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No supo cuando fue que sucedió, fue todo un accidente, algo que no debió pasar. Su corazón jamás debió volver a latir con tal intensidad, las mariposas extintas regresaron como fantasmas a revolverle el estómago.
Él estaba bien sólo, siempre lo estuvo. Incluso llegando a enamorarse tan efímeramente prefirió estar en soledad y refugiarse en traiciones y mascotas antes de consentirse en la extasiante vulnerabilidad que conllevaba abrir su corazón a nadie que no fuese él.
– Te has enamorado del estafador del pueblo, increíble. – Su sonrisa puntiaguda se burlaba de él, simplemente apoyado contra uno de los armarios de su sala de cofres le miraba casi con lástima a través de sus mechones rosados. – Mira que después de lo de Luzu, Pogo había llegado a pensar que habías aprendido. –
Auron abrazó a su pollo en busca de consuelo, temeroso de lo rápido que el supuesto hechicero destrozó las barreras que tanto le costó forjar. No quiso responderle al payaso, temiendo que admitirlo en voz alta fuese a volverlo real, esperando que si se mantenía en silencio todo se fuese a revertir y quedar como si no hubiese pasado nada.
– ¿Por qué a mí...? – Se queja en apenas un hilo de voz, sacándole una carcajada a la aparición que hizo estremecer a su pollo. – Que el tío no puede estar más clavado en Ari porque daría miedo ya. –
Su voz salió calmada, cargada de amarga derrota, rindiéndose antes de siquiera empezar.
– Pero podrías tratar de llamar su atención, ¿no? – El otro hombre se acerca al indexer, inspeccionándolo con su rostro fruncido mostrando que estaba tratando de pensar en alguna solución para el problema de su anclaje con el mundo mortal. – Tipo, hacerle bromas y eso para que se fije en ti, Pogo ha visto a mucha gente hacer cosas de ese estilo. –
– ¿Pero eso no es lo que hacen los niños de primaria? – Pregunta desconcertado, predispuesto a tomar algún consejo romántico de una persona que ni siquiera se dignaba a hablar en primera persona la mayoría del tiempo. – No creo que eso funcione. –
– ¿Tienes alguna mejor idea? Si tratas de cortejarlo lo va tomar como broma o de plano te alejará, ni siquiera sabes su sexualidad. – Y ahí el payaso de los cojones tenía razón, escondió su cabeza en sus rodillas, ahogando las ganas de gritar para sacar su frustración, no tenía con quien hablar sobre el tema, todos eran unos putos chismosos y la buena nueva no tardaría de llegar a los oídos de quien menos quería. – Mira, Pogo te va dejar para que lo pienses bien, que a Pogo le estresa que su amigo no pobre no piense con claridad. –
