El tiempo se detuvo en el establo.
A diferencia de lo sucedido en los camarines, Rubí experimentaba ahora una sensación de lo más acogedora. Parecía que su pecho se había inflado y su corazón latía con más tranquilidad.
Le resultaba imposible apartar los ojos de Maca, de la misma manera que le resultaba imposible soltarle de las manos. Se miraban sin decir nada, a ratos riéndose por toda la situación en general.
—Cuando viniste y te disculpaste, pensé que era por otra cosa. —dijo Maca de pronto, jugando con sus dedos entrelazados.
—¿Qué otra cosa? —preguntó, inclinada al cuerpo de Maca que estaba apoyada en la pared de la estructura.
—Que en realidad no queríai hacer eso. —explicó y aclaró diciendo—: Me refiero al beso.
Rubí le tomó la carita.
—¿Entonces por eso no queríai hablar conmigo?
—Un poco sí. —admitió— O sea, sabía que tendríamos que hablarlo en algún momento, pero no quería ahora. Fue lo primero que pensé cuando te vi salir corriendo.
—Perdón...
—Ya, si no importa. —musitó con una sonrisa tranquilizadora— Todo está aclarado.
Rubí la abrazó por la cintura.
—Yo... también tenía muchas ganas de darte un beso. —confesó, su cuerpo pegado al de ella— Pero... no lo entendía, me daba miedo aceptarlo.
—A mí también me daba miedo. Que fuerai justamente tú me aterraba, ¿sabís? pero llegué a un punto en donde era tan obvio para mí que decidí aceptarlo. Y no estaba segura de lo que tú sentíai, entonces me quedé callada.
—Yo no sabía qué hacer. No tenía idea que se podía sentir esto por alguien y no quería arruinar nuestra amistad, pero... ya está, Maca. Mientras tú estís segura, yo voy a ir a todas contigo.
—¿A todas, a todas?
—A todas. —sonrió y se le vino una cosa a la cabeza— Menos caminar bajo la lluvia.
Maca hizo un puchero.
La abrazó más fuerte, descansando la cabeza en su hombro y se quedaron así hasta que Rubí se apartó un poco para decirle:
—¿O sea que la idea del ensayo fue pura chiva?
Ella se lo pensó un momento.
—Más o menos, supongo, pero tú no te negaste. —se defendió.
—Porque soy muy profesional.
Maca soltó una carcajada, una que sonaba como una melodía. Una hermosa melodía.
Rubí acompañó su risa, inclinándose hasta que sus labios estuvieron muy cerca. El aliento le hacía cosquillas la cara cuando cerró la distancia entre ellas. Toda su atención la concentró en sus labios moviéndose al compás de los suyos y a su cuerpo relajándose en sus brazos.
Le sujetó las mejillas y el beso se prolongó por unos segundos.
Se dejaron llevar por sus sentimientos en aquel beso, porque sus labios ya se reconocían; había un vínculo, un ritmo ensayado, una entrega.
Y cuando Maca cortó el beso, volvió a presionar sus labios una última vez.
No dijeron nada más y simplemente continuaron abrazadas en medio del establo, hasta que advirtieron un ruido lejano, como de pasos.
—Viene alguien. —susurró Maca.
Se separaron de inmediato, porque los pasos eran cada vez más cercanos y Rubí, sin saber qué hacer, le pasó la escoba a Maca mientras ella fingía ordenar los bloques de paja.
ESTÁS LEYENDO
Quédate conmigo - Rubirena
RomanceSe conocieron de pequeñas y se volvieron inseparables, hasta que la vida decidió darles una dura prueba. Portada hecha por wakeme-upj.