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Estaba nervioso. Miraba a su alrededor con extrema curiosidad. Aún no se podía creer que ya no estuviera en China, que en un segundo hubiera tenido que dejar a sus amigos y a muchos de sus familiares atrás para mudarse durante un año a Corea del Sur. Estaba seguro de que regresaría a su casa para la universidad, independientemente de que sus padres se quedasen en Corea o volvieran a China.

Sobre todo porque siempre había soñado con ir a una universidad en específico. Lo tenía hablado con sus amigos, todos iban intentar ir allí juntos. Incluso habían pensado en compartir piso, ya que no se encontraba en la ciudad en la que residían.

Sonrió. Solo sería un año y podría volver, seguiría con su vida como si nada hubiera pasado. Esto era solo una pequeña pausa, lo ayudaría en el futuro como experiencia.

Además, los niveles en diferentes idiomas siempre embellecían el currículum de una persona.

Aunque no podía negar que estaba asustado. Él apenas entendía lo básico en ese momento. Nunca había estudiado coreano en profundidad y dudaba que pudiera llegar a ser capaz de mantener una conversación normal en los primeros meses.

Se pegó al otro chico que vivía la misma situación que él. Minghao era bonito y tenía un aura cálida a su alrededor. Había sido imposible no tratar de hacerse amigo de él. En el mejor de los casos, podrían ayudarse el uno al otro, complementarse. Nadie los entendería mejor de lo que ellos mismos lo hacían.

—¿Estás nervioso? —le preguntó en Inglés.

Minghao negó con una pequeña sonrisa. Los Xu habían sido informados de este cambio que se aproximaba antes que su familia. Por lo tanto, Minghao había podido estudiar un poco de coreano antes de ir allí por lo que se sentía algo más confiado con el idioma y con la situación en general.

Al menos, creía que podría entender lo que le pudieran decir. Aunque no estaba seguro de si sería capaz de responder. Quizás, esa parte si le preocupaba un poco.

La mujer que los estaba guiando hasta su clase era —según les habían dicho— la profesora de historia. Era una profesora de origen chino, así que se había portado especialmente bien con ellos. Les había hablado en chino y les había asegurado que si necesitaban algo, ella los ayudaría en todo lo que pudieran.

No pudieron evitar sentir que habían tenido mucha suerte. No todos los profesores se prestaban a ayudar a los alumnos. Algunos, ni siquiera se lo planteaban.

Además, ellos contaban con el hecho de ser inmigrantes en Corea. Ninguno era ajeno a la alta discriminación que podían llegar a sufrir por ello. Y para más inri eran chinos, y ambos conocían bien el contexto histórico entre ambos países, tampoco iban a negar las rivalidades que seguían manteniendo a día de hoy. Esperaban que su nacionalidad no les impidiese hacer amigos, o al menos obtener un trato respetuoso por parte de sus futuros compañeros.

— Hemos llegado —les dijo con una amplia sonrisa, casi como si estuviera emocionada—. Esta será su aula durante todo el curso. Nada más que la dejarán para la asignatura de educación física, que es obligatoria. Como he podido ver, ninguno de ustedes cursa música o dibujo, así que no deberán abandonar el aula durante esas clases tampoco —les explicó. Ellos asintieron con una sonrisa—. Mucha suerte, chicos.

Procedió a llamar a la puerta, para luego abrir. El profesor allí presente la saludó con una leve inclinación, aunque le había pillado por sorpresa verla allí. Luego, pudo entender de qué se trataba al ver a los dos jóvenes detrás de ella. Iban sumamente pegados, como si fuesen un pack. Uno de ellos tenía el cabello negro bien peinado con un mullet que le llegaba prácticamente a los hombros, mientras que el otro llevaba el pelo corto y marrón, cubriendo parte de su rostro. Ambos hicieron una pronunciada venia al entrar.

bad, bad boy [TenYang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora