- 1 - Astrid

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Dicen que cada alma encuentra su camino. Como y cuando lo encuentra, es la cuestión. Astrid logró tener el trabajo que siempre soñó, ser la dueña de su propia panaderia, pero el como lo logró fue algo que ni ella ni su padre se hubieran imaginado. Fue de ese tipo de sorpresas que te da la vida como cuando encuentras en oferta tu vestido favorito. Desafortunadamente no siempre fue color de rosa.

Todo empezó con una pequeña niña que adoraba hornear con su mamá. Para ellas el pan dulce era una tradición familiar, pero no sólo comerlo sino también hacerlo. Su mamá siempre le decía que para que saliera perfecto se tenia que hacer con el corazón. Astrid, como toda una niña inteligente, aprendió cual era el secreto para hacer un buen pan. Todos los fines de semana le ayudaba a su mamá en la panadería y soñaba con continuar el legado que le quedaría.

Su padre es un hombre bastante trabajador y amoroso. Siempre apoyó todos los proyectos de su amada aurora. Cuando ella empezó con la idea de la panadería, no dudo en hacerle su local y ayudarla a crecer. Rápido se estableció muy bien, gracias a las recetas excepcionales de aurora. Eran una pareja de soñadores. Astrid creció con ese ejemplo de apoyo incondicional.

Los años pasaron y desgraciadamente su mamá enfermo muy joven y tras meses de lucha le tocó partir. Astrid era muy chica para poder hacerse cargo de la panadería. Aunque se ofrecía como ayudante, su padre con tantas deudas del hospital no podía con la responsabilidad, así que llegó el momento en que no le quedó de otra mas que venderla y el trabajar en algo que le redituara mas. Para la pequeña Astrid fue un golpe duro que la marcaría para siempre. Su sueño de seguir con el legado de su madre se empezó a marchitar.

Al ella seguir creciendo su papá la empujaba a no renunciar a su sueño. La alentaba siempre diciéndole las mismas palabras.

- Tesoro tu heredaste el sazón de tu madre no lo desperdicies-

- Papá ya aplique en varios trabajos si las panaderias no me llaman pues sere recepcionista y tendrás que conformarte con ello, trabajo es trabajo-

- Pequeña pero tu sueño es importante contestar telefonos no es lo tuyo. Aparte yo todavía soy quien sustenta la casa así que puedes rechazar trabajos hasta que encuentres uno que haga uso de tus talentos-

- Te estas convirtiendo en un viejo casca rabias- le dice mientras le aprieta un cachete y le da un beso- Sabes que no te puedo dejar todo a ti, yo soy la que más gasta agua al bañarse y soy la única que usa el Internet, así que no insistas tomaré lo que me den- lo mira con ojos retadores y al señor Mauricio no le queda de otra más que levantar las manos en señal de rendición.

Nuestra querida Astrid es una mujer de carácter fuerte pero su corazón es más suave que un bombón. Su padre es lo único que tiene así que lo cuida como oro molido. Ella sabe que tiene un papá relativamente joven, cumpliría 47 este año, lo suficientemente fuerte para seguir trabajando. Pero Astrid no quiere ser una carga para el. Los golpes de la vida la llevaron a madurar muy rápido y a tener un sentido responsabilidad más desarrollado. El haber perdido a su madre la hizo aferrarse a la idea de no ser una carga difícil para su papá ya que miraba como el sufría mucho tambien.

Gracias a su padre, que jamás quito el dedo del renglón, Astrid estudio gastronomía y se especializó en repostería. E igual que su madre tenía una pasión por el pan dulce. Cada que horneaba pan el aroma le recordaba a su madre y su corazón se llenaba de nostalgia pero de la buena, de esa que te hace sonreír y te inspira a seguir.

Nunca fueron una familia de mucho dinero, pero nunca hubo carencias. El momento más duro económicamente para esta familia fue en la época de enfermedad de su madre. Con tantos meses internada y tratamientos tras tratamientos la economía del señor Mauricio si se vio afectada. Pero al ver a su hija no podía simplemente dejarse caer. Siempre a trabajado duro para darle todo lo puede a su hija.

Como El Pan Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora