El Principe De Las Arenas

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Nejire le pasó la mano tiernamente por el rostro antes de entregarle un collar que sostenía un dije con la forma de un pétalo.

—Creo que te pertenece, las hilanderas tenían el colgante en una cajita de madera con tu nombre grabado, las niñas y yo le hicimos la cadena

—Gracias Nejire

—Izuku, te ves precioso, ¿me permites?

Él chico asintió, Nejire le quitó el collar de oro que había llevado puesto y le puso aquel, era tan finito que ni siquiera destacaba pero era hermoso a su manera.

—Tienes una cara de tristeza— Mina lo tomó por los antebrazos—. ¿Sabes? Aun podemos huir si no quieres casarte, pero cuando estás puertas se habrán no habrá a dónde correr, ¿que dices?

Izuku se rio afablemente mientras negaba.

—No, yo quiero mas que nada esta boda. Además, si quisiera huir nada ni nadie podría impedirlo.

La puerta se abrió entonces y el sol beso con ternura el cuerpo del muchacho, los invitados veían espectantes el paso lento del novio hacia el altar. ¿Verías a ese hermoso chico y pensarías que era un asesino?

Al llegar al altar, Shinsou lo tomó de las mano con cuidado.

—Esta tarde estamos reunidos para entregar en matrimonio los cuerpos y almas de estos tres seres dignos de la bendición de los Dioses, que todos los presentes aquí sean testigos del gran amor que se profesan.

Las manos de Izuku temblaron cuando Shinsou las acarició, el chico le sonrió conciliadoramente mientras le entregaba una copa.

Todoroki y Bakugou también pusieron una mano cada uno en la copa, Izuku suspiró al sentir el cálido tacto, las lágrimas se aglomeraron en sus ojos.

Shinsou comenzó a atar sus manos contra la copa.

—Que su matrimonio sea puro; suave y fuerte como esta seda que los une eternamente.

El siguiente paso eran los votos, Shoto tomó la iniciativa.

—Con esta copa, no sólo te tomó a ti, Izuku Midoriya, si no también elijo a Katsuki Bakugou, para pasar el resto de nuestras vidas los tres, en esta seda pintare sus deseos y retendre sus anhelos—. Bebió de la copa

—Con esta copa, y esta seda, los tomó ambos por esposos, hasta que Anubis nos separé y nos volvamos a ver en el siguiente plano, que la vida colme de bendiciones a mis dos amores—. Bakugou tomó lentamente de la copa.

Izuku dejó salir el aire, nervioso.

—Con este vino que nos llena, y esta Seda que nos une, los tomó a ustedes por esposos, para amarlos y ser amado, estar juntos en las buenas y las malas, la copa jamás estará vacía mientras nuestro amor no se acabe—. La mano le temblaba mientras acercaba la copa a sus labios.

Lo último que había que hacer, era que las tres manos debían jalar al unísono, soltando la copa, si esta no lograba sostenerse entre la seda y se derramaba eso querría decir que el matrimonio estaba condenado al fracaso.

Izuku trago saliva cuando jaló la seda, la copa se mantuvo.

—Les presentó ahora al príncipe consorte Izuku Midoriya.

...

Izuku cerró la puerta tras él, la mujer estaba sentada y apoyaba las manos en su bastón de caoba. Su habitación era mucho más sencilla que la de él, pero se le veía bien acomodada. En la mesa de vidrio había un florero con preciosos lirios rosas.