Noche de sangre y amor

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PROTAGONISTA/S: Közi.

BANDA: Malice Mizer, ZIZ.

ADVERTENCIAS: Negativo.


Abrió las grandes puertas de par en par, desesperada por los chillidos que oyó desde su jardín

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Abrió las grandes puertas de par en par, desesperada por los chillidos que oyó desde su jardín. Su corazón y cuerpo por un instante se petrificaron al ver el zaguán -apenas alumbrado por la luz tenue de la luna -a todos sus invitados en el suelo, pálidos, con una mueca de horror implantada en sus rostros y sus cuellos salvajemente mordidos.

―Közi ―susurró con voz temblorosa. Rápido salió de su pasmo, pasó con cuidado entre los cadáveres y se dirigió a las escaleras que la llevaban al segundo piso donde estaba la alcoba que compartía con su querido esposo.

Ante estas situaciones, ella sabía que allí lo encontraría. Dicho y hecho, apenas entró, vio a su esposo arrinconado en una esquina, respiraba aceleradamente y trataba de limpiarse el hilillo de sangre que se le escapaba de la comisura de sus labios. Ella suspiró de alivio mientras se acercaba hacia él.

―Amelia ―siseó él en cuanto se percató de la presencia de su mujer. Al ver su rostro de preocupación y sentir su corazón bombear sangre a una velocidad anormal, entendió que ya había visto el desastre que provocó por sus instintos desbocados.

―Perdóname, Amelia... Por favor, perdóname... No pude contenerme ―imploró al borde de las lágrimas.

Amelia negó con la cabeza, sintiendo compasión por su esposo. Lentamente se acercó hasta donde estaba y se arrodilló frente a él, apreciando de cerca sus orbes que pasaban de  ser amarillos fosforescentes a estar teñidos de color carmesí.

―No quería hacerlo... Te juro que no quería ―Közi continuaba lamentándose. Ni siquiera era capaz de ver a Amelia directo a los ojos.

―Por eso me pediste que fuera al jardín, ¿verdad? ¿Dijeron algo de mí acaso? ―preguntó ella, acunando entre sus manos el pálido y frío rostro. Lo conocía bien, sabía que con solo ofrecerle un poco de su sangre podía calmar hasta sus más fuertes ataques de hambre. Közi era incapaz de masacrar a tanta gente a menos que le dieran una buena razón y que hablen mal de su esposa es una de ellas. Era evidente que él divagó por sus mentes mientras disfrutaban de la cena.

―Los insoportables sobrinos del banquero no dejaban de mirar tus pechos e imaginar las cosas tan depravadas que te harían en la cama; las chicas que decían ser tus amigas se burlaban cruelmente de tu físico y ese vejestorio que quería convencerte de comprar la propiedad intentó tocarte por debajo del vestido cada que tenía la oportunidad ―confesó sin más, a la vez que se animaba a ver a los ojos de su mujer.

Amelia le regaló una delicada sonrisa de consuelo y unió su frente con la de él. ―Mi dulce vampiro, siempre cuidándome de las malas juntas, ¿no?

Desde que lo conoció en aquel circo donde lo tenían encerrado en esa jaula por ser un auténtico vampiro, supo que sus instintos por alimentarse de sangre serían un gran obstáculo para ambos. Sin embargo así lo aceptó, después de todo, lo que la enamoró fue su manera de tratarla con cariño tras sacarlo de esa prisión y por haberla salvado de la agresión del dueño de circo al tratar de retenerla por llevarse a la mayor atracción de su show. La enamoró su forma de ser, lo demás poco le importó.

La noche en que ambos celebraron su matrimonio se mudaron a una lejana mansión en el bosque, donde mientras ella podía concentrarse en ayudar con la empresa de sus padres, él podía estar lejos de las civilizaciones que querían darle muerte apenas reconocían su naturaleza anormal.

―Se creen que por pertenecer a una familia de mercaderes ricos pueden obtener lo que quieran de ti y verte como a un pedazo de carne ―Közi murmuró, indignado de solo recordar las barbaridades que pasaban por las mentes de esos sucios mortales ―. ¿Por qué les cuesta tanto ser amables y tratarte con respeto como tú haces con todos sin importar su clase social? ¿Por qué los corazones de muchos mortales están tan podridos? ―cuestionó entre gruñidos que dejaban al descubierto sus colmillos, deseosos de más sangre.

Su esposa, queriendo calmarlo de desatar su furia vampírica, lo envolvió en un cálido abrazo, llevando su cabeza sobre sus frágiles hombros.

―Nunca sabré cómo responder a esa pregunta, mi amado Közi ―le susurró al oído y comenzó a jugar con sus rizos dorados mezclados con negro mientras él hacía lo mismo con sus cabellos negros y lisos. Así estuvieron los dos por un rato largo: abrazados, disfrutando la calidez y compañía el uno del otro. Pronto pensarían qué hacer con los cadáveres esparcidos allá abajo, usarlos como reservas no serviría puesto que Közi, por la ira desatada, los dejó sin una gota de sangre. Y hablando de sangre...

―Creo que estoy lista, Közi ―mencionó Amelia, haciendo que el vampiro se separe del abrazo y la mirase, perplejo.

―¿Crees? ¿No necesitas más tiempo? ―indagó.

―Ya llevamos tres años casados. No quiero pasar otros años más pensando que pronto envejeceré y moriré, dejándote solo ―espetó Amelia, segura de su decisión.

― ¿Y cómo le harás para alimentarte? ―Közi siguió preguntando.

―Cazaré las ratas que se cuelan en la casa o me alimentaré de los cazadores que atormentan a los animales del bosque. Estoy más que lista, Közi ―insistió ella.

Viendo que ya nada podría hacerla cambiar de opinión, Közi procedió a sacar sus colmillos, preparado para realizar el ritual de transformación. Su mujer volvió a abrazarlo, pero solo con su cuerpo, su cabeza la echó hacia atrás de manera que su cuello quedase descubierto para su esposo.

―Te amo, Amelia. ¿Lo sabes? ―siseó el vampiro, acercando sus afilados colmillos a la piel delicada.

―Yo también te amo, Közi. Por eso estoy dispuesta a pasar mi nueva vida eterna a tu lado ―asintió ella y procedió a cerrar sus ojos, esperando a que el resto hiciese su trabajo.

Közi no se hizo esperar y enterró sus colmillos en su cuello, absorbiendo todo su dulce néctar hasta que su amada cayó en un profundo sueño. Él la dejó en la cama que compartían y se recostó a su lado a la espera de su despertar, ya convertida en una hermosa vampira.

One-shots de J-Rock y Visual KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora