yamaguchi se fuera de su lado. No lo soportaría. La única idea de no tener más ánimos, sonrisas, apodos y regaños por parte de Yamaguchi le aterraba. No iba a dar el paso. No podía.

-Daichi -decía el rubio acercándose al mayor una vez el entrenamiento había concluido.

-¿Sí?

-Esto...gracias.

-¿Por qué?

-Si no me hubieras dado esto, no me habría dado cuenta de las cosas que... me pasan.

-Ah, no hay de qué, hombre. Es un placer ayudar a un amigo -¿desde cuándo eran amigos?

-Sí...

-¿Qué piensas hacer?

-¿Qué?

-¿Cómo piensas declararte?

-No pienso hacerlo.

-Venga, tiene que ser algo especial, si te gusta mucho. Unas flores, una canción, una velada... puedes escribirle un poema o algo ¿te ayudo?

-¡No! No estoy preparado para eso...no lo haré.

Daichi le miró y le lanzó una sonrisa triste. Él entendía como era eso de que el miedo no te dejara afrontar quién eres y qué quieres hacer. No iba a presionar más al chico, ya es suficientemente difícil aceptar que te gusta un amigo.

-Te entiendo -fue lo que Daichi le dijo- ¿me ayudas a recoger los balones? le tocaba a Nishinoya, pero el listo se ha ido corriendo.

Tsukishima asintió y comenzó a recoger los balones que estaban desperdigados por el gimnasio.

Lo que el rubio no sabía es que las paredes eran muy finas, y que un chico que se había quedado fuera para esperarlo ahora se encontraba tratando de retener sus lágrimas y fallando en el proceso, todo por haber malentendido la situación.

Yamaguchi decidió irse antes de que su amigo saliese, porque sabía que si lo miraba a la cara le iba a preguntar que le pasaba, y en esa situación, Yamaguchi no podría contener sus sollozos.

10 cosas que me gustan de Tadashi Yamaguchi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora