🖋️CAPÍTULO CUATRO🖋️

299 35 1
                                    

En la mañana al abrir los ojos vio a la pequeña removiendose en su lugar, jugando con una tortuga que le había dejado Adrien a su lado.

Se tallo los ojos viendo la hora, Marinette debía seguir durmiendo así que se dispuso a preparar el desayuno ya que el día anterior lo hizo ella.

Puso dos rebanadas del pan en el tostador mientras veía a la pequeña removiendose como si quisiera salir de su silla.

-Dame un momento y tendrás tu comida.

La pequeña estaba a punto de soltarse a llorar inmediatamente el ruido fue opacado por la cafetera y el sonido de la tostadora que ya había indicado que el pan estaba listo.

Le quito los seguros a la pequeña cargandola para poner el pan en un plato, servir una taza de café y a la vez preparar su biberon, si que hacer todas esas cosas a la vez eran complicadas pero aún así se alegraba de ver a Samanta riendo por las cosas que hacía Adrien para evitar un llanto.

-Bien Sam, te llevaré al cuarto, creo que ahí esta el corral que te compró Mari, iré a despertarla mientras debes estar en silencio para que no sepa nuestro secreto ¿De acuerdo?

La bebé se había llevado la mano a la boca a la vez que veía el rostro de su padrino/tío como así le habían dicho sus amigos que era.

Subió a la bebé, armando el corral poniendo las dos almohadas que estaban en la cama, colocando los peluches que no hicieran ruido.

Al salir de la habitación se encontró a su esposa en la puerta de su recamara aún adormilada, el extraño toda la noche a su amada sin embargo tenía que cuidar a la niña y no quería molestar a Marinette por no haberlo consultado antes.

Se acercó hasta ella dándole un beso en la coronilla haciendo que Marinette se abrazara a su torso impregnando sus fosas nasales de aquel aroma que permanecía al dueño de su corazón.

-¿Cómo dormiste Bogaboo?

-Te extrañe - colocó su mentón en su pecho para verlo directamente a los ojos - ¿Ya terminaste el trabajo? Podemos hacer algo si tienes tiempo.

-Cla- se quedó callado al recordar a su invitada que había dejado nuevamente sola - No creo poder, pero te hice el desayuno ¿Vamos? Y si terminó temprano soy todo tuyo.

-¿No lo eras?

Se separaron para reír ante sus palabras, Marinette se cruzó de brazos al ver el rostro sonrojada de Adrien.

-Lo soy

La cargo como si de una princesa se tratará y la veía como si fuera la única persona en su corazón como lo era más que obvio, ahora los papeles habían cambiado, Marinette estaba completamente sonrojada a la vez que se abrazaba del cuello de su pareja mientras Adrien la veía y sonreía de una manera coqueta.

Marinette escondió su rostro en el cuello de Adrien y su hombro, odiaba que siempre sabía como cambiar las cosas rápidamente a su favor, y tampoco quería darle el gusto de saber que había ganado.

-Eres un tonto.

Dijo en un susurro haciendo que se soltara a reír mientras bajaba el rostro viendo los ojos de su esposa y un hermoso tono rosado debajo de ellos.

-¿Qué pasa princesa? ¿Te comió la lengua el gato?

-Ya Adrien - le dio una suave palmada en su pecho para después reír - Bajame, tenemos que ir a desayunar antes que se enfríe.

-No tienes que preocuparte, así que Señora Agreste, permitame yo llevarla hasta la mesa.

Mientras bajaban las escaleras Marinette no paraba de reír ante esa escena, las memorias de su boda vinieron a su mente recordando que había echo lo mismo hasta que habían llegado a la mesa de ellos, realmente el tiempo pasa pero no significa que las personas también.

Con su pie jalo la silla perdiendo un poco el equilibrio para sentar a su dama en ella para ir por lo que había preparado. Dos rebanadas de pan tostado con mermelada, fruta picada su café y jugo.

-Dios, no sabes los antojos que he tenido de fresas.

Al verlas los ojos de Marinette comenzaron a brillar llevándose una a la boca y como si fuera la primera vez que las probaba su expresión fue tal como la de una niña pequeña.

-Están deliciosas.

-¿En serio? - tomó una de su plato no encontrándose más de lo común en la fruta - Yo la siento, ¿Normal?

-Anda amor, te falta gusto.

-¿Eso crees? Porque yo no lo veo así.

-Ya gato, hace tiempo que no me haces esto - dijo dándole un sorbo a su jugo desviando la mirada del Rubio - E-es extraño.

-Por eso, no me canso de ver tus reacciones, siguen igual cuando nos conocimos.

Sobre la mesa se dieron un suave beso que perfectamente reflejaba el amor sincero que sentían mutuamente.

Algo cayó de la planta alta, haciendo que Marinette se parara al instante..

-Yo voy - dijo Adrien tomándola por los hombros para volver a sentaría - Se te hace tarde para ir a recibir tus resultados, todo va estar bien así que es mejor que te apures bichito.

-No se que haría sin ti Adrien.

Le dedico una sonrisa a su esposa para subir rápidamente al cuarto, al principio quería dejarla en su habitación que era más espaciosa ya que a pesar que dormían juntos ambos tenían habitaciones separadas donde cada uno tenía su espacio.

-Bien, Sam - la abrazo dándole suaves palmadas en la espalda para eructar después de haberse terminado el biberon - Anda, que es hora de que duermas.

La arrullo dejándola en la cama haciendo una muralla con las almohadas para evitar cualquier accidente, poniendo música para bebés dejándola al ver como sus párpados cedían al sueño.

Al salir vio a su esposa ya arreglada caminando hasta el, dándole un beso en la mejilla dando unos cuantos pasos.

-Parece que se te olvidó cambiar la ropa, aun tienes el aroma de Nino y Sam, bien nos vemos en la noche, ya que puede que pase a ver a mis padres.

-Ve con cuidado, nos vemos en la noche.

Asintió la azabache saliendo del departamento, Adrien fue a su habitación para bañarse y terminar de desayunar.

Ya era medio día y la pequeña había despertado llorando inmediatamente preparo el biberon, a lo que la pequeña lo empujó con sus manos cayendo en la cama.

Colocó una suave manta para poner a Samanta revisando el pañal sucio, la cambió para ir a prepar la tina. Ya que hacía le había dejado las indicaciones Nino.

Al estar el agua tibia metió lentamente a la pequeña que había cesado su llanto, la mayor parte de la tarde se la había pasado llorando. En unos ratos como las fuerzas se le iban se detenía.

La logró dormir siendo las doce de la madrugada, realmente había batallado con aquella niña que durmia plácidamente como si no hubiera pasado nada. Ahora que tenía tiempo se fue a bañar rápidamente, colocándose una pijama por fin dejándo los pantalones que llevaban tiempo incomodandolo por haber dormido con ellos.

Marinette le había mandado un mensaje, ya que se había soltado una fuerte tormenta iba a pasar la noche en casa de sus padres para que no se preocupara, el le dijo que estaba bien, si seguridad era primero después de todo, diciendo que si necesitaba que fuera por ella en la mañana el iría.

Cuatro de la mañana y Samanta volvía a llenar el departamento del ruido de sus llantos, intentó todo, la cambió, jugó, le dio de comer, la cargo, la dejó, le puso música y parecía nada funcionar.

Salió del cuarto caminando con la pequeña por todo el lugar, toda lo que restaba de la madrugada se la paso dando vueltas ya que cuando se quedaba quiero sus llantos se hacían presentes.

Cuando por fin logró sentarse en el sofá con la pequeña en su pecho eran apenas las diez de la mañana y el sentía que iba a desfallecer, al tratar de acostarla nuevamente comenzó a llorar, siguiendo con el plan que había funcionado.

Por los llantos no escucho cuando abrieron la puerta hasta que el ruido de la puerta al cerrarse hizo que volteara viendo a Marinette frente a la puerta.

-Agreste ¿Qué está pasando?

Ahí te encargo (MLB) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora