F O U R

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一No puedo decirte lo que esperas

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一No puedo decirte lo que esperas. Jamás podré satisfacer tus oídos con dulces palabras, mi querida Ayame.

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Capitulo cuatro; lo que puedo y no sentir.



No era poca cosa acostarse con uno de los vampiros más llamativos del clan Sakamaki. ¿Para qué querría a dos de ellos en su cama? Laito se aseguraba de pagarle lo suficiente, que tuviera más comodidades que cualquier otra puta con la que había estado anteriormente.

Le costó más de lo que pensaba volver a encontrar a Ayame. Subaru tenía razón, hacía días no estaba en el burdel y había sido vendida a altos mandos del país. Laito recorrió cielo y tierra para encontrarla. Mejor dicho, hizo que la dueña del burdel así lo hiciera bajo la amenaza de que rompería sus costillas si no la encontraba, lo que resultaba algo casi indoloro comparado al castigo que Laito le dió por haberle mentido respecto a lo que haría con la puta.

Y ahora allí la tenía mientras él fumaba un puro con ansiedad. En su habitación, en una bañera redonda, de madera, la más grande que su sirvienta había encontrado en el mercado. La había traído especialmente para que ella se bañara allí una vez que llegase a la mansión. Laito planeaba cogérsela una y otra vez en la bañera hasta que las vigas de madera se rompieran y el agua se dispersara por toda la habitación. Pero no podía sentir más que una incómoda sensación en el pecho al verla temblar, abrazando sus rodillas y dándole la espalda completamente desnuda y en silencio.

Las suelas de sus zapatos se escucharon contra el duro suelo de madera, Listo dió la vuelta entera hasta quedar frente a frente con la chica de pálida piel.

Las suelas de sus zapatos se escucharon contra el duro suelo de madera, Listo dió la vuelta entera hasta quedar frente a frente con la chica de pálida piel

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一Te pediría que dejes de llorar.一comentó en un suspiro.一pero te ves tan hermosa, Ayame-chan.

No podía identificar lo sentía cuando la miraba, negada a levantar la mirada cubriendo la mayor cantidad de piel que podía.一Ya.一cobró un tono de voz mas serio.一era solo un chiste, para de llorar.

Si no bien no era un ser empático, sus bastos años de experiencia con humanas le habían dado un mínimo saber de como la chica podría sentirse ahora. Enojada, por enviarla al mismísimo infierno. Asustada, por estar con el demonio en encarna. Triste, porque Laito no estaba dispuesto a dejarla ir incluso si ambos dos salieran heridos.

一Me ataron cuál animal.一comenzó, lentamente, aún sin dejar de sollozar.一me vendieron al hombre más rico y repugnante que encontraron.

Las esmeraldas que Laito tenía por ojos no dejaron de ver a Ayame en ningún momento. En silencio, prestando atención a cada palabra que decía sin emitir interrupción alguna.一me inyectaron no se qué cantidad de drogas y se aseguraron de que me viera incapaz de defenderme cuando él...cuando él entraba a la habitación.

Después de miles de años, el vampiro sintió culpabilidad, solo por un segundo, en el que la pelilila levantó su rostro para enfrentarlo por primera vez. Era hermoso, la mujer más hermosa con la que jamás había estado. Sus ojos, inundados en lagrimas brillaban con repulsión y enojo, cosa que jamás había visto en ella, ni hubiese imaginado ver.

一¿Tanto lastimó tu ego el que necesitara más dinero y buscara trabajo en la misma mansión?一vociferó sin miedos. Listo guardó silencio, pensando el lo bonita que se veía enojada. En lo brillantes que eran sus labios y en lo suave que se sintió su piel cuando él estiró la palma de su mano a su Manilla, tocandola con suavidad, quizá por primera vez.

Antes de que pudiera retroceder o reaccionar, el cuerpo desnudo de la humana se lanzó sobre él rodeando su cuello con ambos brazos y atrayéndolo un poco a ella. Osito se encontraba levemente inclinado hacia la tina, con la pequeña mujer escondida en su pecho, incapaz de parar de llorar. El vampiro, incapaz de abrazarla, continúo en un pulcro silencio maldiciendo cada sollozo que ella daba, con ambos brazos al costado, permitiendo que ella se aferrase a su frío y muerto cuerpo.

一Ayame-chan.一la llamó dulcemente, llevando la palma de su mano a la cabeza de la muchacha, permitiendo que ella se hunda más en su pecho.一Dime, ¿Fuiste violada por esos bastardos humanos?

Jamás lo admitiría, pero los momentos de silencio que hubo entre su pregunta y la respuesta de Ayame, fueron los peores de su vida. Laito temió, por primera vez, por una persona que no fuera él.

一Ellos querían...一habló, con lentitud.一Querían que tú los vieras. Querían llevarme al burdel donde yo trabajo y llamarte para que me buscaras. Y entonces...

一Está bien.一la calló.一estás bien.

Mientras Laito sostenía su desnuda piel no podía sentirse más que aliviado, nadie había profanado el cuerpo de Ayame. Nadie la había destruido más de lo que el ya había hecho, Ayame aún tenía algo positivo por lo que continuar.

Laito no podía arrepentirse, incluso si así lo quería, no lo haría. Pero lo sentía muchísimo, se sentía apenado por lo que ella había tenido que pasar, ni siquiera él le hubiese dado un destino así de acostarse con más de uno de sus hermanos. Laito había perdido la capacidad de sentir compasión hacía años ya, pero de alguna forma, cualquiera, tenía que sacar el veneno que estaba en su corazón y no le permitía respirar cuando pensaba en lo que Ayame podría haber pasado.

一Voy a matarlos a todos.一le susurró al oído, acariciando suavemente su cabellos.一voy a matar a todos y cada uno de esos humanos que tocaron hasta la más mínima hebra de tu cabello, Ayame-chan.

Por ahora, Laito no necesitaba saber la razón de porqué ella estuvo con su hermano. Era lo que menos le importaba, aunque demostrará lo contrario.

Karma [D.L][Sakamaki Laito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora