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Una tristeza que ya le era familiar se apoderó de su rostro, seguida de deseo masculino.

—Eres tan diferente —murmuró, aún la tocaba. La estudiaba como si quisiera memorizarla.
—¿Diferente de quién? —preguntó con suavidad.
Parpadeó y despertó de su ensimismamiento.
—De todos, supongo.
Y después, por fin, la besó, la besó con verdadera pasión. Piel sobre piel, boca sobre boca, se desplazó a su mejilla, a su frente, a su cuello.

Frases de La cumbre escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora