◆Capítulo 8◆

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Omnisciente:

Medio mes después:

Inko se encontraba preocupada por su hijo, ha pasado tiempo desde que casi no lo ha dejado salir por temor a que se lo lleven ya que se encontraba vulnerable y... Con poca cordura.

La peli-verde abrió lentamente la puerta escuchando murmullos, un poco temerosa pero preocupada entró.

Inko:
- Izuku...? -encendió la luz de la habitación-

Izuku:
- Mamá.. Kacchan ya está aquí? -preguntó sonriendo de una forma... bastante torcida, cosa que preocupó más a la mayor-

Inko:
- Eh.. No, el no vendrá hijo. No puede venir -se llevó al pecho una mano, temblando un poco-

Izuku:
- Yo quiero a Kacchan... Quiero verlo, estar con él.. Por favor Mamá!. -se llevó la sorpresa al verlo tan desesperado en querer estar con él oji-rubi-

Inko:
- Lo lamento Izuku, Pero no puedes. -amándose de valor, respondiendo lo de forma recta-

La expresión del pecoso cambio drasticamente a una de tristeza y enojo, las torturas que Bakugo le había hecho a Midoriya lo habían trastornado. Ya no era el dulce y tierno Izuku, ahora era uno más... Masoquista, desesperado y de poca cordura.

Izuku se levantó y corrió rápidamente queriendo salir de la habitación pero su madre cerró la puerta rápidamente detrás de ella. En ese instante abrazo a su hijo, entre lágrimas desesperadas de querer recuperar a su hijo.

El oji-esmeralda se sorprendió con totalidad ante el repentino abrazo, era un abrazo cálido, lleno de amor... Un abrazo que hace tiempo no sentía. Sus lágrimas no tardaron en caer y corresponder con algo de fuerza.

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Bakugo estaba furioso, sus manos no paraban de temblar, quería encontrarse con su Deku, pero no podía... Se encontraba encerrado e hizo lo posible en romper la puerta o escapar por la ventana. Pero todo era en vano, pues cada sector fue asegurado para que su "plan" de fuga fracase.

Mitsuki buscaba algún especialista que lo ayude pero nadie se animaba, pues otros que si intentaron ayudar... No salieron ilesos, varios fueron al hospital.

Hasta que decidió optar por una especialista un poco más... Antigua por asi decirlo, Shuzenji Chiyo, llamó a lo cual la otra persona contestó.

Explicó la situación en la que se encontraba Katsuki, mordiéndose el dedo esperando una respuesta negativa como los demás, pero para su suerte aceptó con gusto.

Dió la dirección de su hogar seguido de colgar. Masaru se acercó a su esposa para abrazarla con algo de fuerza para darle apoyo.

El peli-castaño no había dormido mucho, solo para asegurarse que su hijo no se haya escapado o para también asegurarse de que Mitsuki si duerma correctamente.

Masaru, si es por él, no dormiría una semana solo para que su esposa si duerma bien, sin preocupaciones.

Luego de largas horas, alguien había tocado la puerta, fue a abrir encontrándose con la señora Shuzenji. La recibió y la fue guiando a la habitación de Katsuki.

Enamorado de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora