05. just watch him

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CAPÍTULO CINCO:
SOLO VIGÍLALO


Después de unas horas en las que se pasaron escuchando música, Alana notó que ya era hora de salir; el tiempo se había pasado volando y ni ella ni Sirius se encontraban listos para la fiesta (la cual Sirius no sabía pero sospechaba de su existencia).

Alana estaba pensando con rapidez en algunas opciones de cómo decirle al ojigris que se alistase para su fiesta sin que sonara muy evidente, pero en todos los finales posibles que lograba encontrar, Sirius terminaba enterándose hasta antes de partir.

— ¿Quieres salir a pasear y ver el atardecer? — preguntó la castaña dándose una vuelta de manera rápida, quedando a espaldas de él para que no se notara su mentira.

— ¿Ahora? — preguntó algo desconcentrado mientras paró el tocadiscos, dirigiéndole una mirada quisquillosa.

— No, mañana — ironizó Alana girando sus ojos y soltando una pequeña carcajada.

— Bien, deja que me alisto — respondió Sirius sin rodeos, dirigiéndose a su armario y sacando unas cuantas cosas.

Ante esto, Alana celebró internamente, sabía que si le decía a su amigo para que saliesen, este no lo haría desarreglado (aunque a decir verdad no se encontraba para nada mal, pero como Alana sabía, su amigo era Sirius, por lo que esperaba esa respuesta).

— Yo haré lo mismo — susurró con suavidad, avanzando despacio hacia la puerta y saliendo, "así ella también podría hacer lo mismo".

Sirius no se había dado cuenta en que momento su amiga se había retirado, no había escuchado el susurro proporcionado por ella, pero aún así supuso que iba a hacer lo mismo que él.

Consideraba que estaba pasando un muy buen cumpleaños, y, lo mejor para él es que todavía no acababa el día, por lo que podría pasarlo con sus "desaparecidos" amigos, aunque evidentemente el desaparecido resultaba ser él.

Mientras tanto en las tres escobas todo resultaba ser una locura, exactamente la organización para la fiesta resultaba ser un caos. Habían coordinado con Madame Rosmerta para la noche, por lo que en la mañana y tarde estaría libre para todo visitante en Hogsmeade que quisiese una buena cerveza de mantequilla.

— Si Alana no se aparece ahora te juro que venderé sus discos — farfulló James demasiado estresado por toda la presión que en ese momento estaba recayendo en él.

— Son vinilos — corrigió un Remus muy cansado.

No habían dormido nada y todo el día se la habían pasado estudiando o terminando de coordinar algunas cosas para la gran fiesta de Sirius.

Accidentally in Love | s. blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora