➷ 1

436 31 1
                                    

Se miró una última vez en el espejo. Al fin llegaba el comienzo de su último año. Pronto podría ir a la universidad, centrarse en su vida y olvidarse de todo. Dejaría atrás todos los comentarios que sus compañeros hacían. Haría una nueva vida, una que no estuviera llena de falsos rumores y mentiras. Una que no se viera controlada por sus compañeros de clases.

Suspiró, solo un año más y todo terminaría.

Miró hacia su reflejo encontrándose con el brillante rojo de su cabello, su color.

Sonrió y se lo arregló de manera que dejase su frente levemente descubierta. Era lo único que le importaba, que se mantuviera correcto sobre su cabeza, dándole su toque personal.

Una vez terminó, miró su aburrido uniforme. Llevaba años vistiendo lo mismo cada día. Aflojó un poco la corbata negra y sonrió.

Ese era su último año. Tenía que ser perfecto. Su última gran puesta en escena. Luego, el ansiado desenlace que lo haría libre.

Salió de su habitación encontrándose de lleno con su hermano mayor, que parecía a punto de llamar a la puerta.

— ¿Se te perdió algo? —preguntó él con desgana.

— Estabas tardando demasiado. Hoy te llevo yo —explicó él—. Mi moto está en la entrada, así que coge la chaqueta.

Él rodó los ojos exageradamente, su hermano a veces era demasiado sobreprotector.

Sin embargo, bajó las escaleras sin añadir nada más y tomó la chaqueta de cuero negra que descansaba en el perchero. Estaba ligeramente desgastada, pero no le importaba.

Se compró esa chaqueta hacía un par de años, y desde entonces, era lo que siempre vestía a juego con sus botas negras de militar. Junto a su cabello rojo, eran sus marcas de identidad. Todo el mundo sabía quién era la chico que entraba vestido de cuero y con el cabello rojo.

Y si no lo sabían, estaba seguro de que no tardarían en enterarse de quién era él.

— ¿Vamos? —preguntó.

— ¿No planeas desayunar?

— Nunca lo hago —respondió como si nada, mirando la pantalla de su teléfono para ver la hora—. ¿Piensas salir ya o te tengo que invitar a que me lleves?

Él bostezó en señal de aburrimiento. Odiaba esa actitud que su hermano llevaba teniendo esos últimos años. Había algo que no encajaba.

Sin embargo, por más que le preguntaba al menor, nunca conseguía que este bajase las barreras que había creado. No conseguía llegar a aquél chico de ojos brillantes y sonrisa inocente que conocía. Echaba de menos a su hermanito pequeño.

— Anda, vamos. No queremos que el perfecto Ten Lee llegue tarde, ¿no? —preguntó irónicamente.

De hecho, puede que sus maneras de vestir no fueran las ideales, mucho menos lo era su actitud, pero Ten Lee era, de hecho, un alumno ejemplar.

Las mejores notas, una asistencia impecable. Algo que nadie deduciría de solo verlo, pero tampoco era algo que le importase a nadie —al menos, no dentro del instituto—, ese no era el logro que borraría todo su pasado.

➷➶➷➶➷➶➷➶➷➶➷➶➷➶➷➶

Cuando llegó al colegio, emprendió el camino hacia su casillero. Como todas las mañanas, esperaba encontrar allí a uno de sus mejores amigos. Así que no pudo evitar ocultar su sonrisa al ver a un joven apoyado en su casillero.

Su largo cabello estaba suelto, perfilando su rostro con pequeñas ondas rubias. A Ten le dio pereza sólo pensar el tiempo que le habría tomado rizarlo aquella mañana.

bad, bad boy [TenYang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora