Oficina

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—¿Te encuentras bien Sakura? Te veo algo palida.
—Tsunade-sama... Si, estoy bien. Solo algo cansada.
—¿Porque no vas a casa? Se que Sasuke esta en la aldea.
—De hecho esta aquí desde hace un tiempo, Naruto le permitió que descanse unas semanas luego de la última pelea...
—Ya veo... —Tsunade observó de arriba abajo a su ex alumna, se la veía pálida y con ojeras. —Sakura, ve a hacer trabajo de oficina por favor, necesito que revises unas carpetas.

Asi pasó su día, la verdad es que lo agradecía, no se sentía para nada bien, y ciertamente necesitaba estar sola para pensar en algo venía dando vueltas por su cabeza.
—Permiso Sakura. —La voz gruesa y poderosa de su marido se escuchó al otro lado de la puerta, y acto seguido se dió paso a la oficina de su esposa. —Venía a buscarte, ya es algo tarde, pero mientras subía me dieron esto, —Le extendió un sobre blanco, con su apellido sobre el nombre del dichoso análisis. —¿Te encuentras bien?
—Si, Sasuke-kun... —Tomó el papel y se quedó blanca cómo el mismo.
—Sakura, ¿Qué pasa, porque un análisis de sangre?
—Tenia razón...
—¿Con que?
—Nada, despues hablamos Sasuke-kun.
—No, Sakura. Ahora. —Por el repentino cambio en el semblante de la mujer se preocupó mucho.

—Aquí no, no es un buen lugar, es... La oficina...
—Hemos hecho muchas cosas en esta oficina y nunca te molestó ninguna. —Sakura se puso roja, tendría que decirle antes de que meta la pata.
—Sasuke-kun, yo... Estoy embarazada.
—¿Embarazada?
—Si, pero que no te baje la presión cómo la última vez por favor, sientate aquí.
—¿Embarazada otra vez? —Sasuke estaba igual de pálido que su esposa hace un instante.
—¿Te molesta? Yo se que no lo hablamos, pero Sarada ya tiene 13 años, y seguro se pondrá... —El cálido brazo de su esposo la sujetaba con fuerza, y ella nunca podia resistirse.
—No puedo creerlo, me pone... Feliz. Gracias Sakura... —Sakura sonrió, y las lagrimas comenzaron a salir.
—Sasuke-kun, deberías agradecerle a la oficina... —Ambos sonrieron, con esas risas que solo guardaban para ellos dos, esta noticia fue la mejor que pudieron recibir.
—Al menos hay que agradecerle a la oficina y no a la azotea...
—Shh... —Sakura lo hizo callar, su esposo había comenzado a tener sentido del humor, pero el hospital no era lugar para ponerlo en practica.

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