Capítulo VI

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20 de noviembre de 1999

El Dr.Corden se quitó la corbata a las dos de la tarde, se sirvió un trago de whiskey y puso sus pies sobre la mesa de centro.

-¿Seguro no quiere uno?

-Lo dejé hace tiempo, gracias -contesté sentado desde el duro e incómodo sofá de su oficina.

-Disculpe que lo haya citado para estas horas pero es que tenía algunos asuntos que resolver. Asuntos familiares.

Agitaba el cuello de su camisa para refrescarse mientras agarraba los espejuelos que estaban sobre la mesa que tenía a su derecha. Una transparente gota de sudor le caía por la barbilla.

Una mosca revoloteó un momento ante mis ojos, la espanté con mi mano y luego desapareció detrás de las cortinas. Una luz roja que emanaba de la ventana se reflejaba temblorosa, sobre la superficie del vaso de whiskey. Sobre la pequeña mesa de cristal donde el doctor tenía sus pies y se reflejaba la luz de la ventana con más intencidad, se encontraba una botella con unas letras en rojo sobre la etiqueta que decía Van Winkle, 12 years old.

El doctor Corden se acomodó en su sillón y se cruzó de piernas para abrir su libreta de apuntes como de costumbre, antes de hacerlo le dió un trago al vaso de whiskey y al ponerlo en la superficie de la mesa derramó un poco.

-¿A que se refiere usted con que lo dejó? Sr. Tomkins -me preguntó con cierta curiosidad.

-Hace ya mucho tiempo, me enganché a la bebida. -le dije apenado mientras miraba la transparente botella brillando por un rayo de luz que la atravesaba.

No me sentía orgulloso de esta etapa de mi vida, por lo que no me gustaba hablar de ella.

-Estuve en un centro de rehabilitación para alcohólicos anónimos, y luego de un tiempo logré salir limpio de ese lugar.

-¿Alguna vez a se ha sentido tentado por la bebida después de que salió?

-¡Si, pero me he sabido controlar! - le contesté de inmediato.

-Me parece bien.

Desde la ventana entró revoloteando una mosca grande y azul con ojos tan rojos que casi brillaban. Seguí su trayectoria con mis ojos hasta que se posó sobre la mesita donde había algo de la bebida derramado. Esta comenzó a succionar lentamente el rogizo líquido. El doctor la vió, y cuidadosamente tomó con su mano un periódico que había a un costado de la mesa que se encontraba a su derecha, mientras iba ajuntando sus páginas observaba cuidadosamente al insecto para que no se espantara. Yo me quede callado con cuidado de no hacer ruido. Levantó su mano lentamente agarrando el períodico con fuerza. Desde la parte que veía se leía un artículo que decía:

Nacen trillizos gestados en una placenta, pero en tres bolsas de líquido amniótico diferentes.

El doctor dió un fuerte golpe con el periódico sobre la mesa, quedando parte de sus páginas mojadas con el whiskey que había en la superficie. El pequeño insepto se escapó. El papel del periódico absorvió todo el líquido que había derramado. En él se leía otro artículo empapado que decía:

Muy cerca de Uruapan (México) ocurre un accidente aéreo en un vuelo de TAESA. Mueren 18 personas.

Él se acomodó de nuevo en su sillón, me miró y me hizo un gesto con su cara como queriendo decir; Casi. Yo asentí con la cabeza involuntariamente.

-El alcoholismo es la adicción más difícil de superar. -me explicó como si no lo supiera. ¿Cuáles fueron las razones que lo arrastraron hasta allí?

-Las mismas por las que estoy aquí ahora frente a usted -contesté.

-¿Y no siente miedo? ¿De recaer, digo?

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