El video

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Después de horas de organización y preparación, era el turno de la presentación de Miguel. No tenía mucho tiempo en el escenario y solo iba a poder cantar un par de canciones, sin embargo eso no quitaba el hecho de que era su primer concierto en el extranjero.
Se sacudió como Héctor le enseñó, respiró muy hondo, soltó el aire y salió a escena. Quiso concentrarse en la presentación y solo en eso, desgraciadamente no se pudo quitar de la cabeza a cierto muchacho al que terminó dándole entradas VIP y posiblemente delatando su instantánea atracción. Gracias a su amor por la música, a la animada audiencia de ese día y un poco a su talento innato, una vez que comenzó la melodía su melodiosa voz llegó a la gente de una manera instantánea; pudo cantar a la perfección. Fue uno de sus mejores conciertos en su corta carrera musical y se sentía en la cima del mundo. Eso hasta que sus ojos se cruzaron; se atrasó en una nota y su cuerpo hizo una pequeñititita pausa, se descontroló, pero se las arregló para volver al ritmo. Luego no pudo evitar, por más que lo intentara, voltear al mismo lugar una y otra vez y se deleitaba con solo mirarlo sonreír. De alguna manera eso le ayudó a cantar con más ganas.

Quería evitar el contacto visual, cosa que no era fácil si el artista al que estás viendo te devuelve la mirada. Hiro estuvo acalorado todo el concierto, pero se lo atribuyó a la aglomeración de gente, todo su calor corporal debe haberse concentrado y causado el aumento en el sonrojo de sus mejillas. El turno de Miguel terminó, dejó al público emocionado y pidiendo más, listos para seguir la fiesta. Ellos, como les indicó el músico el día anterior, fueron al backstage y los dejaron pasar cuando dijeron sus nombres.
Era difícil de procesar para Hiro, al principio no tuvo más motivación que un acto altruista, pero estaba más interesado en Mguel de lo que le gustaría admitir, un pequeño piquete de culpa le llegó al corazón. Bueno, que estaba en plena adolescencia y según Baymax, venían muchos cambios y cosas extrañas dentro del paquete... sus hormonas estaban volviéndolo loco, de repente hacía cosas extrañas, como comer muchísimo, enojarse de la nada... eso debía ser ¿verdad? son las hormonas. Se pasó horas repitiéndose lo mismo por la noche, juraba que sus neuronas también debieron salir afectadas en el proceso de la pubertad, porque no era racional que de repente... es decir... Uufff

Por un corto periodo de tiempo creyó que Trina era linda pero... sí, gran error, mejor no recordarlo. También creyó que algo podría surgir con Karmi... las cosas para él no salieron muy bien en el pasado, como Megan, por ejemplo; todos creyeron que entre ellos dos podía haber algo más que una amistad pero no fue así, simple y sencillamente eran buenos amigos, no se sintió muy diferente con ninguna de ellas. Cuando Tadashi lo mareaba con sus cursilerías del amor, lo describía como algo fantástico, mítico, como inalcanzable para su comprensión de genio adolescente: que si las mariposas, que si los nervios, que todo el numerito de "solo saberlo" así como así, siempre creyó que eran tonterías. Químicamente, sabía lo que pasaba, lo que se ve en las películas que le gustan a Honey carecían de lógica y coherencia y sin embargo ahí estaba, sudando como si no hubiera un mañana, con un enorme nudo en la garganta y el estómago revuelto de pura emoción... estuvo a punto de irse a último momento, pero Honey Lemon se lo impidió.

Si algo era más letal para Hiro que ver a Miguel en su traje rojo de mariachi, era verlo con su traje, de cerca, relajado en su camerino, un poco despeinado por quitarse el sombrero y sonrojado, sonriendo al verle. Eso sí lo mató y ya no tuvo escapatoria de sus propios sentimientos.
—¡Hiro! Sí viniste.
—Te...Te dije que lo haría.
—Sí, bueno. Pensé que pude ser muy... Intenso.
—Estoy bien con eso.— Honey carraspeó detrás de él. —Ella es Honey, d-de quien te hablé ayer.— ¿Por qué tartamuedaba tanto?
—Es un placer, Honey.
—¡El gusto es mío¡ ¡No puedo creerlo, eres Miguel Rivera! Adoro tu música y las canciones de tu abuelo eran preciosas, Héctor Rivera es mi compositor favorito.
—¿¡En serio?! No sabes lo feliz que me hace que la gente recuerde a Héctor con tanto cariño.

Yo no te olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora