28: Más cambios.

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Emily había estado contando las horas que faltaban para ver a sus padres con ansías. Nunca había sentido tal necesidad de tenerlos cerca, estaba acostumbrada a vivir prácticamente sola y compartir unas cuantas horas con ellos los fines de semana.

Durante el almuerzo no dejaba de hablar sobre la visita de sus padres y sus amigos estaban sorprendidos por la repentina descarga de energía positiva que estaba experimentando, pero no era para menos, pues luego de un buen tiempo sentía que realmente tenía una familia.

Recordaba con amor la última noche que había pasado en compañía de su madre, cuando se había sincerado luego de tantos años viendo a su hija autodestruirse, cuando habían destrozado lo que antes había considerado su mayor tesoro, pero solo era una atadura al pasado que la agobiaba.

"No eres un desastre Emily, eres la cosa más hermosa que han visto mis ojos y sé que puedes mejorar mucho. Siempre estamos cambiando cosas de nosotros mismos, siempre podemos comenzar de nuevo, así que no creas que te vas a quedar estancada en este momento de tu vida"

Aquellas palabras se habían estado repitiendo en su cabeza desde que había colgado el teléfono unos días atrás. Al parecer tenía razón, solo faltaba un pequeño cambio en su forma de pensar para que todo cobrara sentido y pudiera tener la esperanza que necesitaba para continuar. No era como si de la noche a la mañana hubiera dejado de extrañar a Antony o todos sus malos recuerdos hubieran desaparecido, pero claramente se le hacía más fácil vivir con aquello que no podía cambiar.

Cuando se acercó la hora a la que se suponía que sus padres llegarían, Emily se sentó en el mueble de la recepción y miraba constantemente el reloj.

"No van a llegar" se dijo a sí misma cuando pasó la hora que habían pactado "Todo estaba yendo demasiado bien para ser real" algo decaída, fijo su mirada en el piso, con la infantil creencia de que, si no miraba la entrada, sus padres llegarían.

Mientras buscaba una manera de espantar sus pensamientos pesimistas, sintió el mueble hundirse a su lado y se volteó a ver quién había tomado asiento.

- Parece que se les hizo tarde a tus papás – dijo Jean señalando el reloj - ¿quieres que me quede a esperarlos contigo? – de inmediato notó como el chico tenía sus materiales de dibujo a la mano, de seguro salía a dibujar cuando la encontró allí.

- Está bien, no creo que tarden demasiado, si es que de verdad van a venir – aquello último lo dijo casi en un susurro esperando no ser escuchada, pero el rostro de su amigo cambió y supo que había fracasado en el intento – ellos dicen que los médicos son los más puntuales, pero parece que hoy no.

- Tan solo han pasado cinco minutos Emily, tal vez tuvieron algún percance en la carretera y por eso están tardando – sin previo aviso, él se levantó de su asiento y la despeinó buscando darle consuelo – has estado demasiado emocionada con su visita y supongo que ellos igual, así que no te preocupes, de seguro todo saldrá bien. Mucha suerte pequeña – dejándola un poco más tranquila, Jean salió del lugar para que pensara en lo que le había dicho.

Un par de minutos después, sus ojos se iluminaron al ver el auto de sus padres cruzar la entrada y echó a correr hacia ellos como una niña pequeña. Jean que se había encontrado con Bryan tras dejarla, solo pudo alegrarse al notar aquello, aunque su compañero parecía algo disgustado.

Emily abrazó a sus padres apenas salieron del auto y ellos le respondieron con cariño su efusivo saludo. Su madre, con un gesto cargado de ternura, organizó su cabello detrás de sus orejas antes de entrar juntos a la casa. Primero debían de tener una reunión con su psicóloga y más tarde una con su psiquiatra para hablar sobre sus avances.

No soy un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora