"Yo quiero mucho al señor Kanawut, él nos cuenta cuentos y me deja usar sus crayones. Por eso, cuando sea grande, me casaré con él."
¿Es posible educar a un adulto? Mew Suppasit, encontrará la respuesta en quien menos imagina, alguien con menos de...
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A Mew no le gustan los cambios, a pesar de ser un adulto responsable que debe, debería de hecho, darle el mejor ejemplo a su hija, buscar siempre su bienestar y felicidad, aunque en ocasiones como esta no puedan ir de la mano y tenga que esperar sentado en el suelo, recargado en la puerta del baño, donde del otro lado su pequeña no ha dejado de llorar desde que le dio la noticia.
—Princesa... Por favor... —le sale ronca la voz, con el peso del mundo entero aprisionando su pecho.
María, del otro lado, no responde más que pequeños hipidos, sentadita en la tapa del retrete, mientras se jala con insistencia las mangas de su suéter. Jamás había llorado tanto y le duele la cabeza, pero le duele más su corazón, porque Papá fue malo con ella al enviarla a una nueva escuela fuera de Yuan, Asher, Win, Lisa y el Señor Kanawut.
No más fila del tren, ni canciones bonitas, no más almuerzos compartidos con Yuan ni jugar escondidas con Win, ya no podría dibujar con Asher ni pedirle al Señor Kanawut sus crayones bonitos. Esa nueva escuela era grande y fea, con un patio aburrido y señoras de vestidos negros con algo sobre sus cabezas que parecía una cortina. Llevaría un feo uniforme azul y no podría vestir como quisiera, llena de colores.
Papá ya no la llevaría a la escuela ni podrían viajar juntos, porque alguien ahora tenía el bonito auto de su padre, porque Mew tuvo que venderlo para pagar la hipoteca del departamento y conseguir un empleo de ingresos comprobables, irónicamente en una agencia automotriz. No pensaba volver a facturar impuestos ajenos en todo lo que le quedara de vida.
La segunda audiencia con Aim había resultado bastante mal, después de que ella insistiera en que podría darle una mejor vida a la niña y que crecería bajo el seno de una familia "Normal".
Mew, jamás olvidará la mirada despectiva que Aim le dio a Gulf antes de salir de ese juzgado de la mano de su esposo, ni tampoco todo lo que gritó Gulf una vez María no podía escucharlos, en el jardín de Dalia.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊ʚĭɞ
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