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— Hoy Jeongyeon y yo fuimos al centro comercial y pasamos por una tienda de ropa en la sección de bebés y me dio diabetes de ver toda la ropita, ¡Los calcetines son tan pequeñines!
Ya ha pasado una semana aproximadamente y Nayeon sigue con esa onda suya de que está embarazada.
Estoy empezando un psicoanálisis casero. Cree que está embarazada, dice que tiene antojos y mareos, y quiere comprar ropa de bebé. Debe ser algún deseo retraído de su profundo subconsciente interno secreto, o como ella lo llama, su sensible instinto de omega maternal. Qué cosa tan rara. Quizá en su vida pasada fue una mujer que perdió a su hijo, o algo así. Por lo menos no ha dicho que le está creciendo busto. Ahí ya debería preocuparme, porque bueno, se notaría. No quiero que su padre me arranque los ovarios si estuviera embarazada de verdad.
— Nayeon, vamos a hablar acerca de éste trauma que tienes con los bebés.
— ¡No es un trauma, Minari!
— Bueno, ésta etapa que estas pasando, sí, debe ser una etapa, seguro estás confundida y ahora crees que tengo pene y soy hombre...
— Mina... —Nayeon tomó mi mano y me sentó junto a ella en el sofá—. Es que te amo demasiado y me hace mucha ilusión pensar en que tú y yo formáramos una pequeña familia, siento muy bonito cada vez que pienso en tener un hijo tuyo, porque eres el amor de mi vida y...
— ¡Callate, joder! ¡Dios, te amo estúpida!
— ¡Yo también te amo unnie!
La vida debe tener buenos planes para mí al darme una novia tan rara, y al hacerme amarla tanto.
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