Capitulo 1: Ira

23 3 0
                                    

El tiempo pasaba sin yo si quiera inmutarme. Las horas pasaban a una velocidad vertiginosa, pero por primera vez, me daba igual. Me daba igual cuanto tiempo pasara, cuanto tiempo no lo hiciera y cuanto tiempo estaría perdida en mi memoria y pensamientos. Ninguna lágrima salió de mis orbes marrones, decidieron quedarse al margen hasta que asimilara que el amor de mi vida me había roto el corazón en una infinidad de diminutos pedazos, como si este fuera una hoja de papel; endeble y frágil. Pasaron un par de horas en las que la ira repentina se apoderó del control de mi cuerpo. En vez de sentir la tristeza momentánea que sentí en un primer momento, sentía ira. Un ira indescriptible. Ese no era el Kuroo del que me enamoré. Él no hubiera sido capaz de dejarlo sin previo aviso ni motivo, porque no era normal que ayer estuviéramos bien y hoy hubiera decidido por su fuerte sentido repentino de individualismo tirar 4 años a la basura sin previo aviso. Sentía como poco a poco, un odio que nunca pensé experimentar hacia él se iba despertando. Pensé que sería buena idea tirar todo lo que me había regalado; y así lo hice. Tire todo. Literalmente, todo. Hasta la cosa más pequeña e insignificante acabo rota o en la basura. Porque no quería  nada suyo en este momento. Porque todo me recordaba a él. Porque todo aún tenía el olor espantoso de la colonia que le regaló su padre por navidad hace dos años, esa colonia que solo usaba para venir a verme porque sabía que no me gustaba el olor, y siempre acababa yo con más litros de colonia de esa encima que él. ¿Debería tirar sus sudaderas por la ventana o quemarlas? Opte por la primera. Sin previo aviso, el suelo del barrio de Shinjuku se llenó de sudaderas negras. Pero, por una vez, no me importaba en absoluto nada. Solo quería deshacerme de su puto olor, de sus cosas, quería deshacerme de nuestros recuerdos. Quizás mi reacción haya parecido exagerada, porque una persona normal después de una ruptura con la persona que más haya podido querer se ahogaría con sus propias lágrimas, pero mi relación con Kuroo siempre fue distinta. Ambos nos conocimos de pequeños, y desde ahí, crecimos juntos, él me vio en mis momentos más vulnerables, compartimos lágrimas, anécdotas y risas. Pero, quizás lo que más me dolía, es que llevaba enamorada de él desde que tenía uso de razón. Es un año mayor que yo, y mi admiración por el desde pequeña fue enorme. Era un chico aventurero, sin miedo a nada, buen oyente y sobre todo, un chico con las ideas claras. Cuando me encontré con el por primera vez, tenia 6 años y el 7, y caí embelesada por el como si me hubiera hechizado; hasta hace poco no encontré el motivo de aquel enamoramiento tan rápido sin siquiera haber cruzado palabra con el, pero caí en la conclusión de que era idéntico a mi personaje favorito de una serie que veía de pequeña. Y es que, en un primer plano, no me equivocaba con el. Tenía todas las cualidades para ser el primer amor de cualquier persona, y a medida que crecía, incrementaba. Jugaba como bloqueador central del Nekoma, el instituto donde ambos estudiábamos. Creo que todo el mundo de su curso había caído alguna vez en los brazos del apuesto peli negro Kuroo Tetsuroo. Y para no hacerlo, la verdad. Recuerdo que en mis ratos libres siempre le
iba a buscar y a obligarle que me explicara cualquier cosa de física, aunque ya la hubiera entendido, me encantaba su forma de explicar todo y la sutilidad con la que elegía sus palabras para que yo lo entendiera, era mágico. Por eso, nunca pensé que podríamos estar juntos, porque desde aquel día que lo encontré intentado escalar un árbol, cuando me enamoré sin más de él, me había tratado como una hermana pequeña, y yo a él como mi hermano mayor. Siempre había estado detrás mía, había actuado como una columna para que nunca me derrumbara, y muchas veces, el había sido el causante de mis derrumbes sin siquiera saberlo. Pero me mataba lentamente verle con otras chicas. Siempre había sido un chico que coqueteaba por naturaleza, pero si no le conoces, es fácil creer que en serio quiere algo contigo. Por eso no supe si cuando se me declaro iba de coña o en serio. Lo recuerdo como si ahora estuviera ahí; era el día de la graduación de los de tercero, el día que Kuroo se marcharía para ir a la universidad mientras que yo tendría que quedarme otro infernal año más aquí, sin él. Intente no ir a su graduación, porque me dolería como nunca. Pero, contra mi fuera de voluntad, acabe yendo. Aún recuerdo la serie de estupideces que dijo en su discurso, entre ellas chistes que ni supo formular bien por los nervios. Todo un desastre, pero así era el, un desastre, como su pelo negro que se peinaba en un extraño tupe. Cuando termino la ceremonia, decidí marcharme antes de que Kuroo me viera, conteniendo las lágrimas. Ande lo más rápido que pude hasta la salida, hasta que sentí como unos largos dedos me agarraban del brazo. Me giré sorprendida y vi su sonrisa de siempre, pero esta vez, era una más humilde, y hasta podría decir que sincera. Me detuve en seco y nos miramos el uno al otro por lo que me pareció una eternidad, hasta que me tire a sus brazos. Jure que no iba a hacerlo, pero la situación dio un vuelta inesperada cuando vi que sus ojos también se llenaban de lágrimas. Fue el mejor abrazo que me dieron en toda la vida. El primer abrazo en el que sentí como si todos los hilos de mi cuerpo se enredaran de alguna forma entre los suyos, instalando un vinculo que, hasta ese día, pensaba que era unilateral. El peli negro me tomo de las manos, y de la forma las cursi del mundo, me besó. En ese momento, comprendí que el vínculo que habíamos formado y cultivado por tantos años,  era un vínculo mucho más fuerte que el amor que podíamos sentir fraternalmente por el otro. Descubrimos que era el amor más bonito y puro que podíamos comprender y experimentar, el amor mutuo. Ese mismo  amor que nos llevó a hacer locuras, estupideces, y sobre todo, que nos llevó hasta la felicidad. Al menos eso creía. Creía que era una felicidad mutua. Pero, después de todo, creo que no lo era. El primer año de relación fue complejo; era su primer año de universidad y mi último año en preparatoria y perdimos poco a poco el contacto. Pero nunca decidimos apagar la llama. Después de que Kuroo se marchara, me hice íntima amiga de un chico que, hasta el día de hoy, es mi mejor amigo. Kozume Kenma, un chico que también jugaba en el equipo de volleyball del Nekoma, se saltaba clases por jugar videojuegos, y ahora, por los videojuegos, estaba forrado de dinero. Durante el último año de preparatoria, Kenma y yo desarrollamos una amistad que se basaba en la simbiosis, pero que poco a poco, dejó de ser simbiosis y se convirtió en querer ayudar al otro sin esperar nada a cambio, que hasta el día de hoy sigue siendo igual. Cuando me gradué, mi relación con Kuroo llego a su máximo esplendor; nos veíamos todos los días y a cada rato que podíamos. Porque eso ya empezaba a dejar de ser un amor adolescente y a convertirse en un amor más salvaje y pasional, el amor adulto. El estudiaba ciencias sociales, mientras que yo intentaba cumplir mi sueño en medicina. Kuroo seguía jugando al volleyball, pero debido a una lesión, tuvo que dejarlo. Recuerdo que, nada más dejar el volleyball, empezó a vivir conmigo. Ambos teníamos nuestra propio pequeño piso que habíamos conseguido trabajando duro en trabajos de tiempo parcial, pero en esa época, Kuroo pasaba más tiempo en mi casa que en la suya. El tiempo que vivió conmigo nos ayudó para entendernos más de lo que ya lo hacíamos y experimentamos nuevas sensaciones que aún desconocíamos. Fueron tiempos bonitos hasta que, decidió estudiar fuera de Japón a Estados Unidos por una temporada. Ahí fue cuando, por lo visto, nuestra relación debió empezar a desmoronarse. Debido a la diferencia horaria, hablar por teléfono se nos hacía complicado, pero siempre encontrábamos el momento, aunque fuera corto. Pero esto solo duro las dos primeras semanas, hasta que Kuroo conoció las famosas fiestas universitarias de los Estados Unidos. Sentía como una puñalada en el pecho cuando veía sus fotos en Instagram de fiesta, mientras que cuando él estaba pasándoselo genial entre alcohol, yo estaba sin noticias de él, sin saber si estaba bien o mal. Cuando volvió de America, nuestra visión por el futuro había cambiado radicalmente, pero nunca lo considere como un problema en nuestra relación. Hasta hace unas horas. Hasta hace unas horas, pensaba que éramos la pareja ideal, pero por lo visto, eso solo estaba sucediendo en mi imaginación.

Warning Lights Under The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora