Lunes 17 de noviembre de 1999 - 9:15 am
Estaba un poco cansado. La noche anterior no había dormido bien. ¿Por qué? No sé. Pero me levanté con un dolor en el cuello inmenso, no era mi día. Presioné el botón del 5to piso en el ascensor y una anciana con su perro entró en el segundo. No le caí en gracia al pequeño salchicha y comenzó a gruñirme con ojos de querer matarme, yo simplemente me alejé al otro extremo del ascensor. Cuando llegué al quinto piso caminé por el largo pasillo color caoba y contando 7 puertas a la derecha llegué y me detuve frente a una, color verde claro. Me puse la mano en el cuello y lo moví lentamente. ¡Como dolía! Luego hice sonar él Rinnnng del timbre de la puerta, al instante abrieron.
–Sr Tomkins lo estaba esperando.
Hice un gesto amable con la cabeza al Dr. Corden para saludarlo y él me invitó a pasar.
–Por favor siéntese.Me senté en el duro sofá que estaba frente a su silla y me puse cómodo o mejor dicho, me senté.
–Gracias -le dije.
–¿Cómo le ha ido en estos días? -me preguntó con cierto interés en su mirada.
–Bien - le contesté.
–¿Cómo va con el diario? ¿Lo ha usado como le indiqué?
–Sí claro, lo estoy haciendo, respondí con tono de confianza. Mentí y creo que se dió cuenta.
Solo había escrito uno o dos pequeños párrafos en el dichoso diario. La verdad me sentía algo estúpido escribiendo en él, como si fuera una adolescente de 16 años. Ya tengo más de treinta y cuando tenía esa edad nunca tuve ninguno, ni pensé en tenerlo. Nunca me imaginé a estas alturas con un diario personal. Además nunca tuve uno porque mi vida no era tan interesante como para un diario, no era Ana Frank ni alguien con gana de contar lo que me sucedía en ese momento. Que no era nada bonito.
–Maravilloso. Recuerde que esto es esencial para su tratamiento, repito ¡Esencial! -me dijo casi en un regaño. Bueno. ¿Entonces está preparado para continuar con su historia? Quisiera que comenzara hablando un poco del pueblo nuevo al que se iban a mudar.
Abrió su libreta de notas y esperó a por mi respuesta.
–Sí, claro. Comencemos por ahí.
Hice una pausa para organizar mis ideas y visualicé todo lo que había en la sala: Unas cortinas gruesas color crema, un leve aroma a mandarinas que se iba y venía con la brisa del aire, una refréscate brisa que se escurrían por las ventanas de vidrio que se encontraban a mis espaldas. También estaban unos cuadros muy antiguos que colgaban de las paredes y que siempre me observaban, y que parecía que se burlaban de mí con aquellos ojos fríos y siniestros que me daban tan mal espina. La casa estaba perfectamente limpia, todo en su sitio, a lo que me daba a entender dos cosas, o el doctor Corden era muy organizado o le pagaba a alguien para q le limpiase la casa. Ya que sabía que él vivía solo, su esposa había muerto hace unos años, no tenían hijos. O eso fue lo que me contó mi compañera de trabajo cuando me lo recomendó.
Suspiré lentamente.
–El pueblo la verdad no tenía nada de inusual. Era el típico pueblo alejado de la ciudad, con bosques y colinas a sus alrededores.
Después de más de cuatro horas de viaje justo a nuestra izquierda vimos un cartel que nos daba la bienvenida a Lakestone. Cinco minutos más tarde el espesor del bosque a nuestro alrededor se fue reduciendo lo suficiente como para ver a lo lejos un gran lago. Había una vieja casa de madera a la orilla de este, a su derecha se encontraban tres chicos con sus cañas de pesca sobre un pequeño muelle inclinado hecho de madera.
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Insomnio
Mystery / ThrillerVeinte años después de los terribles sucesos ocurridos en el pueblo de Lakestone, el pasado de Joseph lo perseguirá en sueños como un ladrón sin piedad. Aferrado a sus viejos temores y con la necesidad de salir adelante, acude a la ayuda de un psiqu...