Capítulo Uno.

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Como bien habían avisado en las noticias, se aproximaba una lluvia torrencial, era normal dado que había comenzado esa época del año en la cual las tormentas empezaban a azotar la ciudad.

Joo Jaekyung descansaba en su lujoso apartamento después de un duro día de entrenamiento para su próxima pelea. Se preparaba de cenar uno de los platos que su nutricionista personal le recomendó junto a un batido de proteínas sabor fresa.

Cuando terminó de cocinar caminó hacia el sofá, cruzándose de piernas y sentándose sobre ellas, para disponerse a disfrutar de la comida mientras veía la tradicional película que se ponía todos los días antes de ir a dormir.

En el vacío de la habitación apareció una figura que emanaba una luz tan radiante que permitía dar luminosidad a todo aquel lugar sombrío.

—¡Lo logré! —Cantó victoria la figura luminosa, que ahora se había transformado en un pre-adolescente con un curioso atuendo. —¡Humano Joo Jaekyung! ¡Estás vivo! —Exclamó esa extraña persona sollozando mientras se lanzaba hacia él para abrazarlo.

El nombrado se quedó perplejo ante la situación, sin saber exactamente cómo reaccionar. Por su mente pasaban muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué mierda estaba ocurriendo? ¿Quién era ese niño con alas que estaba flotando en su salón? ¿Cómo sabía su nombre? ¿Por qué lo estaba abrazando?

—¿Qué mierda lleva el batido este? —Miró extrañado hacia la botella que sujetaba, pensando que igual esa escena era el efecto de algún tipo de alucinógeno echado en su bebida.

—Oh, lo siento. —Se disculpó la misteriosa persona desconocida, alejándose un poco de él para dejarle espacio. —¡Soy tu ángel de la guarda! —Se presentó a si mismo alegremente dando vueltas en el aire con la ayuda de las alas que portaba en su espalda.

—¿Mi qué? —Preguntó perplejo, aún sin poder asimilar todo esto.

—Los ángeles de la guarda tenemos asignado a un humano que debemos proteger, guardar y guiar desde su nacimiento hasta su muerte, y tú eres mi humano. —Explicó detenidamente a la vez que se volvía a acercar a paso ligero, mejor dicho, a vuelvo ligero.

—¿De qué mierda estás hablando? No necesito que un niño me proteja de nada. —Jaekyung salió del trance en el que estaba para volver a la actitud arrogante y tan poco amigable que lo caracterizaba.

—¡No soy un niño! ¡Tenemos la misma edad, nací en el momento exacto en el que tú naciste! —Se defendió hinchando sus mejillas de aire con rabia. —Solo adopté esta forma más infantil para no asustarte. —Se excusó.

—¿Y qué se supone que haces aquí? —Empezó con su interrogatorio Jaekyung para resolver las dudas que tenía. Aunque realmente pensaba que todo eso era un sueño y que pronto despertaría, así que solo estaba perdiendo el tiempo.

—Un ángel de la guarda, desde que su humano nace, sabe exactamente cuándo y de qué forma va a morir, pero si el humano tiene malos comportamientos durante un largo periodo de tiempo sin arrepentirse de ellos, su ángel deja de saberlo. —Comenzó con su explicación pero al ver la expresión en el rostro de Jaekyung, comprendió que este último no estaba entendiendo nada. —Tú has estado comportándote mal, así que ya no sé cuando vas a morir. —Resumió todo lo anterior para que él lo entendiera.

—¿Y eso a ti que te importa? Si supuestamente tienes que protegerme, o lo que mierda sea que hagas, hasta que me muera, ¿qué más te da la fecha de mi muerte? Ese día tu trabajo acaba. —Debatió con lógica su punto de vista.

—¡Si no sé el día de tu muerte no podré ser tu guía hacia el paraíso donde descansarás en paz! —Exclamó el ángel comenzando a sollozar de nuevo. —Mi vida acaba cuando te lleve a ese lugar, pero si no te llevo allí tú irás al infierno y yo me quedaré atrapado en el limbo por toda la eternidad. —Continuó secándose rápidamente las lágrimas, eran brillantes y de un tono dorado, como todo en él.

—Entiendo, entonces has venido a salvarte a ti, ¿no? —Arqueó una ceja intentado descubrir las intenciones ocultas del bondadoso ser celestial.

—¡No! —Negó rotundamente ante las acusaciones infundadas. —Los ángeles de la guarda no podemos pensar en nosotros mismos, nuestra única prioridad es nuestro humano asignado.

—Bueno, ¿y cuál es el plan? —Preguntó viendo que esa cosa flotante parecía ser alguien honesto.

—Tienes que ser una persona buena durante un tiempo determinado para que recuerde tu fecha de fallecimiento. —Le contó lo que tenía pensado hacer para que todo volviera a la normalidad.

—¿Y así Santa me traerá regalos? —Dijo irónico, en tono de burla.

—¡Tómatelo en serio! ¡Esto es algo muy grave! —Le regañó golpeándolo con uno de los cojines del sofá.

—Sí, como sea, seré bueno, Mamá. —Dijo desganado, regresando su vista hacia la televisión, donde le esperaba su película, la cuál apenas había empezado a ver.

Para Joo Jaekyung todo esto era un absurdo sueño que pronto acabaría.

Para Joo Jaekyung todo esto era un absurdo sueño que pronto acabaría

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Ángel De La Guarda | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora