Una ciudad, un día, un bar, una oportunidad. Todos esos años los llevaron a ese momento; al menos un buen tequila ayudaba a disipar los nervios.
Hiro hizo gestos cuando bebió ese primer trago, Miguel se rio un poco nada más.
—Si no estás acostumbrado podías pedir otra cosa.
—Estoy bien.— Respondió apenas con la voz ronca. —Mejor dicho, tú estás muy acostumbrado ¿No eres muy joven para eso?
—Me llevas dos años nada más, según recuerdo, no te hagas el mayor ahora.
—Exacto, solo soy dos años mayor.
—En México las cosas son... diferentes, creo.
—Supongo que sí.
No querían abordar el tema tan pronto, pero claro que era inevitable, por eso mismo se reunieron en primer lugar.
—Y... ¿cómo te ha ido? Tu Tiktok tiene más seguidores que los pobladores de algunas ciudades.
—Nooo, tampoco son tantos.— Miguel se puso muy nervioso de repente y se abochornó. —Tuve suerte.
—¿Eso crees?— Hiro no tenía duda que la suerte poco tuvo que ver en su éxito.
—A la gente le gusta lo que hago, no es gran cosa.
—Claro que lo es. Estás logrando lo que querías desde que eras niño, pocas personas pueden decir lo mismo.
El moreno no contestó, parecía demasiado avergonzado. Tenía las mejillas levemente teñidas de un color rojo muy cálido, se estaba soplando con el menú del bar para tener un poco de aire fresco, que hacía que los pocos cabellos cerca de su frente se movieran milimétricamente sobre sus cejas delgadas. Sus ojos cafés eran los mismos, pero no iguales. Ahí estaba su nariz ancha y respingada, su único hoyuelo y ese lunar coqueto arriba de su boca, esa boca que Hiro probó hace tanto.
—...Tienes que venir alguna vez.
—¿Perdón?— No supo cuándo fue que se perdió, no escuchó el principio de esa conversación pero disimuló lo mejor que pudo.
—A alguno de mis conciertos.— Repitió divertido. —¿Estás conmigo, Hiro? Pon atención.
—Lo siento, lo siento. ¿Me estás invitando a verte cantar?
—No sé cómo ser más directo contigo.
Hiro se estaba riendo, una risa melodiosa con la nueva voz que Miguel acababa de conocer, dejaba ver ese diastema en sus dientes de enfrente, que lo hacía ver tan adorable. Su nariz se arrugaba un poco y sus ojos se achicaban, lo cual no fue un problema para volver a notar las largas pestañas que conservaba, aunque ya no se cubrían con un flequillo tan espeso como aquella vez, llevaba el cabello más corto, pero sin duda seguía siendo rebelde y esponjado. Era una lástima que los cristales de aquellos anteojos le impidieran a Miguel tener acceso total a su cara, a sus ojos.
—Sigues siendo igual de confiado. Supongo que por eso has llegado tan lejos.— Terminó por decir el genio, luego bebió el poco alcohol que había quedado en su vaso.
—Sí...—Un poco de amargura llegó a la boca del músico, ya no tenía tequila para quitarla. —Igual tú. Bueno, no sé mucho, pero Honey dijo que trabajas en la universidad donde estabas estudiando. ¿Cómo se llamaba?
—Es el Instituto Tecnológico de San Fransokyo, así de simple.
—Sí, súper simple.— Miguel rodó los ojos. Hiro le dio un empujoncito.
—Qué vergüenza, me quedé en la escuela como todo un nerd.
—¿Bromeas? Yo no puedo cursar todas las clases que debería.

ESTÁS LEYENDO
Yo no te olvido
FanfictionUn video viral inicia la búsqueda del misterioso muchacho que Miguel Rivera conoció en el pasado. No se han visto en años, y deberán enfrentar sus recuerdos de adolescencia para saber qué tan cierto es que "donde hubo fuego, cenizas quedan". Una his...