Voces susurrantes

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(Sigue << Donatello >>)

*En las habitaciones*

Hoy nuevamente nos saltamos el patrullaje nocturno, así que nos fuimos temprano a nuestros cuartos. Aún no escuchaba el "clic" de la lámpara de Mikey para que apagara la luz; creo que hoy dormirá con ésta encendida. Y no lo culpo. Después de lo que le pasó, ni siquiera yo me atrevería a apagar la luz o incluso a dormir. 

Recordé la discusión que tuve con Raph... Y ahora que lo pienso, no debí haber reaccionado así. No entiendo muy bien porqué lo hice, pero resulta que cada vez que él dice algo respecto a Leo, me molesta. Es que... no sé. Realmente siento que no merece el respeto de Mikey y mío. Pero tal y como dijo Leo esa noche; al menos se debe tener un mínimo de respeto por ser el hermano mayor. Aunque nuestra diferencia de edades sea por un año, Raph sigue siendo mayor que yo y Mikey. 

Tal vez... debería disculparme por haber reaccionado así, después de todo él fue quien defendió a Mikey y me curó cuidadosamente cuando el maestro Splinter estuvo a punto de matarme... *suspiro*

Apagué la luz e intenté quedarme dormido. Estuve a punto de irme a los brazos de Morfeo cuando de repente escuché esos extraños susurros que me han estado molestando todas las noches, con la diferencia de que esta vez los oí más cerca, casi como si estuvieran proviniendo del otro lado de mi puerta. 

-¿Raph?... ¿Mikey? -pregunté encendiendo la luz de mi lámpara. Levanté la cabeza y miré hacia la entrada de mi habitación... Los susurros se habían ido - ¡Mikey! No es hora de jugar. Vete a tú habitación -ordené y volví a acomodarme, apagando la luz.

Después de 5 segundos, los susurros regresaron... siendo ahora un poco más nítido. 

¡Argh! ¡Ya me hartó! 

Prendí la ampolleta otra vez, me levanté de golpe y me dirigí a la puerta presuroso. La abrí y me preparé para regañar a un molestoso Mikey, pero... me quedé con la palabra en la boca cuando para mi sorpresa no había nadie en el pasillo. Estaba más silencioso que el sensei en trance profundo. Miré varias veces a ambos lados para cerciorarme y... ¿Nada? ¿en serio?... Pues, vaya.

Me encogí de hombros y cerré la entrada de mi cuarto. Qué extraño... me pregunto si habrá sido mi imaginación. Me quedé un poco pensativo al respecto, pero decidí ignorarlo. Apagué la luz mientras me acostaba nuevamente. Lancé un bostezo, el cual fue interrumpido por los murmuros que eran más audibles ahora, casi como si estuvieran... ¡a los pies de la cama!

"No, no, no, Donnie. Es sólo tu imaginación. Lo que le pasó hoy a Mikey te impactó tanto que ahora te está haciendo escuchar cosas que no existen. Sólo...ignóralos", pensé, tratando de calmarme.

-Donnieeeee.... -un susurro se oyó tan claro como el agua.

Es...es sólo mi imaginación. S-sí, debe ser eso...

 -¿Por qué me traicionasteee...? -preguntó aquel susurro... ¡en mi oído! Sonó como la voz de... ¿Leo?

-Sólo eres un flacucho inútil -otra voz murmuró... ¿Raphael? - ¡No tienes madera de ninja!

-¿Qué sacas con tanto experimento si no sabes protegerte a ti mismo?

-Sólo sabes burlarte de los demás, ¿no es cierto? -prosiguió Leo - De...de MÍ. 

-¡NO! ¡No es verdad! ¡Basta! ¿Quién está ahí? -traté de encender la luz, pero ésta no quiso prenderse.

Los insultos siguieron penetrando en mi cabeza. Ni siquiera tapándome los oídos pude dejar de escuchar basura sobre mí. Me levanté y salí corriendo de mi cuarto. Los susurros rieron mientras hacían ecos, como si mi mente fuera una cueva en la que el sonido rebotara.

El otro LeonardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora