Marlene:
Despierto de nuevo en el avión. Ese puto avión.
Las voces de los pasajeros se entremezclan en el barullo. Pero ahí está. La voz de mi madre hace que mi cabeza se gire a su dirección.
Me habla alegremente de algo pero el sonido es sordo. El nudo de mi estómago de anticipación se adueña de mi cuerpo y sé perfectamente por qué.
Los gritos de los pasajeros hacen que mi pulso se acelere y mas cuando oigo el de mis padres. La mano de mi padre me sacude para que reaccione, yo lo miro sin poder oírlos aún.
El avión desciende haciendo que me sujete bien al asiento. Mi madre se gira hacia mi con lágrimas en los ojos.
Reacciono y llamo a mi hermana para despedirme. Lo tenía claro, era el fin.
Mis tímpanos respingan cuando el estímulo del sonido hace presencia. Oigo todo claro, ahora. Oigo a mis padres.
—Te quiero muchísimo. Sal de aquí y no mires atrás ¿me escuchas?- dice mi madre sujetando mi cara mientras lágrimas empapan sus mejillas. —Zack...y Sarah no son vuestros hermanos de sangre.
Y pum el avión estrelló contra el agua dejando el sonido sordo del principio.
Siento que vuelvo a respirar e intento incorporarme, pero algo no me lo permite. Un cinturón... de coche.
Mi mirada revisa el entorno poco a poco. Hasta parar en el conductor. Quien no dudo en soltarle un golpe en la garganta para dejarlo noqueado.
Mierda.
Matteo empieza a toser desesperadamente para luego llevarse la mano al cuello.
—¿Qué coño haces, loca?— dice con voz ronca.
Intento centrarme e ignorar en lo sexy que está después de haberle pegado.
—¡¿Que que coño hago?! ¿¡Yo?!—grito frustrada.
—No grites o despertarás a tu hija.—dice aún acariciando se el cuello.
Doy un respingo al recordar que tengo una hija, volteo y la veo dormida plácidamente en su asiento. Suspiro, pero el cabreo no tarda en enervarme.
—Matteo, tienes unos segundos para explicarme qué hacemos en tu coche antes de que te noquee otra—digo suspirando.
—Noqueas bien, tienes un buen entrenador.—dice disimulando una sonrisa de satisfacción. Fue uno de los primeros golpes de defensa que me enseñó.
—¡Se te acaban los segundos!—digo haciendo que de un respingo y gire el volante levemente para luego reconducirlo.
—Em... Es que estabas muy borracha. Y el búfalo se ha ido con Gia. Y solo quería que despertaras en casa para hablar las cosas.—dice repiqueteando nervioso en el volante.
Suspiro pesadamente mientras me quito el abrigo, he despertado sudando. Me quedo parada al acordarme que no traje chaqueta a la boda. Mi mirada baja hacia mis manos para ver la chaqueta que tenía puesta. Es el blazer de Matteo.
—Estabas helada.—dice con miedo a enfadarme.
—¿Te he dicho que quiero ir a tu casa para que nos hayas traído a Stella y a mi?—digo apretando los labios.
—Por favor, Len.—suplica.
—No me llames así.—le digo tajante.
Él suspira y el silencio reina.
—¿Otra vez pesadillas?—Matteo rompió el silencio
Me enderezo incómoda y asiento ligeramente.
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TÚ Y YO, UNA VEZ MÁS
Casuale•NOSOTROS II• Ahora sus vidas han cambiado. Viejos problemas se presentan pero ahora están más preparados. Solo tienen que asegurarse que las grietas que tienen dentro no se abran al destape de los enemigos y se cierren una vez más.