Lo que escondes

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Después de lo que pasó el otro día, Made y yo hemos vuelto a vernos. Al principio pensé que quería tomarse un descanso de las cosas, así que la dejé ser estos días, pero... No me a respondido los mensajes. Me acabé preocupando y al no poder estar tranquilo, finalmente decidí hacerle una visita.

Y ahora me encuentro fuera de su departamento, algo indeciso de si llamar o no. Quizás solo estoy exagerando, ella podrá estar ocupada y yo solo la estaré molestando... Pero por otro lado tengo miedo de que... se vaya de mi vida... Dime, Made, ¿esto fue lo que sentiste cuando yo perdí la memoria?

No, debió de ser más doloroso para tí... Tu te quedaste completamente sola. Sin embargo, hay muchas cosas que desconozco de ti, eres habladora, pero a la vez mantienes tu distancia, eso te hace misteriosa, y odias cuando alguien intenta meterse en tu vida.

Puedo entenderlo, al haber pasado por tanto... ya no querrías confiar en nadie más.

— ¿Bernard? — Escuché a unos metros de mi posición, cuando giré mi vista, ahí estabas tú, llevabas un estilo de ropa más sencillo de lo normal, junto a una mochila — ¿Que haces aquí? — Preguntaste sin pensarlo dos veces.

— A-ah... No contestabas mis mensajes y me preocupé... Así que decidí venir a verte

— Oh... Bueno, mi celular se estropeó, lo intenté llevar a arreglar pero ya era demasiado tarde, por suerte pude salvar el chip, así que solo tenía que ir a comprar uno nuevo, que es lo que fui a hacer hoy — Dijo enseñando la bolsa que tenía en mano — Perdóname, no pude irtelo a decir antes, estuve algo ocupada

— Hn hm — negué — no te preocupes, lo entiendo — sonreí.

— Bien, entonces no hoy problema — se adelantó hacia la puerta — ¿quieres tomar algo?

— Oh, si claro

— A delante

Bernard entró a la vivienda, con algo de nervios se sentó en el sofá mientras Made le traía algo de beber. No pasó mucho hasta que llegó con una bandeja, en ella habían dos vasos con hielo, una botella de jugo y galletas. Made parecía la de siempre, cualquiera que la mirara pensaría que no hay nada malo con ella, pero la realidad era distinta, había una tormenta en su mente y ella no que quería que nadie lo supiera, sin embargo, Bernard ya lo sabía. El no quería meter el tema, pero era necesario, era por su bien.

— Oye... ¿has estado bien? — preguntó titubeante. El rostro de su compañera cambió a uno más serio del que ya tenía, ya se había dado cuenta que ruta llevaría la conversación.

Made cerró los ojos y suspiró, no quería que Bernard supiera que pasaba algo precisamente porque sabía que se iba a preocupar, pero sabe que ya no puede evadir el problema y necesita contarle — Te contaré una historia, ¿te parece?

— S-si...

Todo empezó ese día... El día que me fui...

En aquél entonces yo solo era una simple niña, con sueños, aún pensando de la vida era de color rosa, tenía cinco años. Sin embargo, a pesar de tener una edad tan corta, me arrebataron mi infancia, más bien, me quitaron el derecho de tener una. Mi padre biológicos fue un imbecil, nos abandonó a mi y a mi madre por culpa de sus vicios, le echaba la culpa de sus desgracias a mi existencia, porque yo nunca fui una hija deseada, ¿sabes?, solo soy producto de una aventura que tuvo mi padre con mi madre.

Y te estarás preguntando el como lo sé, y déjame decirte cómo: Tengo dos hermanastras y una es solo por cinco meses mayor que yo. Entonces, mi padre se hartó y se fue de la casa, así dejándome a mi y a mi madre sola. Mi mundo se fue abajo en ese momento, pero lo fue más cuando dejaste de enviarme cartas y... me enteré de que perdiste la memoria. Desde ese día tuve que cargar con todos esos problemas y el montón vinieron después. Mi madre hacía lo posible por no hacer ver como le afectaba, pero una noche la escuché llorar borracha y dijo:

"Quiero ser buena madre, me siento fatal, pero no puedo hacer nada porque no puedo amarte como debería, todo es tu culpa."

A mis diecisiete años escuché aquello, y supe que ni siquiera tenía un lugar ahí... y me fui. Tomé todos mis ahorros, me fui del país, conseguí trabajo rápidamente y rente este departamento. Cuando nos encontramos, aquellos hombres que me perseguían eran hombres que envío mi madre para que me trajeran de vuelta, pero yo no pienso volver a ese lugar.

Incluso si lo hiciera, a lo único qué me recordaría sería lo miserable que soy, he logrado hacer mi vida aquí, estoy perfectamente bien, y volver a ese lugar solo me haría más daño.

No, no quiero volver a ese lugar, nunca más.

— Lo... pasaste mal, yo fui una de esas razones... — no se había dado cuenta, pero ya ha ia empezado a llorar — No sabes cuanto lo siento, yo... incluso en este momento soy incapaz de recordar algo

Made se acercó a el para consolarlo — Oye, está bien... lo que sea que me haya pasado, no es tu culpa, tampoco el que hayas perdido la memoria. Si no puedes recordar nada, no pasa nada, crearemos nuevos recuerdos juntos, y si intentas recordar, no tengas prisa — le sonrió al mirarlo — las cosas están bien como están ahora y eso es lo que importa

— Lo siento, soy yo el que debería consolarte en este momento — dijo limpiandose las lágrimas.

— Nah, estoy bien — río — Ahora solo preocúpate por tí — miró como su compañero asintió en respuesta — ¿quieres más jugo? jajaja

Bernard también río — Claro

Continuará

Aquello que no creí necesitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora