11: Lucha.

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- Marcela, quiero que seas sincera conmigo – la tía de Antony lloraba sin parar, mientras su esposo e hijos, daban vueltas por la sala de espera del hospital - ¿qué tan grave lo ves?

- No puedo decirte algo acertado en este momento – señaló a Emily con la cabeza, pues, aunque ella parecía estar algo ausente, no quería dar malas noticias de forma temprana – tiene varias contusiones en la cabeza, y asumo que también en el resto de su cuerpo. Él debe de tener medicamento para el dolor y seguramente no tardaran en hacerle radiografías para ver que todo esté bien. Solo podemos esperar.

Camilo se había detenido para hablar con el policía que se había cruzado antes de salir rumbo al hospital, él insistía en que debía de hablar con todos los testigos, pero el hermano de Tony le reprochaban que Emily no estaba en condición de hacerlo.

La rubia seguía inmóvil, sin despegar la mirada de la puerta que la separaba de Antony, notando cada que alguien entraba o salía del lugar, esperando alguna noticia sobre su estado. Su madre había intentado varias veces hablarle, pero, a pesar de escucharla, las palabras no le salían.

De un momento a otro, ella se incorporó y se levantó de la silla en la que estaba. Escuchó a todos preguntarle que hacía, pero no respondió a ninguno y continuó su caminando hacia donde estaba Antony. Nadie tenía autorización para cruzar la puerta de vidrio que los separaba, pero igual lo hizo. Su urgencia de verlo también necesitaba ser atendida.

Se quedó de pie frente al cubículo de Tony, mirando lo que le hacían. Un par de enfermeras se encargaban de limpiar sus heridas mientras otra revisaba el resto de su cuerpo, y el doctor iba de aquí para allá, diciendo cosas que no alcanzaba a escuchar. Colocó su mano en el vidrio, con la intensión de llamar la atención de alguno de los que estaba dentro, pero estaban tan ocupados que ni siquiera notaron su presencia.

- Cariño, no creo que debas de estar aquí – su mamá había ido tras ella, pues quería evitar que hiciera cualquier cosa por impulso – todavía se tardaran en examinar y limpiar sus heridas, vamos a comer algo Emily. 

Incapaz de decir algo, volteó a ver a su madre y luego se volvió hacia Antony. De nuevo puso los pies en la tierra, y, aunque estaba demasiado preocupada, tenía la certeza de que, la familia del chico les avisaría si tenían noticias de él; así que tomó la mano de su madre y permitió que la guiara fuera del lugar.

Al caminar por los pasillos, no paraba de preguntarse si él despertaría, si sentiría dolor, si en verdad todo estaría bien. Quería preguntarle a su madre, pero sabía que, si la situación era grave, ella lo ocultaría confundiéndola con términos médicos y palabras vacías.

Llegaron a la cafetería y Emily se sentó en una mesa mientras su madre iba a ordenar. Ella tenía las manos entre sus piernas y miraba con nerviosismo a todos lados; para su suerte, la noche había avanzado bastante rápido, y el hospital estaba más solo.

- Emily, sé que no quieres irte dejando a Antony en este estado – asintió suavemente, cogiendo el café que su madre había llevado para ella – pero tú papá ya casi acaba su turno y yo cancelé mis citas desde el momento en que llamaste, así que, puedes venir a casa con nosotros, darte una ducha, cambiarte y coger algunas cosas como comida, tus cuadernos de dibujo, el cargador de tu celular y tus medicamentos, así podrás quedarte aquí toda la noche. Yo te traeré de vuelta apenas hagas todo eso.

Ella asintió de nuevo, pues había estado creyendo que sus padres no le permitirían quedarse hasta que Antony estuviera mejor, así que esta oferta era mejor que nada.

- Supongo que mañana no irás al colegio – la rubia negó al tiempo que tomaba un sorbo de café – está bien, entonces hablaré con la directora.

No soy un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora