Capítulo I

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Se lee mejor en: "modo desplazamiento".

 El dinero es poder. El dinero doblega voluntades. ¿Has escuchado aquella frase que dice: "por dinero baila el mono"? Es precisamente lo que hace. Solo es cuestión de mover un par de efectivo y tendrás a todos los hombres besando tus pies, e incluso un par de mujeres, por qué no. El dinero no conoce raza, género, color u origen; todos lo queremos, todos queremos experimentar y probar un trozo. Dicen que las personas millonarias suelen vivir deprimidas, y sí, a veces me pasa, pero nada que una noche en un yate con mi hermana no repare en un par de horas. Si te ofreciera mil dólares por lamer mis pies arrodillado, ¿Lo harías? Probablemente incluso gratis, soy hermosa y poderosa, soy el paquete completo.

—¡No!, ¡Ahí no!, ¡Si sigues así yo...! —Gimió en completo estado de excitación.

—¡Qué patético! —Exclamé tomando las riendas—. Estoy seguro de que estaba con un hombre, no con una mariquita.

—¡Voy a acabar mi dulce Angela! —Gritó repleto de placer.

—Shhh —Tapé sus labios con mi dedo y me levanté desconectando nuestros cuerpos—. Mejor que te quedes con las ganas.

—¿¡Cómo me vas a hacer esto!? —Intentó agitarse en todos lados.

—Me gustan los chicos morenos —Lamí uno de mis dedos de forma sensual—. Pero tú no me convences, eres demasiado sumiso.

—¡Pero tú me dijiste que...!

—¡Basta, sumiso! —Le golpeé con un látigo; el sonido fue encantador—. Estás muy por debajo de mis expectativas.

—...¿Al menos me puedes soltar?

—Hasta luego —Me despedí encantadora con un gesto de mano.

Me gusta el coito, lo amo, me fascina. El alcohol y el sexo son dos compras que puedes conseguir fácilmente cuando tienes dinero y belleza. Yo soy una mujer de facciones bien definidas y un poco redondeadas, pero para nada una chica gorda. No es que esté en contra del peso de los demás, sea cual sea lo que diga tu balanza, probablemente yo me vea mejor que tú, lo siento. Tengo un cabello largo y lacio de color negro; siempre me maquillo para quitarte el aliento, y encima utilizo un delineado que explota el rasgado de mis ojos para hacer una decoración hermosa. Me he planteado someter mi cuerpo a cirugías estéticas para tener un poco más de pechos, no tengo pocos, pero me gustaría tener mucho más que esto; se me quitan las ganas cuando pienso en que un par de cerdos tengan que hacer lo que sea que hagan conmigo. No me llama la atención ese tipo de manipulaciones. Siempre con permiso, no pidan menos chicas.

Ahora me encontraba justo dentro de una de mis muchas habitaciones. Comencé a vestirme con mi escote rojo y me aseguré de verificar mi maquillaje; ese cerdo no supo aprovecharme lo suficiente. El hombre tiene una apariencia atractiva, ahora se encuentra atado de brazos entre las esquinas de una cama que ha visto de todo; se agita un poco para poder salir, pero la verdad no me ofreció lo que yo esperaba de él. Tenía buen tamaño y complexión en cada una de sus partes, es por algo que me esperaba mucho más de lo que se me ofreció incluso. Llevar el control es lo mío, aprovecho ese metro setenta y cinco al máximo para que todos babeen en mi presencia.

La habitación estaba a oscuras con estas luces Led de color que tanto son populares en todos lados. No hay muchas cosas que destacar: es una habitación de invitados, y Dios no quiera que alguien se atreva a entrar a mi habitación concurrente. Una cama, una televisión pantalla plana y un armario para esconder infidelidades. Respecto a mi cuarto, siempre lo cierro con llave y les pago a un par de guardaespaldas para que lo cuiden junto al de mi hermana Angélica; se preguntarán un poco por ella, pero pronto la conocerán en todo su esplendor, habrá tiempo de sobra para contar la historia.

Un sentimiento que me genera un montón de placer, es aquel que ofrece la música distante mientras estás en una habitación. En medio de la fiesta no te da para oír ni tus pensamientos, pero cuando te encuentras encerrado en un cuarto la cosa puede llegar a cambiar significativamente. Las canciones toman un tono de distancia, pero sin dejar de oírse desde allí. Puedes ser presente de la música y testigo de los jadeos más bajos de tu acompañante.

El día de hoy no me encontraba tan arriba de alcohol, y estaba totalmente libre de otras sustancias. Los dolores de cabeza que suelen presentarse frente a mí no suelen ser agradables. Tengo pastillas que tomo a montón sin tomar demasiado en cuenta las consecuencias. Uso condón y hasta el momento no he utilizado anticonceptivos; no dejaré que esos vagos, por más hermosos que parezcan, dejen toda su mugre dentro de mí espectacular figura. Con o sin preservativos, no dejo que me atraviese ni una sola gota. Tampoco dejo que los hombres decidan utilizar sus propios cuidados, nada me consta que no le clavaron un alfiler para embarazarme y tratar de vivir de todas mis riquezas casi inagotables. Las personas son cerdas, no saben dejarme en paz; no saben apreciar la espectacular presencia de una diosa encarnada.

Peiné mi cabello y me coloqué una cola de caballo. Aquel desgraciado me estaba empezando a molestar con tantas súplicas de que le dejara salir. No ha entendido que voy a irme, solo que tengo la calma de arreglarme y verme bonita. Afuera me esperan decenas de personas deseosas de más; mi record ha sido de cuatro acostones en una sola noche. Las mujeres suelen dar más placer, ellas te conocen como nadie más, pero sin duda les falta algo, les falta algo entre las piernas.

Escuché unos golpes en la puerta, llevan un buen rato ahí. No encuentro mi teléfono, espero que no lo hayan robado otra vez. Las ventajas de ser hija de unas de las compañías más prestigiosas del mundo conocida como "PandaDroid", tiene sus ventajas. Ya ni me preocupo en cuidarlos, igual y necesitaba un nuevo modelo.

Los golpes seguían incesantes y molestos. Me decidí ir a abrir la puerta.

—Ya me voy, cariño —Hablé dulce y bien entonada.

—¿Me vas a dejar aquí atado?

—Cuídate, bebé. Practica con tu almohada —Le di la espalda de forma coqueta.

Finalmente abrí la puerta de un golpe. Quién habrá osado interrumpirme de esta manera.

—¡Eres un hijo de puta si crees que...! —Me quedé de piedra—. Oh, Lorena.

—Rápido, An. Necesitamos tu ayuda aquí abajo —Me suplicó con sus manos.

—¿Otra pelea?, ¿Están durmiendo a las personas? —Hice un bufido desde lo más profundo de mis adentros—. Busco la escopeta, ya vuelvo.

—¡No, no!, ¡Nada de eso! —Tomó mi muñeca cuando estuve a punto de irme—. No todo se soluciona con la escopeta.

—Cinco minutos a solas con ella y te hago cambiar de opinión.

—¡No han matado a nadie! —Me soltó y miró a otra dirección del pasillo nerviosa—. Hoy no.

—Bien —Inhalé aire—. No tenía ganas de pagarle a la policía.

—Gracias al cielo —Rogó a Dios.

—¿Qué es lo que querías entonces?, ¿Por qué tan nerviosa?

—Un chico se desmayó frente a mí, pero nadie le prestó atención —Me explicó por las prisas—. Necesita nuestra ayuda, se veía muy descuidado.

—¿Y ahora hacemos caridad?

Lorena hizo pucheros con sus hermosos labios gorditos. No pude resistirme, nunca lo hago.

—Bien —Estiré mi rostro irritada—. Vamos.

—¡Sabía que podía contar contigo!

Lorena me tomó de la mano y atravesamos el largo pasillo. Estábamos

en la segunda planta, apenas una barrera de "tubos" —no soy arquitecto—, tapaba el camino de aquí a una caída de muerte.

La música sube el tono y se escuchan los gritos de gente festejando.

Yo no lo sabía, pero estaba tan solo a unos minutos de conocer al chico de mis sueños. Al único que todo mi dinero no pudo comprar.

El chico que rechazó mi dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora