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Cada segundo que pasaba, Jihyo se daba cada vez más cuenta de que no podía sacar a la rubia de sus pensamientos. Llegaba a casa pensando en ella, comía pensando en ella, hacía la tarea pensando en ella y por supuesto, se iba a dormir pensando en ella. Sana se había quedado a vivir en la mente de la castaña y ésta última no tenía ninguna intención de cambiar eso.

Después de su ataque de celos en clase y que Sana la tranquilizara, cosa que agradeció, se fue a casa. Al día siguiente tenía clase y coincidía con Sana en 3 de ellas, con lo cual estaba contenta. Esta vez sí pudo sentarse al lado de su amiga ya que Dahyun no había venido, intentó pensar que no era una excusa, que si hubiese ido a clase Dahyun se habría sentado a su lado igualmente, pero dejó de pensar y prefirió dejarse llevar.

Pasaron las tres horas mirándose y haciendo tonterías. El profesor les llamó la atención dos veces, ésta última casi acaba en expulsión de clase, pero gracias a Dios no fue así.

-¡Sana! Shhhh para, el profesor nos va a echar-dijo Jihyo intentando apartar la mano de la mayor, que se encontraba en su barriga, intentaba meterla dentro de su camiseta, Sana tenía las manos frías y quería que Jihyo lo notara para asustarla.

-Pero mira que frías están Hyo.-continuó intentando meter sus manos dentro de su camiseta, ya que Jihyo se las había sacado. Las dos estaban riéndose en voz baja, pero Sana consiguió tocar su barriga con las manos frías y esto provocó que la castaña soltara un grito.

-Bueno, ya basta se van de la clase.-espetó seriamente el profesor mirando a ambas. Jihyo y Sana se soltaron e incorporaron en su asiento del susto. La mayor no quería que echaran a Jihyo por su culpa.

-Perdón, fue culpa mía.-Sana bajó su cabeza mirando al suelo.-no la eche a ella de clase. Yo la estaba molestando, écheme a mí.-La valentía de Sana hizo que el profesor rodara los ojos y suspiró, él tan solo quería continuar su clase y la espera ya estaba comenzando a ser larga.

-Bueno, siéntate, pero no hablen más o saldrán afuera las dos. Me da igual quién haya empezado -dijo el profesor un poco cansado con el tema y ambas chicas asintieron frenéticamente.

Al acabar las tres primeras horas de clase llegó el recreo. Sana, Jihyo, Nayeon y Jeongyeon se encontraban en los bancos del patio. Estaban conversando sobre si los aliens eran reales o no. Jeongyeon y Nayeon estaban convencidas de que sí, que pronto invadirán el planeta ya que hay muchos famosos illuminatis en la tierra, y nos tienen a su poder. Una movida, básicamente. En medio de esa conversación, por la puerta del instituto, apareció Dahyun. Fue corriendo hasta Sana para darle un cálido abrazo, al fin y al cabo era su única amiga en el colegio y congeniaron muy bien. Quizá fue un poco exagerado pero Sana no le dio importancia.

Nayeon, Jeongyeon y Jihyo miraban la escena un tanto atónitas porque no sabían quién era la pelinegra, excepto la castaña, que la miraba con rabia y sus celos comenzaban a crecer de nuevo.

-Perdón por ser tan bestia, me ponía un poco nerviosa entrar en el recreo y no ver ninguna cara conocida. Te vi y me vine arriba tuyo.-dijo Dahyun mirando a Sana, ignorando que habían tres personas que estaban mirándola. Sana rio y le contestó.

-No te preocupes, te entiendo. Yo también lo habría hecho.-dijo la rubia haciendo que ambas rieran.

"Yo también lo habría hecho" ¿en serio Sana? ¿de verdad?, pensaba la castaña mientras veía la escena.

Se hizo el silencio así que Sana pensó que sería buena idea presentarle a sus amigos, incluida Jihyo. Algo de ella tembló porque creía que se avecinaba tormenta. La última discusión que tuvieron fue por culpa de Dahyun, aunque sea de manera indirecta.

-Chicas, ella es Dahyun, viene de California y es nueva. Ellas son Nayeon, Jeongyeon y Jihyo.-Sana hizo una seña a cada una de sus amigas conforme las presentaba, para indicarle a Dahyun quién era cada una. La pelinegra fue acercándose una a una para saludarlas, lo hizo por orden de presentación así que la última fue Jihyo. Dahyun notó como la castaña estaba muy tensa y a ella le encantaba jugar, así que quiso picarla un poco, sin saber con certeza cómo reaccionaría pero a decir verdad. No le importaba. Se inclinó a darle dos besos y al separarse le habló.

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