Cuando el cuerpo entra en un estado de tensión, tiene ciertas reacciones, no tan agradables reacciones. Aumento del ritmo cardiaco, tensión muscular, sudoración excesiva...
Cada vez que la campanilla de la entrada del café resonaba en los oídos de Hiro, se enderezaba y como suricato asomaba la cabeza por encima de la barra para asegurarse de que no fuera Miguel quien entrara por ella, o que fuera él, no sabía. Ya había tenido varios mini infartos y ni siquiera era medio día. Lo pensó, lo pensó de nuevo y le dio mil vueltas al asunto como de costumbre y pensó que esa era la forma más segura para encarar todo lo que el cantante mexicano acarreaba consigo; solo tenía que hacer su día normal y esperar, si llegaba lo enfrentaría, si no... no sufriría tanto como lo haría si en realidad tuviera que enfrentar el peso de sus propias decisiones. Solo sería un recuerdo amargo de juventud. Cass no era tonta y se dio cuenta del extraño comportamiento de su sobrino, más extraño de lo normal, y la preocupación incrementaba cada que lo veía saltar en su lugar con el sonido de la campana, llegó a pensar que eso era el problema pero lo descartó después de un rato.
—Cariño, ¿pasa algo?— Hiro brincó de nuevo.
—¡T-tía Cass! Lo siento, me asustaste.
—Yo lo lamento entonces.— Su niño le seguía provocando ternura maternal a pesar de crecer con cada día. —¿Pasa algo? ¿Qué pasa con la puerta y tú?
—¿Con la puerta?... nada en realidad.
Sí, esa cara de inocencia no se la creía desde que el pequeño Hiro empezó a construir cosas por sí mismo.
—¿Algo que quieras contarme?
—N...nope. Nada.
Cass suspiró. Sería en otro momento.
—Bien, entonces supongo que puedes ir a sacar la basura por la otra puerta ¿verdad?
—Oh, sí claro.
La preocupada mujer solo pudo ver a Hiro salir de la cocina con la bolsa negra, si él no se animaba a decirle sus secretos no lo iba a presionar, primero debía ganarse su confianza y tarde o temprano iría con ella por su propio pie, como lo leyó en sus libros de crianza. Además era divertido fingir que no tenía idea de lo que él le trataba de ocultar, como sus aventuras heroicas, al menos era mejor que las peleas ilegales.
—A ver, Rivera, a rajarse a su tierra.— Se repetía Miguel a sí mismo mientras caminaba de un lado a otro de la acera. —Ya llegaste hasta acá, solo unos metros y listo.— Volvía a caminar en dirección de la puerta de entrada del "Lucky Cat". —Peeero todavía no es tarde para regresar y fingir que nada pasó.— Regresaba sobre sus pasos.
Había estado así por un rato, ya iba tarde y no sabía ni cómo respirar, parecía león enjaulado en plena calle y si seguía caminando en círculos iba a dejar una zanja ahí mismo, zanja marca Rivera como sus botas. Fue demasiado, quería ir, con todo su corazón, pero cuanto más se acercaba, más miedo le daba y se congelaba; era un lío por dentro, su cabeza y corazón no se podían poner de acuerdo. Iba, venía, regresaba, avanzaba, hasta que no pudo más y soltó un gritito medio ahogado, se hizo bolita y se agachó cubriéndose la cabeza con las manos. Esto era demasiado.
—¿Miguel?— Escuchó apenas su nombre de una voz angelical. Casi divina.
Asomó apenas los ojos en dirección de la voz y para su sorpresa, vio a Hiro en la acera de enfrente, llevaba su mandil de la cafetería con el que lo conoció y una bolsa de plástico en la mano, al parecer era basura. Hiro creyó escuchar la voz de Miguel mientras caminaba en dirección al basurero que estaba detrás de su casa, cuál fue su sorpresa al presenciar a una distancia considerable el vaivén del chico. No hizo nada por el miedo, hasta que lo vio sucumbir ante el estrés, estaban en las mismas, pero él tuvo esa crisis por la noche. El nombre del mexicano le salió sin querer y ahora que se vieron ambos procedieron a sonrojarse por completo, así no era como querían volver a verse. Ni siquiera les importó la gente a su alrededor que miraba curiosa.
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Yo no te olvido
FanficUn video viral inicia la búsqueda del misterioso muchacho que Miguel Rivera conoció en el pasado. No se han visto en años, y deberán enfrentar sus recuerdos de adolescencia para saber qué tan cierto es que "donde hubo fuego, cenizas quedan". Una his...