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Encapuchado


Le parecía completamente raro el estar consiente de que tenía en la cabeza a Harry Potter, la mayoría del día, no podía dejar de pensar en Harry Potter; cuando no podía verlo, pensaba en él, cuando podía verlo, no dejaba de verlo, solo para estar más curioso, de que día a día descubría cosas diferentes del chico. Cada día estaba más apartado de la gente, cada día su aspecto estaba perdido...Enfermo, y le parecía curioso que cada viernes el chico no asistiera a clases, pero había algo que completamente no llegaba a comprender y era el caso de que las personas en si parecían, no notarlo, o lo notaban pero, no le daban importancia, como si Potter hubiera dejado de existir para todos, para todos menos los fantasmas que parecían estar bastantes atentos a Potter así como la mayoría de cuadros con los que mayor mente hablaba el chico.

Resoplo. ¿Acaso ocultaba algo? ¿Algo que nadie quería que supiera? Tanto era eso, que ni quiera quería que sus amigos supieran, además porque...

—¡Draco Malfoy!

De la nada el chico abrió los ojos y vio el techo de su cama desconcertado para luego girarse a ver a la entrada de su habitación. Bajo el umbral estaba de pie Pansy Parkinson, con pañera de Draco y que ahora tenía el rostro desfigurado en enojo. Malfoy suspiro.

—Llevo dos minutos aquí parada llamándote ¡Dos minutos desperdiciados! —Especto la chica, señalando el piso molesta y atenta a como el chico se incorporaba de su cama sin perderla de vista—Te toca el rondín de prefecto— Mascullo entres dientes para después alejarse del marco de la puerta gruñendo.

Malfoy nuevamente suspiro. El ser prefecto tenía sus contras, y aunque amaba impartir miedo a alumnos menores eso de dar el rol por las noches mientras que los demás dormían era una completa tortura. Levantado de su cómoda cama, tomo la placa de prefecto de su mesita de noche y la metió en su bolsillo del pantalón, tomo su varita y salió de la habitación desganado.

Una vez afuera y lejos del frio ambiente de las mazmorras Malfoy susurro un Lumos y levanto la varita y con la punta de esta ahora iluminado los pasillos del colegio, se puso en marcha. Con normalidad el solo debía revisar la planta baja y las mazmorras, claro, pero esta vez Malfoy había decidido primero revisar la primera planta y después las mazmorras, así, solo cuando terminara de hacerlo directamente se iría a dormir, no había fallas en aquel plan. Por eso se dispuso a una vez por todas terminar su recorrido. Miro los cuadros dormidos y las ventanas del colegio mostrando un bañado cielo de estrellas. De la nada pensó en sus padres ¿Cómo debían estar? Los extrañaba, a pesar de solo unos días haberse inviado cartas, lo aceptaba, después de la guerra se había mantenido más pegado a sus padres; el solo hecho de recordar todo lo que habían pasado le hacía estremecer. De pronto el cuerpo de Malfoy realmente dio un verdadero estremecimiento, cuando escucho el quejido de una voz a lo lejos del pasillo oscuro, que tenía enfrente haciendo que automáticamente se detuviera.

En silencio y con la varita estira así adelante lo más que podía, vio a los lados del pasillo con el corazón bombeándole rápido. Tragando saliva y decidió dar un paso y afrontarse a lo que sea que estuviera ahí, ya era tiempo de dejar de asustarse por todo. ¡Él no era un cobarde! Sin embargo, al momento de iluminar cierta parte del pasillo rápidamente retrocedió y reprimió un grito al ver una figura encapuchada enfrente de el de manera inesperada, sus pies trastabillaron y supo que iba a caer por eso, de verdad que lo creyó, pero al final no logro sentir el frio piso del colegio, lo único que logro percibir fue el cuerpo caliente de alguien pegado a su pecho. Sin pensarlo dio un paso atrás e ilumino a ese quien le había tocado para ver al mismísimo Harry Potter, quien inmediatamente que recibió aquella brillante luz en su rostro aparto la vista, molesto.

—¿Qué mierda haces aquí? — Le pregunto de inmediato Malfoy al ver las pintas que traía Potter, pues parecía haber salido, ya que no se encontraba con el uniforme, ni con lo que fuera que fuera su pijama, si no que llevaba una capa negra que le llegaba a las rodillas y unas zapatillas deportivas que parecían estarse rompiendo.

—Tengo un permiso...— Se escucho la débil y ronca voz de Harry contestar mientras no dejaba de taparse con su antebrazo los ojos por la luz que salía de la varita del prefecto.

—¿Un permiso? Quiero verlo— Exigió Malfoy levantado la mano.

—Podrías apagar eso primero— Comento Harry ocultando su rostro bajo el gorro de la capa y su antebrazo comenzando a irritar al rubio ¿De qué iba tanto misterio?

—No lo are y... ¿Qué diablos escondes? ¿Por qué cubres tu rostro? Que ocultas Potter— Le fue interrogo el chico dando un paso al frente para intentar ver el rostro del otro, pero este ni siquiera se inmuto y mantuvo su brazo cubriendo sus ojos.

—No tengo tiempo, para...

Sin importarle a Malfoy lo que fuera que iba a decir Potter, coloco una de sus manos detrás de la cabeza de Harry y tomo el gorro para quitárselo de un tirón. Harry que se había sorprendido removió su antebrazo de sus ojos para evitar eso, no obstante, con un quejido soltado por él, simplemente cerro los ojos por la fuerte luz que le pego directamente en el rostro y dejo que Malfoy viera aquello que había exigido ver.

El silencio consumió la habitación, Harry solo tenía los ojos apretados, y el rostro levemente levantado, hasta en el momento en que dejo de sentir la mano de Malfoy aferrada a su gorro fue cuando abrió un poco los ojos y encaro de una vez al chico que había bajado la varita y ahora lo veía con un rostro que realmente nunca había vistos antes.

—Que es... ¿Qué te paso?



Ω

𝙸𝙿𝚂𝙾 𝙵𝙰𝙲𝚃𝙾 | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora